jueves, marzo 29, 2012

El lamento pacifista


Solipsismo
A la gente ignorante la idea del idealismo extremo, que considera la realidad como una pura ilusión, le parece una pura idiotez. Y es que la ignorancia no es más que la suma de certezas producidas por la imposición de imágenes o moldes conceptuales presentes en la memoria sobre la percepción de los sentidos, tal como según Shánkara sobreponemos la imagen de una culebra a un trozo de cuerda y lo tomamos por tal. Sin la discusión que presentó Parménides a los filósofos que lo precedieron ("¿Cómo puede ser un no ser pensado?"), que conduce sin remedio a la cuestión de la ilusoriedad del mundo visible, sin duda la filosofía sería mucho más pobre. De hecho, de la cuestión de la imposibilidad del "no ser" surgió la reflexión que condujo a la teoría atómica: el primero que la formuló, Leucipo de Mileto era un discípulo de Parménides y Zenón que intentaba responder a sus maestros. Es muy curioso que esa misma idea esté presente tanto en la reflexión occidental como en la oriental, siendo la doctrina de la no-dualidad que exponía el citado Shánkara la corriente que predomina en la tradición hindú.

Tratándose del tema de este blog, la cuestión es muy importante no porque alguien pretenda discutir si los crímenes e injusticias existen realmente, sino porque para empezar a hablar de ellos hay que remover los prejuicios que se sobreimponen a la realidad. Al menos señalarlos y ponerlos en cuestión. Si uno mira la forma en que la mayoría de los colombianos conciben lo que ocurre, siempre hay tintes marcadísimos de mentiras inducidas por los medios y por la "educación", y son esas mentiras las que impiden una respuesta eficaz a la acción de los criminales.

A señalar esas mentiras y la forma en que operan, así como sus autores, he dedicado muchísimas entradas de este blog, y también muchísimos textos de Twitter con la etiqueta #TodoEstáEnTuMente. Quien quiera que se plantee la posibilidad de superar las desgracias de Colombia debería empezar por esa cuestión de la conciencia, de la hegemonía de las nociones impuestas por los criminales, de la resistencia a aceptar los hechos y en últimas del compromiso de sectores minoritarios en términos demográficos pero hegemónicos en términos institucionales y culturales con las bandas terroristas.

Los Colombianos por la Paz
Debido a la presión ideológica y a la propia confusión moral de la mayoría de la gente (no hay que olvidar que Pablo Escobar despertaba innumerables adhesiones, así como muchos de los asesinos que lo precedieron y lo siguieron), al final viene a resultar que los asesinatos y secuestros que cometen las FARC y el ELN son cosa de la marca de calzado que se les ve, pues sus jefes evidentes no le parecen criminales casi a nadie. Tal es el caso del ex presidente de la Corte Constitucional Carlos Gaviria, al que sólo le falta declarar que encarga crímenes. Pero también de al menos un tercio de los columnistas de la prensa bogotana y de muchos políticos del liberalismo y el Polo "Democrático". No incluyo a los profesores universitarios porque ya no podría decir "muchos" ni mucho menos "un tercio" sino prácticamente todos los que enseñan materias con incidencia ideológica o política.

Para que además del trabajo de adoctrinamiento los profesores pudieran hacer presión a favor de los terroristas, la ex senadora Piedad Córdoba reunió a los líderes del gremio y creó el grupo de Colombianos y Colombianas por la Paz. Cuando uno mira quiénes son los que firman, resultan en su gran mayoría profesores universitarios. Con toda certeza, entre los más de 155.000 firmantes están casi todos los que enseñan materias con incidencia ideológica, aparte de numerosos periodistas obviamente contratados por los grandes medios, y algunos sindicalistas, que derivan su poder tanto de la presión de sus copartidarios universitarios y periodísticos como de los "argumentos" de la tropa rústica.

Bueno, ¿por qué hablaba del solipsismo? Pues porque TODO lo que se escribe y se dice sobre el "conflicto" es ocioso mientras no se entienda que la guerrilla es la universidad. La absurda, pero generalizada, resistencia a aceptar esa obviedad hace pensar en alguien que dijera "las uñas del gato negro me arañaron" o "el dolor de verse engañado por su esposa confundió tanto a don Benito que terminó enredado en las trampas de las oficinas de sicarios". De hecho, el "cineasta" Lisandro Duque, previsiblemente columnista de El Espectador y antes compañero del finadito "Alfonso Cano" en la dirección de la Juventud Comunista, decía sobre la UP:
El espíritu de los camaradas perdió la ilusión de los fierros, y de la alianza con quienes los portan, desde cuando fracasó, de manera sangrienta, ese incauto experimento de un partido mixto de gente legal y vulnerable en las ciudades y gente armada e inmune en el monte, auspiciado en el 85 por el gobierno de Betancur a manera de transición hacia un “inminente” acuerdo de paz.
No hay que seguir leyendo esto (más bien el texto de Lisandro Duque), no hay que volver a pensar en ningún secuestrado ni en ninguna víctima de los crímenes mientras se siga delirando como un niño febril que ve el trozo de cuerda como una culebra. Nunca habrá ningún remedio si no se empieza por plantear eso, pero cada vez que yo le digo a un colombiano que lo más urgente es cerrar esos adoctrinaderos de asesinos me mira como si le propusiera asar a la madre (hace pocos años ponían la misma cara cuando se hablaba de combatir a las FARC). De hecho, un "trino" mío en Twitter con una verdad tan, tan diáfana como ésta es candidato a ser el peor de 2011 en Colombia:

