miércoles, enero 27, 2010

De Pablo a Hugo

Se cuenta en La vorágine que entre la gente contratada para trabajar en el caucho no faltaban los que ni se preocupaban de cobrar sus antiguos salarios, pues ya se sentían ricos. Ese ejemplo de afición al "dinero fácil" podría servir para explicar que en la memoria remota de los colombianos siempre hubo alguna esperanza de enriquecerse sin esfuerzo, para lo cual lo que convenía era tener un puesto público de relieve. Antes de que el tráfico de cocaína se convirtiera en una industria importante, los colombianos ambiciosos se dedicaban a comerciar con esmeraldas, y si tenían más "palancas" a dejarse sobornar como empleados de aduanas o de tránsito. Era el sueño de muchos.

Cuando llegó la coca había un terreno especialmente fértil para el esplendor rampante de quienes explotaban el negocio. Pablo Escobar no sólo vivió muchos años completamente impune, sino que llegó a ser miembro de la Cámara de Representantes. ¿Alguien sabe qué ha sido de los que colaboraron con él durante los ochenta? No sólo políticos, sino jueces, periodistas y hasta policías y militares. Las grandes riquezas resultaron muy próximas y casi nadie tuvo vergüenza para lanzarse a buscarlas. La deshonra no era tal porque requeriría que hubiera una proporción significativa de la sociedad dispuesta a condenar a los avivatos. Tal cosa no existía. La mayoría de las personas que se enriquecieron colaborando con el tráfico de cocaína en los ochenta, sobre todo en cargos públicos, no sólo quedaron impunes sino que se enorgullecen de su astucia. Y quienes los condenan no son los que están cerca de ellos, al tiempo que los mueve sobre todo la envidia.

Un ejemplo escandaloso del poder que llegaron a tener los traficantes de drogas fue la detención de Fabio Ochoa y Gilberto Rodríguez Orejuela en España: los pedía en extradición Estados Unidos, pero pronto surgió el juez colombiano que requería su presencia en el país, y las correspondientes presiones sobre los jueces españoles, que decidieron mandarlos a Colombia, donde pronto estuvieron libres. ¿Alguien recuerda a los jueces que los soltaron?, ¿alguien sabe cuál es su situación actual? No vale la pena preocuparse por eso, en Colombia siempre salen impunes. Más desvergonzados aún fueron los constituyentes de 1991, que le cumplieron el encargo a Escobar de prohibir la extradición y ahí están, muy orgullosos de su engendro.

La venalidad de los políticos y funcionarios llegó a extremos increíbles con las diversas alianzas del gobierno de Samper con el Cartel de Cali primero, y con el del Norte del Valle y las FARC después. Respecto a estas últimas, la alianza fue muy útil, pues el entonces presidente de la Corte Constitucional, Carlos Gaviria, se negó a procesar a los congresistas que absolvieron a Samper al tiempo que la CUT, dirigida entonces por Luis Eduardo Garzón, se dedicó a protegerlo. Es que la alianza con las FARC era con toda la izquierda, y los recursos públicos se dedicaron copiosamente a pasear por todo el mundo a los intelectuales próximos al PCC y a promover la carrera literaria de Abad Faciolince y William Ospina.

Pero el triunfo de Pastrana primero y el retroceso de las FARC después redujeron el margen de negocio de esa clase de gente: la riqueza rápida y cómoda tenía que ser aplazada. Pero la solución no tardó en aparecer. El llamado "gorila rojo" concentró recursos con los que Escobar nunca habría llegado a soñar, en buena medida derivados del tráfico de cocaína a través de Venezuela, y sus millones encontraron en Colombia a la misma gente que estaba dispuesta a hacer política al servicio de Escobar.

Por eso no importa lo descaradas que sean las campañas del Socialismo del Siglo XXI (como la divertida invitación a las FARC a decir si financiaron la campaña de Correa), siempre encontrarán en Colombia a personajes de la categoría de Claudia López o Rafael Pardo dispuestos a colaborar con ellas. No tienen vergüenza porque la gente con la que se relacionan no los ve como miserables vendidos a un malhechor sino como gente avispada y con suerte.

Y lo más grave es todo lo que harán para adulterar el resultado electoral de 2010, las cantidades ingentes que invertirán en comprar votos (el triunfo del PDA en La Guajira en 2006 deja mucho que pensar), los titulares de prensa manipuladores a todas horas, las persecuciones de la Corte Suprema de Justicia y del fiscal que participa en homenajes a Piedad Córdoba y quién sabe qué más horrores.

Como siempre, la verdadera ventaja que tiene el golpista traqueto es la capacidad de los colombianos de esconder la cabeza y no ver la realidad: hasta quienes vendan su voto por unos cientos de dólares serán admirados por su astucia. No hablemos de la presión de los personajes que se hicieron conocidos e influyentes gracias a la generosidad del gobierno de Samper para distraer a la gente que podría rechazar a los candidatos de voto comprado.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 28 de julio de 2009.)

miércoles, enero 20, 2010

Otros amigos de la izquierda colombiana

Durante las últimas décadas el juego de la izquierda colombiana ha sido elemental y en realidad obvio para quien no tuviera alguna ilusión puesta en el proyecto. Ha sido como el imán que se mueve por debajo de la mesa y arrastra al objeto metálico que hay encima: el truco sólo embauca a los niños, pero en cierta medida los pobladores de regiones apartadas son como niños respecto a las intrigas de los poderosos. Y la ausencia de relación de los encorbatados con los asesinos del monte era algo que necesitaban proclamar los militantes urbanos, por mucho que fueran sindicalistas de empresas públicas y supieran cuáles eran los "argumentos" que se exhibían en las mesas de negociación y los que hacían tan unánimes las huelgas de maestros o de trabajadores petroleros. No es que la mala memoria sea una opción fácil, es que es la única.

