No debería ser una novedad para nadie el que los medios publican sobre todo mentiras interesadas, lo que en Colombia produce inquietud es la absoluta ausencia del gobierno a la hora de refutarlas. Uno se queda con la impresión de que los gobernantes forcejean durante toda la vida para alcanzar sus puestos como quien conquista una fortaleza, pero cuando lo consiguen se encierran y ya no hacen caso de lo que se dice fuera. El resultado es que quien se interese por la realidad colombiana termina con una percepción completamente errónea y muy difícilmente llega a confrontar las mentiras que lee u oye.
Sabiduría práctica
______Tal vez sea el precio de haber elegido a un político como Uribe, formado en el partido que gobernó durante cinco de las siete administraciones que lo precedieron. En lugar de perder el tiempo en discusiones sabe dirigirse a donde están los votos amarrados y entenderse con los profesionales. En lugar de la argumentación sustentada se queda con la imagen televisiva y la arenga. Esto ciertamente funciona, y los resultados de su gobierno son innegables para quien no se deje embaucar por los torpes engaños de la prensa colombiana, pero entre tanto no se contrarresta la sarta de falsedades que se publican día a día como hechos probados y que hacen parte de una campaña cuyos fines se pueden detectar examinando con recelo las portadas.
El crecimiento empobrecedor
______Tras esas campañas están las redes del poder tradicional y sus recursos provocarían escándalo en cualquier parte, sobre todo si se conoce la trayectoria de los dueños de esos medios. Grotesca es la protesta de la Pastoral Social de la Iglesia, que sigue la rutina que llamaremos «enunciativa»: señalar que hay pobreza. El lector entiende siempre que hay más pobreza, y como escandalizarse contra la pobreza halaga su amor propio y hasta su consideración social (cosas que en Colombia, valga recordarlo, son más o menos sinónimas) y no cuesta nada, ahí tienen otro descontento. Bueno, lo mismo hacen El Nuevo Siglo y los columnistas más característicos de la vieja oligarquía, como el soporífero grecocaldense Espinosa Valderrama. Forman entre todos un coro de plañideras que parece parte de una tragedia representada por una compañía de macacos: su estribillo es de verdad lastimero: «Hay crecimiento, mala noticia / ¿Ahí cómo vamos?, no se ve bien». El premio se lo lleva la revista del clan López, según la cual ¡el crecimiento aumentará las dificultades de los pobres!
No pasa nada
______Para mí es toda una experiencia leer eso: ¿qué clase de gente habita en Colombia? ¿Cuántos pueden creer seriamente eso? Supongo que nadie, pero cada uno tiene sus razones para acomodarse a semejante mentira. Cada uno de los que leen, de los que están a salvo de la pobreza. Al respecto no está de más recordar un informe de la revista Cambio publicado hace unos meses, o citar al analista Alejandro Gaviria:
La orgía de sangre
______Hay crecimiento económico que empobrece a los pobres, pero es mucho más grave el que se multipliquen de forma tan brutal las muertes. Bueno, salvo en Bogotá. Según la separata de Cambio la tasa de homicidios bajó a 18 por 100.000 en el último año. Lo que es en el país no hay modo de alegrarse. Según RCN, que cita al Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, durante el primer gobierno de Uribe fueron asesinadas o desaparecidas por causas sociopolíticas 11.084 personas. Es una cifra impresionante. Más o menos como la de secuestrados durante la administración anterior. Acerca de la responsabilidad del gobierno, es mejor citar el informe:
Salvar vidas
______La negativa a seguir con la farsa del canje por parte de Uribe se presenta como una orden de efectuar rescates por la fuerza. A la hora de la verdad, si tal cosa se intentara y hubiera decenas de víctimas entre los rehenes en las redacciones abrirían champaña. No hay tal, ni habría canje porque las condiciones de la guerrilla significarían seguridades para su triunfo militar ni habrá rescates por la fuerza porque el costo político de las muertes sería excesivo para el gobierno. No obstante, vale la pena prestar atención a algunas portadas dominicales.
Los franceses con Íngrid
______Malditos complejos, la gente en Colombia se escandaliza cuando lee que los franceses se solidarizan con Íngrid Betancur (su compatriota advenediza porque puede descender del remoto mercenario normando Jean de Bethencourt, que conquistó las islas Canarias para Castilla en el siglo XIV) y culpan de su secuestro al gobierno colombiano. ¿Qué es lo que ocurre con los demás colombianos? Lo mismo, se solidarizan con las víctimas y aplauden a los defensores de las FARC, que no tienen el menor pudor en quejarse de que se las llame terroristas: en la última edición de Cambio se preguntaba el increíble Antonio Navarro si era posible negociar una Constituyente con terroristas. Colombia es el país de lo real maravilloso. ¿Hace falta otro García Márquez?
¿Para qué?