Premio "Erika Fontalvo" al Peor Trino del Año #PTW2011 - Candidato Marzo (1). @ruiz_senior por:

Lisandro Duque habla de los "incautos" que encargaban masacres y cobraban sueldos de senadores (ahora lo hacen sus hijos, pero no dicen que encargan masacres y son presentados por la prensa como "defensores de derechos humanos"), mientras que por lo general los colombianos ignoran el origen de las guerrillas como pura infiltración soviética y cubana que encontró en los delfines del tipo de Alfonso López y Enrique Santos Calderón aliados imprescindibles, en las cohortes de lagartos organizadores aplicados, en el estudiantado la tropa originaria y en los líos de las tierras recientemente colonizadas a los asesinos que les harían el trabajo sucio. De hecho, el mismo vicepresidente, otro antiguo miembro del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista que ordenaba asesinatos de puro "incauto", va a decir que Fidel Castro es un gran amigo de la paz en Colombia, cosa que no ha encontrado rechazo en los uribistas, empezando por el propio ex presidente. La paz de que habla el "halloweenesco" ex sindicalista es la misma de que hablan los Colombianos por la Paz.

La corrupción del lenguaje es otro argumento a favor de la perspectiva solipsista: la culebra no nos atacará porque sólo es una cuerda, y la paz no se conseguirá mientras llamemos así a la guerra.

Declaración de los terroristas
De modo que invito al lector a mirar en su interior para comprobar que no está atribuyendo crímenes o hechos a personas que sólo son subalternos de los verdaderos criminales, y si no estará dispuesto a considerarlos "defensores de derechos humanos", "profesores universitarios" y muchas otras nociones parecidas. Con ocasión de la muerte de alias Alfonso Cano el grupo de la famosa ex senadora publicó una perla que merece toda nuestra atención:
Desde Colombianas y Colombianos por la Paz, expresamos con profunda preocupación, el destino inmediato y futuro para Colombia entera; el Gobierno Nacional está demostrando que al priorizar la confrontación armada sobre la salida política mediante el diálogo y la negociación, carece de una política verdadera de paz y que lo único que busca es mantener los privilegios y el lucro que obtiene mediante la guerra.
¿Cuántos son los asesinados por la banda terrorista en 2011? ¿Cientos? ¿Miles? La principal causa, como admite hasta un columnista como Mauricio Vargas, es la decisión del gobierno de "priorizar la salida política mediante el diálogo y la negociación". El gremio profesoral se queja porque los militares maten a un asesino pero justifican plenamente los asesinatos que éste cometía, ¿o alguien recuerda que algún profesor universitario, aunque no fuera firmante de la correspondencia del grupo de Piedad Córdoba (si bien casi no hay ninguno que no haya firmado) dijera ALGO de las dos decenas de militares asesinados en dos días?

Pero es mucho más: propaganda terrorista. Resulta que aplicar las leyes y contener a los terroristas conduce a que el gobierno mantenga privilegios y obtenga lucro. ¿Hay en la propaganda de las FARC algo comparable? ¿Quiénes son los asesinos? Yo no hago nada para que maten a los jefes de la planta de producción del terrorismo ni para que encarcelen a sus voceros, como la inverosímil Teodora, sino para protestar ante el daño psíquico, moral y cognitivo de la mayoría de los colombianos que les permite suponer que hay unos asesinos distintos a ese grupo de pacifistas. Dentro de poco culparán a las balas, que tienen el capricho de meterse en la piel de la gente.

Ese párrafo muestra con precisión qué es el pacifismo. Pero no el de ese grupo de vanguardia, sino el que predomina en la prensa colombiana. De hecho, la ex senadora fue nombrada personaje del año por El Espectador. Es que los dueños y ejecutivos de ese "periódico" forman parte de la mafia terrorista, igual que los de El Tiempo y Semana, medios en los que el tono de pacifismo es idéntico. De hecho, el locutor estrella de Caracol Radio, Darío Arizmendi, es miembro del grupo de Colombianos por la Paz.