De hecho, la izquierda democrática sigue en el mismo juego y eso tiene una explicación también sencilla, pero que vendrá más adelante. ¿Nadie ha oído hablar del libro de Héctor Abad Faciolince sobre el asesinato de su padre? ¿Quién era ese señor? Era un médico metido a político cuya carrera alcanzó cierto esplendor cuando Belisario Betancur permitió a las FARC diseminarse sin incomodidades por todo el territorio y conseguir votos para su partido, es decir, para el partido de Abad, a punta de asesinatos, secuestros y tráfico de cocaína. ¿Alguien recuerda que ese señor era un rentista de esas industrias criminales? Por el contrario, todo el mundo está de parte de su hijo, el mimado del gobierno de Samper, el mimado de la prensa amiga de Samper, amigo personal de cuanto personaje influyente haya en Colombia y naturalmente propagandista de la Unión Patriótica del Siglo XXI.

La explicación de eso es tan sencilla como intolerable para los colombianos: la guerrilla no es una "subversión" contra el poder establecido sino una manifestación de ese poder. Aún recuerdo un titular de prensa de hace más de treinta y cinco años, una entrevista a García Márquez: "Soy una vaca sagrada y amigo personal del presidente Pastrana". Unos meses después apareció la revista Alternativa, el gran órgano vertebrador del proyecto comunista en Colombia, el medio de prensa bien escrito y bien elaborado que adoctrinó a toda una generación de guerrilleros y activistas del castrismo. ¿Qué subversión era ésa? El escritor intrigante, amigo personal de todos los presidentes, se había puesto de acuerdo con el heredero de la primera familia del país y con Antonio Caballero, el rebelde en el que confluyen todos los linajes presidenciales para combatir contra el "establecimiento". ¿Quién se atrevería a dudarlo?

Las personas de escasos conocimientos y escasa relación con esos medios sociales pueden creer fácilmente que las camarillas más altas del poder tienen alguna lealtad con las instituciones sobre las que mandan, pero eso no es así. A esos personajes les da igual que algún recluta, o algún centenar de reclutas, mueran en alguna selva remota. No sería nada raro que ante una noticia de ese estilo López Michelsen o alguien así felicitara a su amigo y contertulio habitual Gilberto Vieira por sus avances. Los grandes dirigentes del comunismo en Colombia siempre han sido "vacas sagradas" y amigos personales de los presidentes, y pueden lamentar la muerte de sus muchachos como cualquier ganadero que lamenta las pérdidas que le ocasiona la muerte de algunas vacas. Pero la persona halagada en su envidia y resentimiento y convencida por toda la carreta "científica" y por los diplomas de los propagandistas los ve a todos como socios del imperialismo y derechistas, y cree que el asesinato de un soldado erosiona el poder de esas familias cuando en realidad lo refuerza.

Bueno: eso ayuda a explicar la resistencia de tanta gente a admitir que las FARC son sólo el PDA en las zonas rurales y que nadie que esté cerca del PDA lo ignora. Esa resistencia se explica porque la gente tampoco admitía que en tiempos de Pastrana II se estaba acordando repartirse el poder con unos criminales según la cantidad de asesinatos que cometieran. ¿Alguien leyó alguna crítica en la prensa? Sí, en realidad sí, eran frecuentes las condenas al gobierno por no ceder más y no buscar realmente la paz. Las FARC sólo son la tropa de la prensa. Esa clase de paz como rendición ante unos asesinos no es extraña a la mentalidad colombiana porque prácticamente toda la clase media educada estaba y está con esos asesinos. ¿O quién votó por el M-19 en los años de la Constituyente? ¿O quién votó por Carlos Gaviria pese a su casi manifiesta adhesión a las FARC?

Pero después de las proclamas de Rodríguez Chacín, de Daniel Ortega y de tantos personajes de los gobiernos vecinos a favor de las FARC el truco del imán ya no funciona. Ya no puede haber niños que crean que los objetos metálicos se mueven solos. ¿O alguien ha visto algún reproche a Ortega por su fraternidad con Tirofijo? ¿O algún distanciamiento de Chávez? ¿O algún interés por saber cómo se financió la campaña de Correa? La adhesión al chavismo, cuya relación con las FARC nadie niega, es absoluta y evidente. Si no se proclaman socios de las FARC es porque eso les haría perder votos, y no porque sus votantes sean menos culpables, sino porque son cobardes.

Ya puestos, ¿son o no chavistas los del Polo Democrático? Es verdad que la desfachatez es la forma de vida normal en Colombia, pero aun así es dudoso que haya quien lo niegue. Y en cuanto chavistas, ¿qué dirían de las alianzas del hampón venezolano con el régimen iraní? No es poca cosa. El jefe del gobierno de ese país niega el Holocausto. Eso ni siquiera despierta interés en Colombia: es tan rentable la mentira, son tantos los intelectuales que han comprado apartamentos suntuosos gracias a los secuestros, fueron tantos los viajes que se pagaron a personas de la izquierda democrática con recursos públicos en tiempos de Samper mientras las FARC mataban y secuestraban a cientos de soldados, que ¿qué importa otro crimen u otra mentira? Es normal que los criminales sean antisemitas, es normal que quienes han organizado una sólida clientela electoral y una eficaz manera de robar recursos públicos gracias a los cilindrazos y castraciones sean aliados de los que niegan el Holocausto.