______Leer la prensa es convencerse de que las FARC tienen derecho a imponer las leyes. ¿Alguien recuerda un solo comentarista que lo ponga en duda? Todos coinciden en que la negociación pasará por encima de las urnas y en que eso es de lo más lícito. Los más astutos rehúyen el tema para que no se los critique por eso. Y ésa es la verdadera fuerza intacta de las FARC, que proclaman tener todas las armas y todos los combatientes pero escondidos tan lejos que sólo les servirán para cazar tapires o chigüiros o para poner bombas al paso de un vehículo militar, cosa que ya podría haber hecho la tropa del comandante Bochica. Pero en cambio, esa legitimidad que les dan los medios escritos y sus lectores sí que es impresionante. Y es algo grave, porque nunca habrá negociaciones de paz: si se negocian las leyes se legitima el terrorismo de signo contrario, por no hablar de las acciones de fuerza de las FARC; si se captura al Secretariado y se dispersan las tropas, el gobierno que se sentara a negociar sólo conseguiría reanimar al muerto.
La verdadera guerra civil
______Pero es que la guerrilla sólo comete crímenes por encargo de ese statu quo que asoma en los medios: el viejo orden rentista, las pretensiones de los doctores. En Colombia la verdadera guerra civil se da entre esa clase y sus monturas, y el problema es que por una parte son suficientemente «vivos» para «hacer la guerra con los hijos ajenos» y por la otra dominan el código. Bueno, el código en que envuelven sus mentiras y disparates, cada vez que un colombiano humilde aprende a usar internet esos doctores pierden puntos, pues el mundo es distinto, en el mundo las mentiras descaradas y absurdas no las creen todos todo el tiempo. A los columnistas y blogueros «izquierdistas» colombianos les hace falta intimidar a muchos millones de personas para impedir que se los vea como los repugnantes canallas que son.
Sabiduría práctica
______Tal vez sea el precio de haber elegido a un político como Uribe, formado en el partido que gobernó durante cinco de las siete administraciones que lo precedieron. En lugar de perder el tiempo en discusiones sabe dirigirse a donde están los votos amarrados y entenderse con los profesionales. En lugar de la argumentación sustentada se queda con la imagen televisiva y la arenga. Esto ciertamente funciona, y los resultados de su gobierno son innegables para quien no se deje embaucar por los torpes engaños de la prensa colombiana, pero entre tanto no se contrarresta la sarta de falsedades que se publican día a día como hechos probados y que hacen parte de una campaña cuyos fines se pueden detectar examinando con recelo las portadas.
El crecimiento empobrecedor
______Tras esas campañas están las redes del poder tradicional y sus recursos provocarían escándalo en cualquier parte, sobre todo si se conoce la trayectoria de los dueños de esos medios. Grotesca es la protesta de la Pastoral Social de la Iglesia, que sigue la rutina que llamaremos «enunciativa»: señalar que hay pobreza. El lector entiende siempre que hay más pobreza, y como escandalizarse contra la pobreza halaga su amor propio y hasta su consideración social (cosas que en Colombia, valga recordarlo, son más o menos sinónimas) y no cuesta nada, ahí tienen otro descontento. Bueno, lo mismo hacen El Nuevo Siglo y los columnistas más característicos de la vieja oligarquía, como el soporífero grecocaldense Espinosa Valderrama. Forman entre todos un coro de plañideras que parece parte de una tragedia representada por una compañía de macacos: su estribillo es de verdad lastimero: «Hay crecimiento, mala noticia / ¿Ahí cómo vamos?, no se ve bien». El premio se lo lleva la revista del clan López, según la cual ¡el crecimiento aumentará las dificultades de los pobres!
No pasa nada
______Para mí es toda una experiencia leer eso: ¿qué clase de gente habita en Colombia? ¿Cuántos pueden creer seriamente eso? Supongo que nadie, pero cada uno tiene sus razones para acomodarse a semejante mentira. Cada uno de los que leen, de los que están a salvo de la pobreza. Al respecto no está de más recordar un informe de la revista Cambio publicado hace unos meses, o citar al analista Alejandro Gaviria:
______Es que durante la última generación no hubo tanto crecimiento económico que arrinconara de forma tan despiadada a los pobres. ¡Si no hay en Colombia nadie que no se conmueva! En la edición del 16 de octubre de la revista Cambio se entregaba una separata mostrando todo lo que hace la Alcaldía de Bogotá para combatir la pobreza e integrar a los pobres. Eso sí, en papel satinado del más caro, de ser papel periódico vulgar los pobres habrían tenido la tentación de comérselo. ¿Alguien es capaz de imaginarse que casi todos los que comentan las columnas incendiarias de los oligarcas en la prensa desean un ascenso de la facción política que hace semejantes prodigios? Una separata tan bonita los llena de orgullo, por eso tienen que vivirnos amenazando, es su único «argumento»: quien no los apoye sin duda estará con los corruptos.______Todos los estudios publicados, sin excepción, muestran que la pobreza ha descendido durante los últimos años. Desde una perspectiva de más largo plazo, todas las estadísticas disponibles señalan, sin salvedad, que el bienestar material de los colombianos ha aumentado durante la última generación.