Lo que exigen es que el gobierno ayude a matar soldados y policías sin ninguna respuesta. Lo hacen abiertamente, y es sin duda porque los dueños de la prensa, que son los que animan al grupo de Piedad Córdoba, se lucran de los crímenes terroristas y pretenden que sigan.
Es esta una ocasión propicia para recordarle al país y a la comunidad internacional, que antes que el presidente Juan Manuel Santos, en su discurso de posesión, ofreciera una puerta y una llave para la paz, ya lo habían hecho los principales dirigentes de las FARC–EP y del ELN; por lo que reclamamos a las partes enfrentadas en este prolongado conflicto, que se mantengan en sus respectivos ofrecimientos, que hagan honor a la palabra empeñada y que se decidan a abrir los diálogos de paz sin precondiciones, para detener el baño de sangre entre colombianos y que cree las condiciones fundamentales para una paz duradera y la construcción de la justicia social que reclama Colombia y sus gentes.
Siempre es la misma retórica, a la que están expuestos todos los que reciben clases en las universidades colombianas: se da por sentado que unas bandas de asesinos son equivalentes en términos de legitimidad a las instituciones que representan a los ciudadanos. ¿Habrá que seguir explicando que el baño de sangre se multiplicó en cuanto Santos prometió premiar los asesinatos de las bandas terroristas? Lo de "la palabra empeñada" hace pensar en alguna clase de negociación secreta.
Llamamos la atención sobre el riesgo inminente que se cierne sobre la vida de los militares y policías cautivos en poder de las FARC–EP, y de poblaciones campesinas e indígenas, de continuarse con la intensidad de los bombardeos y operaciones militares, que sin ningún miramiento de carácter humanitario descargan su plomo y sus bombas en el afán de obtener victorias militares a cualquier precio, en vastas regiones de la geografía nacional y que se han convertido en un drama humano para miles de colombianos y colombianas.
Nunca está claro si se trata de amenazar con represalias con los secuestrados o de instrucciones para los terroristas. Tras la fuga de Fernando Araújo Perdomo, el columnista de El Tiempo Lázaro Vivero Paniza, del grupo de Pastrana y Juan Gabriel Uribe, advirtió que eso no se quedaría así. Pocas semanas después fueron asesinados los diputados del Valle (en la columna enlazada arriba Mauricio Vargas señala al finadito Cano como determinador del asesinato).
Pedimos a la sociedad colombiana poner distancia de la euforia y del triunfalismo, en que se regodean los guerreristas con la muerte de un colombiano y que hoy como ayer levantan voces de “fin del fin” y reclaman más violencia oficial. Estos nefandos episodios ya los ha conocido Colombia, por lo cual lo más sensato es atemperar los espíritus y evitar los desbordamientos del entusiasmo o del pesimismo inmovilista.
"La muerte de un colombiano" es muestra de hasta qué punto ese grupo de profesores o asesinos (yo no encuentro la diferencia) admite el golpe que representa para su proyecto la muerte del jefe terrorista. Nótese el tono amenazante.
Reiteramos a Colombia toda y en particular a las partes del conflicto, nuestra disposición a continuar de manera incesante en la generación espacios de diálogo y negociación, así como propuestas tendientes a humanizar el conflicto y para convenir los términos de la paz con justicia social. Invitamos a la sociedad colombiana a no desfallecer, unificar las lecturas y sumar esfuerzos en torno a la salida política que necesita Colombia; para que así nos dispongamos a participar en las definiciones de ese país que anhelamos y en el que soñamos y decimos que podemos caber todos.
La llamada salida política es el motivo por el que se cometen los asesinatos y no puede haber ninguna otra salida que la democracia, es decir, el imperio de la ley, es decir, la aplicación de los códigos legales, la captura y juicio de todos los asesinos y sus cómplices. Las falacias de este párrafo constituyen el modelo de la propaganda terrorista que uno lee todos los días en la prensa. Es que los Colombianos y Colombianas por la Paz son los profesores universitarios que esperan que como promotores de crímenes puedan destacar para ser columnistas de El Tiempo o El Espectador, medios que apoyan al grupo de Piedad Córdoba en sus editoriales.
Finalmente, desde Colombianas y Colombianos por la Paz, consideramos que ya son demasiados los muertos en nuestra patria y que debe cesar el derramamiento de sangre; y por ello continuaremos trabajando por lograr la paz con justicia social y no la paz ofrecida desde el establecimiento que la concibe como la paz de los cementerios o el confinamiento en las cárceles; ya que lo único que se obtiene con esto es la prolongación incesante de la guerra.
Es decir, la doctrina de la prensa, del Polo Democrático, de los progresistas y del Partido Liberal: no que los asesinos dejen de matar, sino que se los reconozca como agentes de justicia.

Sin duda ocurren cosas fuera de la mente, pero ninguna tan importante como la tranquila convivencia de los colombianos acomodados con los criminales que firman esa correspondencia con los terroristas. Son los que se lucran de los crímenes, tienen un poder significativo en el Estado y aspiran a ocupar puestos de mando en la sociedad. Sin un rechazo resuelto a estos amplificadores de los editoriales de la prensa, será imposible que las bandas terroristas desistan.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 8 de noviembre de 2011.)

sábado, marzo 24, 2012

Teorías de conspiración

Con mucha frecuencia, las denuncias sobre intrigas y maquinaciones de las camarillas dueñas del poder en Colombia se describen como "teorías de conspiración". Es la cultura del país: la pereza de investigar algo lleva a descalificar con cualquier exabrupto todo lo que no conviene a los prejuicios arraigados.

Lógicamente, la descalificación de las sospechas sobre tales maquinaciones corre por cuenta de los mismos que las promueven, como ocurre con los redactores de los periódicos. Siendo los propietarios de éstos el mismo grupo que manipula la política y el poder judicial, no es raro que no quieran que se sepa lo que se cuece por detrás de las noticias publicadas.

De modo que allá vamos a proponer al lector dudas que a muchos les parecerán "teorías de conspiración". La primera tiene que ver con las campañas electorales de David Luna, Gina Parody y Carlos Fernando Galán, sobre la cual versó una entrada reciente de Jaime Restrepo Vásquez. ¿Qué explicación tiene ese gasto de fortunas fabulosas para una causa perdida? ¿Es demasiado delirante suponer que se trataba de impedir que los votantes resultaran polarizados entre el amigo de Chávez y el candidato al que apoyaba Uribe porque eso podría conducir al fracaso del primero?