Lo asombroso en Colombia es que el que los condena está prácticamente solo. Bueno: en la prensa y en los blogs. Afortunadamente la mayoría de la gente en Colombia tiene el suficiente sentido común como para desconfiar de los que reciben premios millonarios de Chávez después de declarar que lo admiran y proclamar que "a Cuba la respetan". Pero entre la clase intelectual es más o menos unánime el apoyo a Chávez y a sus socios iraníes. Y puede que la mafia chavista en la región no sólo esté dedicada al tráfico de cocaína en gran escala sino también a la expansión de la red terrorista que dirige el siniestro régimen de los ayatolás.

Esos otros aliados de la izquierda democrática colombiana son responsables de los actos más graves del terrorismo internacional en Sudamérica: el que destruyó la embajada israelí en Argentina en 1992, con 29 muertos, y la bomba contra la Asociación Mutual Israelita Argentina, en 1994, en la que murieron 85 personas.

Cada día que pasa el comunismo latinoamericano se funde con las organizaciones terroristas de matriz iraní, de hecho, un alto funcionario de ese país andaba muy interesado en invertir en el Caguán. No sería nada raro que incluso en Colombia esas organizaciones empezaran a operar en colaboración con el PDA y su tropa. Entre tanto la prensa seguirá lamentando todo lo que pasó en la época de Bush, cuando otro aliado de Chávez en Oriente Medio cayó y se estableció un gobierno elegido por la gente y comprometido con los derechos humanos. ¿Derechos humanos? ¡Pero si en Colombia son propiamente el negocio de los castristas y de los herederos de la industria del secuestro, como Abad II y Cepeda II! Colombia es el mundo al revés, pero en tanta infamia hay una complicidad generalizada de todas las clases poderosas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 23 de julio de 2009.)

viernes, enero 15, 2010

Las fichas de Chávez

En alguna parte leí que la clave para entender a Hugo Chávez es recordar que tiene formación militar y razona como tal, más que como político. De ahí que ante cada objetivo que se plantee su conducta sea la de quien asedia una ciudad: ante una contrariedad retrocede y lo intenta de nuevo, por el medio que sea. Otros habrían asumido el fracaso del referendo de 2007 como el fin de su aspiración reeleccionista, pero él sencillamente sometió de nuevo a votación el tema. Y lo consiguió.

Y sin la menor duda el mayor escollo de su aspiración bolivarista es Colombia. No descansará hasta haberla integrado en su sistema, y no vacilará en invertir grandes recursos ni en correr riesgos con ese fin. Y uno de los errores más característicos de quienes no desean ese futuro para Colombia es no querer ver que el asedio se mantiene, y que no es sólo hostil sino también galante. De hecho, es indudable que le sorprende que su seducción no tenga éxito en Colombia. Y de nuevo los antichavistas se equivocan pensando que no lo puede tener o no lo tendrá. Colombia no es tan distinta a Venezuela, y la capacidad del caudilo para corromper es tan grande como los ingresos petroleros de su país. ¿Habrá quien crea que el triunfo del Polo Democrático en La Guajira en 2006 es el resultado de una iluminación súbita de los wayúus y demás pobladores, tal vez al conocer los razonamientos de Carlos Gaviria?

Lo que más ha impedido el éxito de la seducción del coronel en Colombia es la popularidad de Uribe. Por una parte la izquierda se había desprestigiado en los tres gobiernos en que había influido y después de imponer una Constitución "protochavista" siguió combinando todas las formas de lucha para tomar el poder, a tal punto que la gente terminó harta y se entusiasmó con un político de discurso conservador. Pero eso no es suficiente, también es verdad que por una parte el período de Uribe hasta 2008 fue el de la gran expansión de la economía mundial, el mismo en que Chávez se permitió ganar unas elecciones y apropiarse de todas las instituciones venezolanas. No se debe olvidar que en 2002 estaba a punto de caer por una rebelión popular.

Y por otra la conducta del gobierno colombiano parece dedicada a impedir que alguna figura popular arrastre a la clase de gente a la que arrastró Chávez: esos millones de colombianos que votaron por Horacio Serpa en 1998 y que de algún modo continuaban tendencias profundas, como las que afloraron con Gaitán y la Anapo. Uribe se dedicó al asistencialismo y a la telepolítica, siguiendo, como Chávez, el ejemplo de Fujimori. Puede que con políticas más ortodoxas y tecnocráticas recibiera menos críticas de los entendidos, pero también que en ese caso habría una poderosa corriente de descontento encauzable por el chavismo.

Eso quiere decir que el tigre está anestesiado pero en cualquier momento se despierta, sobre todo porque mantener los índices de popularidad se volvió la única política del gobierno y así nunca se tuvo una visión de largo plazo que permitiera una continuidad de las políticas eficientes del gobierno (como las que permitieron la formidable recuperación del primer período de Uribe) . Las camarillas que rodean al presidente carecen de ideas que no tengan que ver con la preservación de sus cargos, y por eso tuvieron las geniales ideas de la segunda reelección y el referendo, que tanto han hecho por erosionar la legitimidad del gobierno y su reconocimiento internacional.

La situación actual por una parte es de incertidumbre: faltan diez meses para las elecciones y todavía no se sabe si Uribe se presentará ni qué candidatos tendrán oportunidades. Pero hay una cosa que es cierta, y es que Chávez intentará aprovechar la consulta para poner un gobierno afín, no necesariamente del Polo Democrático, que no ganaría unas presidenciales ni gastando todo el presupuesto venezolano en comprar votos, sino formado por algún Zelaya local. Como casi todos los países de la región, incluido México, Colombia escogerá entre el Socialismo del Siglo XXI y la democracia liberal, o al menos un régimen parecido a los que han imperado durante el siglo XX.