La orgía de sangre
______Hay crecimiento económico que empobrece a los pobres, pero es mucho más grave el que se multipliquen de forma tan brutal las muertes. Bueno, salvo en Bogotá. Según la separata de Cambio la tasa de homicidios bajó a 18 por 100.000 en el último año. Lo que es en el país no hay modo de alegrarse. Según RCN, que cita al Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, durante el primer gobierno de Uribe fueron asesinadas o desaparecidas por causas sociopolíticas 11.084 personas. Es una cifra impresionante. Más o menos como la de secuestrados durante la administración anterior. Acerca de la responsabilidad del gobierno, es mejor citar el informe:
______¿Qué se le va a hacer? 4.639 es el 74,5 por ciento de 11.084, y cada crimen que pueda atribuirse a los «paramilitares» es responsabilidad del gobierno, cuya complicidad es obvia, son todos de derecha... Un secreto, son cosas mías, en todos los blogs y en todos los comentarios de los partidarios de la guerrilla hay una continua indignación con los medios, según ellos todos amigos del gobierno y dedicados a engañar al país. ¿Se dieron cuenta de la mentira que escribí? No existen los partidarios de la guerrilla, sólo resistentes al «narcoparaestado». Lo que produce una gran impresión es que eso se publique como si fuera una información objetiva, sin el menor interés en agregrar pruebas y sin consultar a ninguna institución. No, eso tampoco importa, es que las instituciones tampoco dicen nada, y dada la importancia del medio y su supuesta parcialidad a favor del gobierno sencillamente algo así pasa por ser cierto.______Según el informe, en los casos en que se conoce el presunto autor de los hechos, la responsabilidad del 74,5 por ciento de las muertes y desapariciones es del Estado, ya sea por acción directa de agentes estatales (752 víctimas) o por tolerancia, aquiescencia o apoyo a las violaciones cometidas por los grupos paramilitares (3.887 víctimas).
Salvar vidas
______La negativa a seguir con la farsa del canje por parte de Uribe se presenta como una orden de efectuar rescates por la fuerza. A la hora de la verdad, si tal cosa se intentara y hubiera decenas de víctimas entre los rehenes en las redacciones abrirían champaña. No hay tal, ni habría canje porque las condiciones de la guerrilla significarían seguridades para su triunfo militar ni habrá rescates por la fuerza porque el costo político de las muertes sería excesivo para el gobierno. No obstante, vale la pena prestar atención a algunas portadas dominicales.
Los franceses con Íngrid
______Malditos complejos, la gente en Colombia se escandaliza cuando lee que los franceses se solidarizan con Íngrid Betancur (su compatriota advenediza porque puede descender del remoto mercenario normando Jean de Bethencourt, que conquistó las islas Canarias para Castilla en el siglo XIV) y culpan de su secuestro al gobierno colombiano. ¿Qué es lo que ocurre con los demás colombianos? Lo mismo, se solidarizan con las víctimas y aplauden a los defensores de las FARC, que no tienen el menor pudor en quejarse de que se las llame terroristas: en la última edición de Cambio se preguntaba el increíble Antonio Navarro si era posible negociar una Constituyente con terroristas. Colombia es el país de lo real maravilloso. ¿Hace falta otro García Márquez?
¿Para qué?
______Leer la prensa es convencerse de que las FARC tienen derecho a imponer las leyes. ¿Alguien recuerda un solo comentarista que lo ponga en duda? Todos coinciden en que la negociación pasará por encima de las urnas y en que eso es de lo más lícito. Los más astutos rehúyen el tema para que no se los critique por eso. Y ésa es la verdadera fuerza intacta de las FARC, que proclaman tener todas las armas y todos los combatientes pero escondidos tan lejos que sólo les servirán para cazar tapires o chigüiros o para poner bombas al paso de un vehículo militar, cosa que ya podría haber hecho la tropa del comandante Bochica. Pero en cambio, esa legitimidad que les dan los medios escritos y sus lectores sí que es impresionante. Y es algo grave, porque nunca habrá negociaciones de paz: si se negocian las leyes se legitima el terrorismo de signo contrario, por no hablar de las acciones de fuerza de las FARC; si se captura al Secretariado y se dispersan las tropas, el gobierno que se sentara a negociar sólo conseguiría reanimar al muerto.
La verdadera guerra civil
______Pero es que la guerrilla sólo comete crímenes por encargo de ese statu quo que asoma en los medios: el viejo orden rentista, las pretensiones de los doctores. En Colombia la verdadera guerra civil se da entre esa clase y sus monturas, y el problema es que por una parte son suficientemente «vivos» para «hacer la guerra con los hijos ajenos» y por la otra dominan el código. Bueno, el código en que envuelven sus mentiras y disparates, cada vez que un colombiano humilde aprende a usar internet esos doctores pierden puntos, pues el mundo es distinto, en el mundo las mentiras descaradas y absurdas no las creen todos todo el tiempo. A los columnistas y blogueros «izquierdistas» colombianos les hace falta intimidar a muchos millones de personas para impedir que se los vea como los repugnantes canallas que son.