Es muy interesante prestar atención no tanto a ese hecho cuanto a las reacciones que suscita: los medios crean una realidad en la que todo eso es "normal" y el ciudadano debe plantearse votar como si fuera la interpretación de su personalidad y no la designación de un solo candidato entre varios. Del mismo modo, el misterio de los miles de millones despilfarrados de tal modo nunca aparece en la prensa y sólo merece expresiones de desprecio por parte de quienes tienen poder gracias al statu quo imperante.

En todo ese juego desempeña un papel fundamental el ex alcalde Antanas Mockus, cuya trayectoria merece la máxima atención, porque detrás de la retórica antipolítica, de la moralina, del galimatías pseudofilosófico y de la espectacularidad del histrión lo que hay es la labor de un agente de potencias que se mantienen relativamente en la sombra.

También Jaime Restrepo Vásquez señaló que tras su nombramiento como rector de la Universidad Nacional por César Gaviria Mockus llegó a la alcaldía de Bogotá, donde dio entrada a los Nule, cuyas relaciones con el Estado datan del nombramiento de un pariente suyo como ministro de minas por el mismo presidente. La última candidatura presidencial de Mockus arroja muchas luces sobre la clase de lealtades que tiene en el mundo de la política. Pero antes conviene detenerse en la ruptura del Partido Verde. ¿Qué habría pasado si Uribe decidiera apoyar a un candidato propio a la Alcaldía? ¿Estaría en tal caso Mockus en el bando de Peñalosa para que fuera alcalde y su grupo se consolidara como entidad política con futuro? Más bien parece que la adhesión de Uribe le sirvió como pretexto para servir al juego de su mentor.

Pero antes de eso fue candidato presidencial, y antes activista equívoco que participó en la marcha de desagravio a las FARC del 6 de marzo de 2008.



Resulta muy curioso, muy "conspirativo" que el magno humanista no pudiera tolerar el apoyo de Uribe al candidato de su partido pero sí participara sin problemas en una marcha convocada por Iván Cepeda. Su recurso fue un viejo estribillo de la propaganda terrorista: la equiparación entre los terroristas y quienes los persiguen, entre cometer secuestros y tratar de impedirlos.

Pero hay algo más llamativo alrededor de Mockus, en cuya campaña presidencial tomaron parte los herederos de Carlos Gaviria y numerosos legitimadores del terrorismo: su relación con la "analista" Claudia López, "investigadora" de la Corporación Nuevo Arco Iris con gran incidencia en temas de parapolítica. No hay que olvidar que dicha "corporación" es el nombre que adquirió la Corriente de Renovación Socialista, una rama del ELN que pasó a la legalidad gracias a la generosidad del mismo gobierno de César Gaviria que premió a Pablo Escobar y a sus socios del M-19 con una Constitución.

Antes del intento de explotar los presuntos asesinatos de inocentes por miembros de la fuerza pública como tema de su campaña electoral, Mockus formó parte de una campaña de reparto de una tarjeta de navidad relacionada con dichos crímenes. No está de más recordarlo y recordar la página, donde se puede ver esta belleza de video en el que presentan a Juan Manuel Santos declarando que los asesinatos son una política del gobierno (a partir del minuto 1.10; para que vean cuál es el rigor de esta gentecita).


Es un buen ejemplo de la clase de moralidad del personaje. Pero ¿quiénes lo acompañaban en tan noble tarea? La mencionada filántropa y otro prócer muy ligado a César Gaviria, Rudolf Hommes, que fue ministro de Hacienda de su gobierno. Para no volver a aludir a él conviene recordar que en la campaña electoral de 2010 se destacó por "repetir subliminalmente las amenazas de Chávez" como lo señaló el columnista de El Espectador Luis Carvajal Basto. Dichas amenazas concernían a la posibilidad de desatar una guerra contra Colombia si el elegido era el mismo Santos. Aquí está el artículo de Hommes y aquí un comentario al respecto.

Claro que la "analista" no sólo colabora con las campañas de Mockus y la Corporación Nuevo Arco Iris, sino que también acompañaba a Iván Cepeda cuando montaron una violenta asonada contra el ex senador Mario Uribe, que intentaba asilarse en la embajada de Costa Rica. No es raro que en su despedida salieran fotografiados todos los benefactores de la humanidad que han perseguido con saña indescriptible, apoyados por los dueños de los medios, que son los mismos clanes dueños de los puestos y recursos públicos, al presidente Uribe y sus funcionarios.


No es en definitiva misteriosa la "curiosa variación del filántropo" que prefiere contribuir al triunfo de Petro —que fue quien le recomendó dedicarse a la política—, pese a que para el nuevo alcalde la vida humana no es tan sagrada, a la consolidación del partido por el que fue candidato presidencial en 2010. Tampoco su posterior unión con la candidata Parody, que según rumores que todo el mundo repite pero nadie publica, salió del uribismo por tener una amistad especial con la analista. (Mucho me temo que la filántropa taurina salió del país para que los rumores no afectaran la aspiración de su amiga.)