Las fichas de Chávez más obvias están en el PDA, pero no hay que exagerar la sumisión de ese partido al gorila. Los comunistas son minorías intelectuales que tienen sus propia agenda y en Colombia hasta su propia tropa, que puede que le sea más necesaria a Chávez que Chávez a ellos. En Cuba, los comunistas sólo se unieron a la insurrección de Castro un mes antes de la caída de Batista, con el que habían gobernado en los años cuarenta. La imposibilidad de apartarse de las FARC ha llevado a ese partido a un considerable desprestigio, por lo que casi se puede asegurar que su candidato no pasará a segunda vuelta en 2010 y tal vez quede muy lejos de los resultados de 2006.

Dentro del "liberalismo" hay muchas familias, pero todas dependen del gorila y aun de las FARC y sólo compiten por disfrutar de sus favores. La única excepción es Rodrigo Rivera, que sólo en un país tan torcido como Colombia puede estar apoyando al gobierno y militando en el mismo partido de Piedad Córdoba.

Por una parte están los miembros de la mafia de Ernesto Samper, personajes que alguna vez deberían responder por la serie de asesinatos que cometieron o encargaron durante el funesto período en que su líder fue presidente. El hermano de Samper es más o menos el ideólogo oficial de las FARC en la prensa, miembro de Colombianos por la Paz y de nuevo columnista dominical de El Tiempo. Esos bandidos no ocultan su afinidad con Piedad Córdoba y en ningún caso obtendrían una votación significativa, salvo que los recursos del gorila se concentraran en financiarles su maquinaria.

Más peligrosa es la banda de César Gaviria, cuya actitud ante la senadora amiga de Chávez y ante el propio dictador es servil aunque vergonzante. ¿Qué pasaría si Rafael Pardo ganara las elecciones en 2010? Ni siquiera se puede hablar de un proceso como el de Zelaya, pues ese precandidato incluso ha escrito elogios de Chávez y ha defendido a la senadora. Pero mucha gente no quiere ver que son fichas de Chávez tanto como la misma señora Córdoba o como Petro o Borja. El ex presidente tiene fama de "neoliberal" y el precandidato se presentaba como "uribista" en 2002. Naturalmente que todos esos pajes de Piedad Córdoba se proclaman defensores de la seguridad democrática. Es porque es en Colombia, la gente está acostumbrar a la desfachatez más increíble.

Pero los "liberales" tampoco podrían ganar por sí solos unas elecciones, probablemente tampoco pasarían a segunda vuelta. El verdadero peligro de un sometimiento de Colombia al chavismo vendría por otros candidatos más equívocos que en la segunda vuelta podrían necesitar los votos de "liberales" y polistas. Esos candidatos son Germán Vargas Lleras y Sergio Fajardo. Ambos han hecho guiños a la izquierda y respecto al gorila y a su agente en Colombia son cuanto menos equívocos.

Es verdad que Vargas Lleras denunció en su momento las atrocidades del Caguán y ha estado con el gobierno en estos años, pero ¿qué sentido tendría su aspiración en una segunda vuelta contra Santos, por ejemplo? ¿Qué haría para buscar los votos de la izquierda y del "liberalismo" como pretende? En cuanto a Fajardo no hay la menor duda: a toda costa buscaría el apoyo de Obama o de los socialdemócratas europeos, como Zapatero, para una negociación con las FARC, esta vez sí en serio.

Un gobierno de alguno de esos señores sería como los que hubo en Ecuador y Bolivia antes del ascenso de los chavistas. Sin una determinación de movilizar a la sociedad colombiana contra el chavismo poco se podrá hacer contra los defensores del Caguán, que todavía dominan en la prensa, las mafias sindicales, que en la primera ocasión volverán a las eternas huelgas de maestros y de todas clases de empleados públicos de las décadas pasadas; las ONG que organizan desplazados, indígenas, "afrocolombianos", colectivo LGBT, etc. para manifestarse, bloquear carreteras y demás; las redes de la izquierda democrática en las universidades y los verdaderos dueños del país, que son los hampones que dominan las altas cortes.

Si los colombianos antichavistas no somos capaces de derrotar rotundamente a las fichas del tirano y sus aliados se puede dar por descontado que también Colombia emprenderá el rumbo de Zimbabue. Lo que se ha visto en esta década es un "embrujo autoritario" en el que la gente apoyaba una política de mano dura contra los terroristas y el gobierno aprovechaba los altos precios de las materias primas y la destrucción de la economía venezolana para mantener altas tasas de popularidad. Con la crisis todo eso es mucho más difícil, y las campañas de los "poderes fácticos" por integrar a Colombia en "nuestro entorno" y erosionar la imagen del gobierno darán algún resultado.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 14 de julio de 2009.)

lunes, enero 11, 2010

Perversidad del buenismo

Una duda que me asalta con mucha frecuencia es lo que sentirán los entusiastas de Obama respecto a los acontecimientos de las últimas semanas. Es posible que se consuelen pensando que todo está controlado y nada es tan grave como el hecho de que EE UU invadiera Irak en tiempos de Bush. ¿Cómo distinguir al antiamericano y en realidad antimoderno del papanatas que cree que a Chávez y Ahmadineyad se los contiene reconociéndolos? ¿Cuánta gente cree de buena fe, más allá del atrevimiento que le permite la ignorancia, que los iraquíes estarían mejor sometidos al criminal que arrastró a la muerte a casi un 10 % de los ciudadanos y al exilio a otro 20 %? Es difícil saberlo, porque las campañas de la prensa, por ejemplo de la prensa colombiana, crean una falsa comunidad en la que a fin de cuentas la amenaza para el mundo era Bush mientras que Chávez es un demócrata de lo más legítimo, o casi.

No obstante, vamos a suponer que muchos de esos entusiastas de Obama obran de buena fe y creen realmente en la democracia. ¿Cómo interpretarán los hechos de las últimas semanas? A mí me hace recordar el chiste del aristócrata que le ofrece su palacio a una señora de su clase social a cambio de una noche de amor. Cuando ella acepta le ofrece lo que se ofrecería a una prostituta barata. "¿Por quién me ha tomado?" "Eso ya se aclaró, ahora discutimos el precio." La frivolidad y en últimas deshonestidad intelectual de esas personas ya quedó en evidencia cuando callaron respecto a la negativa de los demócratas a firmar el TLC con Colombia. Insisto, no hablo de los chavistas, que tienen sus motivos, hablo de los que se consideran diferentes.

¿Qué clase de pretexto es el de que el gobierno no protege a los sindicalistas? Ya lo han explicado muchos periodistas estadounidenses, a los que los demócratas leen, que los tales sindicalistas son simples afiliados a sindicatos y son asesinados unas ocho veces menos que los demás colombianos. ¿No sería más razonable condenar al gobierno colombiano por no proteger la vida de los demás ciudadanos? No, porque en ese caso se recordaría que los índices de homicidios bajaron radicalmente a partir de 2002.

La envarada reprimenda por no proteger a los sindicalistas sólo corresponde a que las personas poco informadas en Estados Unidos interpretan esos regaños como una actitud digna ante la dictadura latinoamericana de derechas que persigue a la oposición, según un mito que divulgan los extremistas de la prensa y los amigos de las guerrillas en EE UU. El prurito de amor por los sindicalistas, que provocaría mucho asco si la gente entendiera las falsedades sobre las que está montado, por una parte complace a los afiliados a sindicatos, tradicionales votantes demócratas, por el otro frena la posible firma del TLC con Colombia.

Pero ¿a quién no le conviene que se firme el TLC con Colombia? La gente más débil tiene mucho recelo ante el libre comercio con otros países porque las diferencias de salarios terminarían arrastrándolos al desempleo o a la reducción de ingresos. Por eso creen que un TLC con Colombia ayudaría a perder empleos en EE UU, y los sindicalistas (es decir, los que viven del sindicalismo) les ayudan a creer eso. Esa gente no sabe que Colombia exporta todo lo que quiere sin aranceles a EE UU por el Tratado de Preferencias Andinas, mientras que EE UU exportaría sin aranceles a Colombia con el TLC. Sin el menor atenuante: se engaña a la gente para que crea en una ficción y se la perjudica con el pretexto de defenderla. Ni hablar de las posibilidades de desarrollo de un aliado en una región en la que reina el antiamericanismo.

Pero no: Colombia no es un aliado de Obama porque el gobierno de Uribe y sus éxitos contra el terrorismo servían a la propaganda republicana. El tener a un aliado firme en la región interesa menos que la hegemonía entre los votantes y la ventaja respecto de los republicanos. Los admiradores de Obama no se han detenido a pensar en eso pese a que lo saben muy bien: les resulta justificable a ellos también puesto que la no firma del TLC perjudica a Uribe y, se dirán, se traduce en mayor respeto de los derechos humanos. Sólo es que ya no se trata sólo del cinismo del presidente estadounidense, sino del de sus partidarios en Colombia.

En realidad la disposición dialogante de Obama tiene el mismo sentido falaz de la negativa a firmar el TLC: se trata de un elemento de propaganda política que asienta el mito de que los problemas, como la costosa factura de la guerra de Irak, empezaron por la arrogancia y agresividad de Bush: lo que hace falta es diálogo y comprensión. Ese diálogo y comprensión llevan en sí un reconocimiento tácito a los más siniestros tiranos como líderes de sus naciones. Todos los campos de concentración cubanos, los fusilamientos de gente que intenta huir y los encarcelamientos de disidentes quedan redimidos porque el presidente estadounidense necesita mostrar al mundo un talante urbano, comprensivo, académico y de "poder blando". Lo mismo se puede decir de los mil atropellos de Chávez, de la opresión de los iraníes (sobre todo de las iraníes) a manos del régimen teocrático, etc.

El resultado de esa actitud es fácilmente previsible: antes del diálogo los incomprendidos ganan posiciones. Chávez encarcela a Baduel y persigue a Rosales, los iraníes avanzan con su programa nuclear, los norcoreanos se envalentonan más que nunca, etc. ¡Ya están reconocidos, ahorá sólo hace falta ponerse difíciles para llegar bien situados a la negociación! El bondadoso renovador no entiende que su tierno ofrecimiento no genere una masiva adhesión de esos a quienes ha abierto los brazos, de modo que se muestra más abierto y generoso, como esos enamorados a quienes sus amadas desprecian y manipulan con cómodo desparpajo. El discurso de El Cairo es un caso de reconocimiento de todas las aspiraciones no de los ciudadanos de países musulmanes, sino de sus gobernantes, casi nunca elegidos, como lo demuestra Arcadi Espada.

Tras ese discurso el atrevimiento de los ayatolás fue aún mayor: tranquilamente cometieron un fraude masivo en las elecciones y reprimieron la protesta de la gente, seguros de que cuanta más crueldad exhibieran más dispuesto estaría el líder de Occidente a ceder.