Digan lo que quieran de las teorías de conspiración. Yo incluso podría asegurar que detrás de la carrera de Petro hay algún agente poderoso que le consiguió una beca en el Externado de Colombia cuando era sólo un adolescente. A fin de cuentas, en el surgimiento de las FARC y el ELN tuvo su papel el entonces delfín Alfonso López Michelsen, y en el del M-19 el Hermano Mayor del actual presidente (pero ésa es otra historia). Las camarillas del poder maquinan en la sombra, por mucho que haya quien lo ponga en duda, que curiosamente será quien aceptará que los criminales de la foto de arriba son "defensores de derechos humanos", como los presenta la prensa. No es raro leer perlas como ésta, de un antiguo compañero de fatigas de Petro:
Al final de la guerra, cuando regresé a mi tierra con la buena nueva de la paz, Pedro Bonett, el abogado del Grupo Santo Domingo, imagino que con el beneplácito del "jefe invisible", nos acompañó en el periplo de la política como senador de la bancada del M-19. Empresario, visionario, innovador, tolerante, como el más grande entre los grandes.
Eso sí, dudo muchísimo que tan poderosos amos le hayan conseguido a Petro un diploma de doctorado de la Universidad de Salamanca, como figura en su biografía. Con su ortografía es muy dudoso que hubiera aprobado los cursos de la escuela secundaria en la provincia de Salamanca.


(Publicado en el blog Atrabilioso el 1.º de noviembre de 2011.)

lunes, marzo 19, 2012

Los grandes ausentes

Antes de que se popularizara internet yo desconocía por completo la política colombiana, ya que me era imposible acceder a la prensa. Eso determina que en los años del Caguán me asomara a las columnas de opinión y a los titulares con una mirada distinta a la de los lectores habituales, con una mirada de extranjero. De ahí viene un problema de comunicación que siempre tengo con los lectores del blog o de mi cuenta de Twitter: la ausencia de experiencias compartidas. Mi primera impresión es que sólo alguien con marcado retraso mental se puede tomar en serio por ejemplo la teoría del reconocidísimo Antonio Caballero, según la cual la prohibición de las drogas es una estratagema de los banqueros y gobernantes estadounidenses para hacer dependientes a los demás países y rentabilizar el dinero producido en el tráfico. Conociendo un poco más a los colombianos se puede concluir que no es tanto una lesión en el cerebro cuanto la suma de la estrechez de miras y el servilismo, los rasgos de la sociedad colonial que llevaban a la gente a comulgar con cualquier disparate que procediera de la remota autoridad metropolitana. Antonio Caballero lleva el mismo nombre del arzobispo y futuro virrey que mandó descuartizar a José Antonio Galán, y probablemente tenga algún parentesco con él.


Tirofijo y Pastrana

Señalo todo esto porque mi reacción la primera vez que encontré propaganda terrorista en la prensa fue de incredulidad, hasta que al cabo de unos tres años cesó el despeje y el proceso de paz y lo que para mí era una obviedad (que ningún país puede dejarse gobernar por unos asesinos que castran gente en público), NUNCA apareció como opinión de un autor en El Tiempo ni en El Espectador ni en Semana. Por el contrario, cada vez que los crímenes generaban malestar en la gente, la mayoría de los redactores, columnistas y editorialistas, por no decir todos, corrían a aclarar que "las partes necesitan llegar fuertes a la mesa de negociación".


Insisto, se trata de una tremenda soledad. Durante más de una década he vivido con la continua sensación de que soy el único que ve una intención resueltamente favorable a los intereses de los terroristas en la prensa, por mucho que, por ejemplo, el actual director de El Tiempo, escribiera numerosos elogios del régimen cubano, de que la revista Alternativa, en la que Pombo era redactor, fuera dirigida por su predecesor en el cargo, el hermano mayor del actual presidente, y tuviera como columnista estrella al mismo Caballero de Semana. Era una revista comunista, se puede asegurar sin la menor vacilación. Su doctrina era la misma de El Tiempo, El Espectador y Semana en la actualidad; su intención, clarísima. Los mismos columnistas actuales eran entonces personas ligadas al Partido Comunista o a alguna de las pequeñas sectas extremistas que confluyeron después en el Polo Democrático. Al inefable Óscar Collazos, maestro de moral y democracia, le declaró Gilberto Vieira, secretario general del PCC en 1972, que
El hecho real es que el partido comunista participa en la lucha armada, tiene una organización, las FARC, y cree que este movimiento tiene perspectivas de crecimiento y desarrollo.
Perdón por causar aburrimiento repitiendo algo que probablemente el lector ya habrá encontrado muchas veces. El caso es que cuando uno señala una intención torcida en la prensa o en la labor de los jueces, los menos afines a la ideología de las FARC señalan que se trata del rating. Pueden haber estado todos los años del Caguán leyendo elogios de Tirofijo, da lo mismo, ¡no pueden relacionar a personas de tan alta cultura y tan bonitos zapatos italianos con los torpes matones del monte!

Quién sabe cuántos párrafos tendría que seguir dando vueltas alrededor de lo mismo: no pretendo convencer a nadie que crea otra cosa. La prensa colombiana está en manos de un grupo de familias interrelacionadas desde la época en que los Samper y los López eran socios comerciales en Honda. Su juego actual consiste en conservar el control del país asociándose con Chávez y el castrismo. Con ese fin promovieron a toda costa la candidatura de Mockus en 2010, intentando crear una moda de rechazo al gobierno de Uribe basada en la monstruosa calumnia de que los presuntos asesinatos de inocentes eran órdenes del gobierno. Visto que la gente no les creyó, aplaudieron el giro de Santos, cuyo gobierno en lugar de pedir elecciones libres en Cuba manda al vicepresidente a elogiar al tirano y a criticar que no se premie su robo de bienes estadounidenses. ¿A quién le va a importar que la gente votara en contra de las FARC y sus socios, aliados de Castro?