Del mismo estilo es la reunión de la OEA en que mostró tan amplio reconocimiento a Chávez y los Castro: no van a llegar a disgustarse por sus diferencias de opinión, los países están llamados a entenderse, etc. Ellos encantados: sin la menor duda, nada animó más a Chávez a encargar a Zelaya el golpe de Estado con que hundiría a Honduras en el creciente agujero negro del Socialismo del Siglo XXI. Después de que EE UU y Colombia votaran a favor de la incorporación de Cuba ya casi se podría adivinar que también respaldarían la expulsión del pequeño país centroamericano porque sus elites resistieron al golpista. Como si fuera muy complicado proponer en la OEA que en lugar de expulsar a Honduras se convocaran elecciones anticipadas y se las vigilara bien. ¿Quién va a esperar que el civilizado líder estadounidense va a ponerse a defender a esos golpistas en lugar del presidente elegido? ¿A quién se le va a ocurrir que Estados Unidos hoy en día vaya a detectar rasgos antidemocráticos en un país ahora amigo como Venezuela?

Los asesores de imagen de los políticos siempre les aconsejan pensar en una persona que ve por un momento la televisión mientras come y trata de quitarse de encima a los niños, de distraerse del cansancio del trabajo, de pensar en lo que hará con la compañera o el compañero de trabajo con quien espera tener una aventura, o en las facturas, o en su infancia. Las sutilezas de la política no están al alcance de esa gente. Vagamente recuerdan su rechazo de otra época por los regímenes militares de Hispanoamérica y sin dificultad se indignan cuando ven un golpe de ésos. Obama sabe llegar a esa clase de gente: las posibilidades de que los hondureños vivan libremente y tengan instituciones que funcionan no le interesan en absoluto, sino la adhesión de esa gente que no conoce nada de Centroamérica ni del avance del chavismo.

De tal modo, Chávez y sus socios resultaron los amos de la OEA y los garantes de la democracia con el resuelto apoyo del gobierno estadounidense. Hay una palabra vieja que describe a esa clase de personas: santurrón: "gazmoño hipócrita que aparenta ser devoto". Esa clase de demócrata es Obama, el que para alimentar la ficción de que el mundo sólo sufre por la arrogancia de los republicanos deja hacer tranquilamente a cuanto criminal gobierna y condena a Colombia a estar expuesta a las agresiones del sátrapa venezolano, pues no faltaría más sino intervenir en la región y pecar como los republicanos.

La expansión del imperio chavista encontró un aliado espléndido en el nuevo presidente estadounidense. Emulando con ventaja a su precursor en el "buenismo", Jimmy Carter, el que toleró el genocidio de Camboya, el mayor crimen desde la segunda guerra mundial, y ayudó a Daniel Ortega a apropiarse de Nicaragua y a llevar la Guerra Fría a Centroamérica, Obama parece empeñado en ayudar a todos los enemigos de la democracia. Sobre todo reconociéndolos, pero también aislando a los países que podrían serles hostiles y mostrando debilidad, como explica Gabriel Albiac.

Los episodios de Honduras y el nuevo papel de la OEA anuncian para Hispanoamérica una catástrofe mucho mayor que cualquiera conocida. ¿Se detendrá Chávez en su proyecto expansionista ahora que ha sumado dos nuevos países, El Salvador y Paraguay, a su imperio? ¿Se volverá un demócrata? Lo más probable es que considere que ya tiene permiso para convertir la frontera con Colombia en un burladero para las FARC y el ELN, respaldado por el armamento que compró y por la evidente determinación de Obama de ayudar a caer al gobierno aliado de los republicanos. Eso sí, siempre complaciendo los prejuicios del ciudadano ordinario que puede ser persuadido de que el gobierno colombiano vive dedicado a matar sindicalistas.

He pensado mucho en esa clase de personas leyendo una cita del discurso de Obama sobre la prisión de Guantánamo:
Al mismo tiempo, en lugar de servir de herramienta contra el terrorismo, Guantánamo se convirtió en un símbolo que ayudó a al-Qaeda a reclutar terroristas para su causa. De hecho, la existencia de Guantánamo probablemente creó más terroristas en el mundo que los que allí detuvo.
¿Quién lo dudaría? Al Qaeda resulta un movimiento que busca las libertades cívicas y sus nuevos militantes resultan humanistas indignados por la crueldad. Sinceramente es difícil encontrar algo más falaz que esa cita: ¿los terroristas los crea la prisión de Guantánamo o el permiso para gobernar un país que se les dio en tiempos de Clinton? ¿Ha crecido Al Qaeda desde que existe esa prisión? Eso sin hablar de la tranquila acusación de torturas, respecto de lo cual la misma Administración Obama reconoce que no las había, como explica Ramón Pérez Maura.

En esa mentira Obama tiene un precursor muy característico, obviamente también dedicado a halagar los prejuicios de sus votantes: el presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, que en un discurso ante la ONU explicó tranquilamente que Al Qaeda era un producto de la desigualdad económica. La gente ignorante en España puede llegar a creer eso.

El demagogo sabe explotar el prejuicio y complacer a los suyos: una vez la brutal hostilidad de Chávez y Ahmadineyad contra la democracia y contra Estados Unidos es culpa de Bush y de la falta de buenas maneras, una vez Al Qaeda recluta gente que se inmola para rabiar contra la crueldad, etc., la simpatía de la gente por el hombre bueno aumenta. Puede que al mismo ritmo con que se implanta el reino del terror en los países del ALBA y se prepara quién sabe qué barbaridad en cualquier parte del mundo.


(Publicado en el blog Atrabilioso el 8 de julio de 2009.)

martes, enero 05, 2010

De Cuervo a Thomas

A raíz de la polémica generada por la norma aprobada por el Concejo de Bogotá de obligar a usar el "lenguaje incluyente" en los textos de la administración capitalina, la profesora Florence Thomas publicó en El Tiempo una columna titulada "La caverna de Rufino Cuervo". Creo que sin darse cuenta la señora Thomas abrió un camino para enriquecer la discusión de un modo que puede resultarle poco grato.

Rufino José Cuervo
No existe ninguna materia científica, por especializada que sea, en la que una de las primeras figuras sea un colombiano, salvo la Filología Española. En ella Cuervo resplandece muy por encima de cualquier argentino o mexicano, por mencionar dos países cuyos ciudadanos figuran por delante de los colombianos en las demás ciencias. El ataque de la señora Thomas es muy sintomático, no sólo de su ignorancia de la historia colombiana (atribuye al filólogo el nombre de su padre), sino del tipo de prejuicio sobre el lenguaje y de afán renovador a toda costa que define su posición. Pero antes de extenderse sobre esto conviene detenerse en el contexto en que reina la citada profesora.

Castas guerreras y sacerdotales
Por lo general los iberoamericanos nos sentimos excepcionales en el mundo: somos el producto de una conquista brutal y de la posterior colonización de gente llegada de lejos. En realidad ése es un proceso casi rutinario en la historia. En el caso de India los conquistadores indoeuropeos compartimentaron la sociedad y se atribuyeron a sí mismos el papel de mando: ellos y sus descendientes. Son los "colores" superiores de la sociedad india tradicional, los guerreros y sacerdotes. El mismo fenómeno se puede observar en muchos sitios. A medida que pasa el tiempo y que los pueblos sometidos asimilan el nuevo orden, la casta sacerdotal expande su poder y su número a costa de la casta guerrera. Eso mismo ocurrió en Colombia con los criollos en el periodo colonial, y en gran medida el "conflicto" con los comunistas, al igual que en toda Hispanoamérica, es la resistencia de esos privilegios atávicos.

Patrimonialismo
La casta sacerdotal amplía sus funciones a medida que la sociedad se diversifica y el Estado crece. Dentro de ella cabe en últimas la burocracia, o al menos sus elites. En Hispanoamérica ese poder perpetuado se caracteriza aún por el patrimonialismo (o enajenación de los bienes públicos por parte de los que ejercen el poder). En el periodo colonial era legal enriquecerse en el ejercicio de un cargo público, y después el Estado siguió siendo el gran proveedor de recursos para los miembros de los grupos de poder y sus descendientes. Hasta mediados del siglo XX la Iglesia y el Ejército eran los principales surtidores que proveían esas rentas, pero desde entonces han ido aumentando los empleos en otras entidades estatales: los organismos de control, los que proveen felicidad a la población, la universidad, obviamente...

Trotskismo

¿Se entenderá que en Colombia tradicionalmente ciertas personas tienen asegurados puestos de mando en la función pública desde que nacen? No, no sólo los políticos de las diez familias principales sino muchos otros. Si no fuera posible proveerlos entre los que hay, se crearían los cargos, como ocurre con infinidad de organismos. Esas personas sagradas se forman en los mismos colegios y mantienen una notoria cohesión de grupo desde la infancia. En la universidad se integran en alguna hermandad más o menos vedada a los demás, que en el siglo XIX era la masonería y desde la época de la Revolución cubana son las sectas totalitarias. En los años setenta, la época en que Florence Thomas empezó a destacar en el medio colombiano, la moda que agrupaba a los cachorros de burócratas de alto nivel, al menos en Bogotá, era el trotskismo. Casi que todo está expresado en esa elección: nada de arriesgarse en aventuras armadas, nada de hacerse responsable de monstruosidades, ninguna relación con indigenistas y demás descastados: un ideal de comunismo elegante e inédito, un poco afrancesado y muy respetable intelectualmente (en Colombia, claro), y para completar el retrato una estética (barbas y bigotes muy cuidados y gafas redondas) que recordaba la época de Rufino José Cuervo. No se podía pedir más.

Mayo del 68
Desde el fin de la segunda guerra mundial Francia experimentó la hegemonía cultural del socialismo, con diversas variantes. Las más revolucionarias afloraron en la revuelta de mayo de 1968, y su influjo en Hispanoamérica, todavía a la moda de París, fue enorme. Esas corrientes, cuyo común denominador es el afán de destruir la democracia formal, son lo que anima el activismo de la profesora francesa, sobre todo en la medida en que también coinciden con la aspiración de las camarillas de revolucionarios de clase alta que a un tiempo temen a una sociedad igualitaria como resultado de la globalización y aspiran a ascender socialmente desplazando a la cúspide del poder (las pocas familias que suelen dominar la política nacional). Ella es la abanderada de ese proyecto revolucionario y ése es todo el sentido de su feminismo. En una página hagiográfica se lee sobre ella:

Thomas había llegado a Colombia en 1967 en compañía de Manuel Morales, un colombiano del cual se enamoró en París, padre de sus dos hijos: Nicolás y Patrick. Florence quedó encantada con el país, sus gentes, con el níspero, el lulo y los encapuchados de la UN, a los que conoció en calidad de docente extranjera cuando irrumpían, con pasión juvenil, a sus clases de Psicología Social para difundir consignas sobre un mundo más igualitario.

Me equivoqué: los asesinos emcapuchados no temen ni resisten un mundo más igualitario, sino que lo buscan. Una vez graduados, esos igualitaristas se integraron en los sindicatos de empresas públicas y se pensionaron antes de los 45 años con el ingreso de varias decenas de personas. No, no habían renunciado a un mundo igualitario, lo habían hecho más igualitario para los demás, pues la mayor parte de la renta minera del país se la repartían (y aún se la reparten) entre ellos como premio a su lealtad a las bandas terroristas y a los ideales de Florence Thomas.