Es decir, desde la época de la Constitución del 91 ese grupo de poder está en el mismo juego y la presión por la negociación política con los terroristas se va mostrando cada vez más como el usufructo del poder terrorista y de los gobiernos de la onda bolivariana para beneficio propio. En ese contexto se entiende todo lo que los cientos de sicarios morales han escrito contra el ex presidente Uribe y sus funcionarios, y también el juego en la actual campaña electoral. La prensa es la pieza clave de la estrategia del chavismo, gracias a la cual se pretende que la Alcaldía de la capital, el segundo puesto más importante del país, siga en manos de esa facción, esta vez a nombre de Gustavo Petro.

Una de las labores más importantes de la prensa a ese respecto ha sido ocultar el pasado del candidato. No sólo como socio de Pablo Escobar en el asalto al Palacio de Justicia y la Constitución del 91, sino también como amigo íntimo de Chávez, su representante en Colombia hasta que las agresiones del sátrapa contra el país se lo hicieron desaconsejable para su carrera, como candidato presidencial del Polo Democrático, la organización electoral del PCC que NUNCA ha pedido la desmovilización de las bandas terroristas y como protagonista de todas las tramas judiciales y mediáticas contra Uribe.


Pero es mucho más claro cuando se trata del juego de Santos, en el que la elección de Petro es pieza angular: en los próximos meses se intentará adelantar un proceso de "paz" gracias al cual Santos espera quedar como el que le puso el cascabel al gato, y probablemente recibir el Nobel de la Paz que tan esquivo le fue a Pastrana (se lo había prometido Jan Egeland, cuya esposa era la presidenta del Parlamento noruego, que entrega el premio). ¿Qué legitimidad tendrán esos terroristas para resultar representando a una parte de Colombia? Es fácil, la izquierda estará representada en el alcalde de la capital, el líder progresista legítimo con el que Santos dará su abrazo de reconciliación y que bendecirá (no él, sino su elección) la negociación.


Pero ¿qué hacer si el PDA está rotundamente desprestigiado y difícilmente ganará las elecciones? Fácil, se monta la farsa de separar al candidato viable del partido. ¿Qué hacer si hay otro candidato que cuenta con ganar gracias al respaldo de Uribe? Fácil, se lanzan otras candidaturas reforzadas con la máxima propaganda, de modo que el voto de rechazo al Polo se dispersa, y al no haber segunda vuelta gana el que cuenta con más recursos y más apoyo de la prensa.

Todo eso se ha explicado hasta ahora muchas veces en este blog. Desde esa perspectiva es una jugada audaz e inteligente lo de publicar una encuesta en la que Peñalosa queda por detrás de la candidata Parody. Claro que es el mismo día en que en la edición impresa aparece un anuncio de página entera dedicada a promoverla, y en la electrónica la portada está dedicada a eso mismo. Es audaz porque sin duda la votación de Parody será muy inferior a la de Peñalosa, pero ¿no anunciaban el año pasado el triunfo de Mockus en primera vuelta? Del 51 % al 21 % hay un trecho. También en las últimas encuestas el profesor aventajaba a Santos, salvo en una en que se describía un empate técnico. No tienen mucho pudor para mentir, tal vez porque la gente que lee la prensa tiene pasiones más fuertes que la verdad. Por algo es Colombia.



En fin: la negociación venidera con las FARC ha desaparecido de la prensa en estos días, así como la sospechosa financiación de la campaña de Petro y la recogida de firmas de muertos para las campañas de Petro y Parody. La gente quiere olvidar todo eso y no relaciona el asesinato de policías en Bogotá por las FARC (¿cuánto tiempo hacía que no pasaba?) con el futuro de la ciudad en manos de un alcalde que el año pasado era candidato presidencial del partido que destruyó la ciudad. ¿Quién puede resistirse a esos rasgos del estrato que se definen por la elegancia de la Gran Señorita y la moralidad del increíble profesor que hizo campaña en 2010 a punta de las más repugnantes calumnias, acompañado por decenas de propagandistas de las FARC?

La elección será reñida entre Peñalosa y Petro, pero la presión publicitaria a favor de la candidata amiga de Santos, a la que promueve sin rubor la prensa, podría resultar favorable al chavista. Lástima que una cosa sea lo que la gente quiera votar y otra lo que se interpretará después. La derrota de Peñalosa se entenderá como el fin del uribismo y como el refrendo ciudadano a Santos y su luna de miel con Chávez. ¿Alguien duda de que eso se traducirá en multiplicación de los secuestros y bombas? Está en su derecho, pero después no debería sorprenderse, pues el terrorismo no llegó de la luna.


Lo que se elige es a favor o en contra de la inclusión de Colombia en el eje bolivariano y el premio de los asesinatos y demás crímenes de las bandas terroristas. No hay que ser un lince para conocer la relación de los que mandan en la prensa con el origen de esas bandas. Si no obstante se salen con la suya, será algo que la mayoría consiente.


Lo advertimos en un video que publicamos hace un mes. Lástima que advertir no sirva de nada, y que la percepción de la gente, aun de los que van a sufrir la escalada terrorista que sin duda volverá (si es que alguien cree que no ha vuelto), se acaba en seguir al pie de la letra lo que diga o haga Uribe, que no ha explicado todavía si es santista o antisantista, y que en lugar de proponer candidatos que rechazaran las infamias del gobierno apoyó a uno que en 2010 acompañaba las calumnias contra él.