Feminismo
Antes de seguir con las ideas de Florence Thomas conviene detenerse un poco en esta noción. Antes de 1968 no había claras conexiones entre izquierda y feminismo, y ni siquiera el reclamo por el derecho a votar interesaba mucho a los comunistas. Fue a partir de entonces cuando descubrieron el filón de los particularismos: raciales, "de género", nacionales, religiosos, regionales, ecologistas, de modos de vida alternativos, de orientación sexual, etc. El motivo de esa variación es que definitivamente el gran sujeto del cambio histórico, la clase obrera, se había desdibujado. En política no llega al poder quien no consiga armar mayorías. Si se piensa que las mujeres son la mitad de la población, quien consiga trasladar el mito de la explotación a las mujeres (como parte de un orden superable por el socialismo) ya tendría audiencia en la mitad de la población del mundo. Pero el feminismo que no era pretexto de los totalitarios tenía mucho sentido en las sociedades avanzadas y sigue teniéndolo en Colombia: no habría por qué reprobar a ningún movimiento político con agenda femenina. Es que el de Florence Thomas y los trotskistas o ex trotskistas de la Universidad Nacional sólo es el totalitarismo. Por eso todos son miembros de "Colombianos y colombianas por la paz".

Heroína civilizadora
La señora Thomas se concibe a sí misma como una heroína civilizadora que llega con una graciosa novedad a una región atrasada y miserable, en la que la gente todavía no ha aprendido a ser como ella. Como ocurre con tantos europeos en Colombia, automáticamente encuentra la adhesión de la mayoría de la gente, pues del orden de castas antiguo viene esa sumisión servil ante la gente blanca y europea, con frecuencia mezclada con un enorme resentimiento, que se atenúa si la persona permite al lagarto integrarse en su medio. Todo eso es muy interesante, porque una persona como ella difícilmente tendría algún liderazgo en su país y el hecho de tenerlo en Colombia le hace particularmente agradable la vida. En cuanto europea útil a los igualitarios que se ganan por explicar sus opiniones políticas al menos diez veces el sueldo de la gente que se desloma trabajando, la señora Thomas resulta rápidamente integrada en la elite de la sociedad.

Ingeniería social
Pero esa labor de la señora, de repente encumbrada por su afinidad con los totalitarios, sólo puede ser concebida por una parte como ingeniería social y por la otra como parasitismo. La tarea de corrupción del lenguaje que emprende (siguiendo una aburrida rutina europea, hoy en desuso salvo entre la izquierda radical y en el gobierno español) alrededor del "género" (la Universidad Nacional tiene una Escuela de Estudios de Género, en la que la señora Thomas y sus subalternos o sucesores adoctrinan a la gente para que piense que el sexo con el que nace es una idea que le imbuyeron y que en realidad su "género" es el que escoja) sólo tiene sentido como aguijón del resentimiento. En eso se gastan los recursos de los colombianos. Lo interesante de la ingeniería social de los totalitarios es que con la supuesta intención de proteger a la gente lo que se hace es someterla. No otra cosa son los fabulosos programas de salud y educación de la satrapía cubana, respecto de la cual una ex trotskista conspicua, Laura Restrepo, declaraba sin rubor: "Es lo que queremos".

Filología
Los estudios lingüísticos, incluida la gramática, tienen por objeto conocer las estructuras del lenguaje. Cuando se trata de la gramática normativa tienden a proponerse formas de hablar o de escribir que se consideran más correctas. Esto corresponde a la eficacia de la expresión, a la claridad del mensaje y a la precisión de su sentido. Cuando a Florence Thomas, portavoz de los aprendices de brujo subvencionados que reinan en la Universidad Nacional, le parece que el mundo de Cuervo es "la caverna" está aludiendo a esta noción. La suya es la de la imposición burocrática, cosa que nadie podrá negar en el caso del "lenguaje incluyente" del consistorio bogotano. A ellos no les interesa conocer el lenguaje, sino crearlo según sus aspiraciones de dominio, un poco como cuando Chávez ordena adelantar media hora los relojes. En ese contraste entre el mundo de Orwell y el de la más alta ciencia que ha habido en Colombia se expresan claramente las motivaciones "feministas" de Florence Thomas y sus "intelectuales" barbilindos. La corrupción del lenguaje contra la ciencia del lenguaje.

Obreros y mujeres

En Colombia hay un machismo odioso y opresivo, que es como decir que hay desigualdades económicas. Lo que pasa es que los totalitarios como defensores de las mujeres son sólo un ejemplo de cinismo: el feminismo de Florence Thomas ha aportado tanto a las mujeres colombianas como el sindicalismo de la CUT a los obreros colombianos. Ha sido un pretexto eficaz para que los de siempre obtengan sueldos multimillonarios (por ejemplo, cuando Luis Eduardo Garzón presidía la CUT, en los noventa, se ganaba diez millones de pesos mensuales, lo cual equivalía a más de cuarenta salarios mínimos, cantidad que ningún funcionario del Estado se gana en ningún país europeo) y los demás sigan en la miseria. Si algo ayudaría a redimir a las colombianas sería ante todo el crecimiento económico y el imperio de la ley, pues la pobreza y la inseguridad son sus principales problemas. Lo que pasa es que prósperas y seguras no habrá modo de que obedezcan a Florence Thomas y sus sueños "emancipadores". De quien más urge emanciparse es de esas personas, sobre todo por el robo infame que cometen contra los colombianos (y colombianas) cobrando sueldos fabulosos por adoctrinarlos y someterlos.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 1º de julio de 2009)