(Publicado en el blog
Atrabilioso el 28 de octubre de 2011.)

lunes, marzo 12, 2012

El punto de inflexión


Quedan sólo diez días para las elecciones a alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas y todos parecen ciegos ante lo que está en juego.

Lo que ha estado haciendo hasta ahora el gobierno es preparar el terreno para negociar con las FARC. Y tras las elecciones sin duda lo hará.

Santos y sus aliados pretenden que el resultado signifique el entierro del uribismo como corriente de opinión que rechaza dicha negociación.

El cargo más importante es la Alcaldía de Bogotá. Santos necesita que triunfe el candidato chavista para dar respaldo a la “reconciliación”.

Pero Gustavo Petro despierta mucho rechazo entre la gente que ha sufrido los gobiernos del Polo Democrático y recuerda su pasado terrorista.

Y ante ese “techo” del candidato, la prensa oficialista busca a toda costa evitar que haya polarización: Petro cosecharía un seguro fracaso.

De modo que por una parte le bajan el tono a la orgía de bajeza, mendacidad y violencia verbal de la tropa de sicarios morales contra Uribe.

Y por otra presentan la elección como una encuesta hecha en algún supermercado: qué “producto” coincide más con la personalidad del cliente.

La oferta incluye un gran abanico de candidatos: jóvenes, viejos, mujeres, petimetres, demagogos, modernos, etc. Todos muy bien financiados.

El presidente, cual una esfinge minusválida de un país fallido, silba con las manos en los bolsillos y la mirada como perdida en lontananza.

¿Cómo harán para que la gente no vea el designio de premiar los crímenes, de volver amos de los ciudadanos a quienes los secuestran y matan?

Ya se ve para qué pagaban los dueños de los medios a tantos asesinos vociferantes, a tantos jueces prevaricadores: para neutralizar a Uribe.

Sin duda lo consiguieron. ¿Alguien recuerda todavía que Santos cambió el libreto? ¿Y que el votante puede condenar en las urnas la traición?

Pues no, lo que se discute no es si dentro de unos meses se van a premiar las masacres o si Santos sigue el mandato de quienes lo eligieron.

El mismo Uribe evita criticar a los candidatos que en Bogotá sólo pretenden distraer votos para que gane Petro, como si creyera a la prensa.

Eso conduce a que Petro gane con los votos de una minoría, mucho menos de un tercio de los votantes, y de una sexta parte de los ciudadanos.

Pero esa minoría acompañará a Baltasar Garzón y a los gobiernos de Argentina y Brasil, y al mejor amigo de la paz en Colombia, Fidel Castro.

No, no esa minoría sino el alcalde de la capital, al que la propaganda vende como el líder izquierdista. En otros países no saben cómo ganó.

El triunfo de Petro es seguro: tiene las clientelas sindicales y las bases del Polo Democrático y los comensales de los comedores populares.

Y si todo eso, sumado a la maquinaria samperista, no fuera suficiente tiene los recursos enormes e inescrutables de la chequera bolivariana.

Y a la prensa confundiendo, y la gran industria del rumor, y decenas de miles de fecodistas predicando en cada reunión de padres de familia.

No obstante el sentido común les debería decir a los colombianos que si matar y secuestrar gente es rentable pronto les tocará a ellos caer.

Pero nadie ha presentado la elección como el momento en que Santos tuerce definitivamente el rumbo hacia otro pacto infame, como el de 1991.

No lo ha hecho Uribe ni sus seguidores, que aún no saben si están contra Santos y que aceptarían el premio del crimen si les dieran puestos.

El tema de las elecciones no es Santos ni su agenda, ni tampoco su conducta, sino si Uribe todavía puede influir gracias a su apoyo popular.

La gente entendería que la variedad de candidatos sólo sirve para ayudar a Petro, como William Vinasco facilitó el triunfo de Samuel Moreno.

Sólo que eso no gustaría a los políticos de la Unidad Nacional, con los que Uribe y los suyos esperan llegar a acuerdos tras la negociación.

Por eso no aparece nadie que quiera ayudar a denunciar la jugada y que le explique a la gente que sólo concentrando el voto se podría ganar.

Y es todavía peor: el uribismo responde a la increíble adhesión de Colombia a las pretensiones de la tiranía cubana con un silencio ominoso.

Después no será lícito quejarse: Santos puede traicionar a sus votantes porque hay déficit de civismo, y la gente lo fía todo a un caudillo.

Ojalá el lector tuviera valor para juzgar las cosas por sí mismo y supiera si apoya o rechaza lo que hace Santos. Como uribista no lo sabrá.

Entonces se cierra el círculo. Los gobernantes de los noventa intentan consumar sus planes, interrumpidos por la rebelión de hace diez años.

La “reconciliación” vendrá con mucha propaganda. A los crédulos los obsequiarán con mejor “justicia social” y mayor provisión de “derechos”.

Puede que el caudillo proteste y gima, pero los representantes legítimos estarán de acuerdo en buscar la “paz” y la superación de los odios.

Las nuevas generaciones no entenderán cuál es el lamento de los viejos fascistas guerreristas y agradecerán al gobierno que encontró la paz.

Pues no existe tal cosa como los errores políticos impunes y los que se cometieron por largos años hacen inevitable la ruina de sus autores.

Para que en Colombia dejen de imperar los criminales y cesen los crímenes hará falta el desencanto de esa generación, y olvidar al caudillo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 21 de octubre de 2011.)

miércoles, marzo 07, 2012

El cuarto de hora del hampón hediondo



Ya es un lugar común que la forma correcta de hacer carrera política en Colombia es matar y secuestrar gente, cosa que se demuestra sin cesar: el probable alcalde de Bogotá, Gustavo Petro; el gobernador de Nariño, Antonio Navarro; el "politólogo" León Valencia, etc. Tal vez el caso extremo sea el actual vicepresidente, Angelino Garzón, elegido por los votos de gente que pretendía oponerse al comunismo y a sus bandas armadas, y que al parecer cuenta con el respaldo del ex presidente Uribe.

Ese respaldo es la principal causa de que a un personaje con su trayectoria se lo haya elegido para un cargo potencialmente tan significativo. ¿Nadie recuerda que en una reunión con Pastrana Chávez llevó a un miembro de las FARC? ¿Qué pasaría si a Santos le ocurriera algo?

Es decir, la confianza en Uribe no sólo determinó que saliera elegido un personaje como Juan Manuel Santos, decidido a aliarse con los terroristas a un nivel al que no llegaron mientras gobernaban ninguno de los mandatarios de los noventa, sino que la presidencia podría terminar en manos del antiguo vicepresidente de la Unión Patriótica y compañero de Raúl Reyes en el Comité Central del Partido Comunista.

Bah, es aún peor: la supuesta rebelión contra Santos del vicepresidente generó entusiasmo en muchos uribistas, que todavía no ven problema en que el vicepresidente tenga agenda propia y se dedique a promover una futura candidatura presidencial, por no hablar de las tramas burocráticas que anima. De hecho, en el blog de Alejandro Gaviria leí esto:

Conviene prestar atención a las últimas lindezas del personaje. La primera es la protesta por el cambio en los criterios con que define la "pobreza" el Departamento Nacional de Planeación. Es algo importantísimo porque permite ver los mecanismos de la demagogia. ¿Por qué no se va a evaluar la pobreza con los mismos criterios que en los demás países? Por una parte, hay una formidable tendencia a exagerar la pobreza colombiana porque así los ricos burócratas que viven de remediarla mendigando en organismos internacionales tienen más "argumentos", como llagas o recién nacidos que explotar. Por la otra, los diversos parásitos que viven de denunciarla pueden explotar mejor la indignación.

¿Qué hace el vicepresidente en esa "defensa" de los pobres? Obviamente, figurar y hacer campaña con base en una falacia repugnante. ¿Alguien pretendía que cambiando los criterios de evaluación se reducía la pobreza? No, el problema lo empezaron los críticos y rebeldes, encabezados por el mandatario. ¿Tienen esas protestas algún impacto sobre la pobreza, mejoran en algo la situación de algún pobre? Puede que sí, según la posibilidad de que gracias a las gestiones del vicepresidente o de alguien próximo a él consiga puesto.

No está de más señalar que la principal causa de la pobreza en Colombia es el parasitismo de los funcionarios estatales: cientos de miles de puestos innecesarios, salarios muy por encima de la media, productividad casi nula, imposibilidad de evaluar el rendimiento, pensiones a edades tempranísimas, privilegios innumerables, etc. ¿Quién buscó todos esos privilegios? Obviamente, el sindicalista del Partido Comunista y usufructuario de la actividad de las guerrillas (que dominaban, por ejemplo, la producción petrolera en Barrancabermeja, base del sindicalismo comunista).

La desfachatez de ese hampón se hace más repugnante cuando se piensa en su proclamada fe en el Señor de los Milagros de Buga. Sigue por el mismo sendero ya marcado por sus copartidarios Hugo Chávez y Daniel Ortega, de complacer los aspectos más claramente supersticiosos de la religiosidad popular para ganar apoyos entre personas ingenuas y desprevenidas.

De modo que quien causa la pobreza resulta ser el defensor de los pobres, siguiendo esa rutina colombiana que hace que un propagandista descarado del terrorismo como Alfredo Molano, que sin vacilar felicitaba a las FARC por la masacre de Vigía del Fuerte, resulte experto en "solución de conflictos". Y esas proclamas indignadas resultan ser lo que más se necesita para proveer recursos y servicios a todos.

Pero el personaje no se queda ahí. Posteriormente emitió un comunicado con la genial proclama de que la salud no es un negocio sino un derecho de la población. Es casi ocioso volver a decirlo: inventarse "derechos" no cuesta nada, ni menos convertirse en quien los defiende. La idea de que la salud o la educación no son negocios son sobreentendidos del socialismo que siempre conducen a la miseria a los países cuya población cree en eso. ¿Qué es lo que sí puede ser negocio? ¿La provisión de alimentos, la vivienda, el vestido, la higiene, etc. no son "derechos"? Para su demagogia el desvergonzado personaje no necesita ni un miligramo de imaginación, sólo recita lo que su partido lleva casi un siglo predicando con creciente éxito.

La triste realidad de Colombia es que prestar atención sanitaria no es un negocio porque el negocio, ése sí fabuloso, es soltar discursos proclamando que es un derecho de la población. El vicepresidente es uno de los que mejor han explotado ese negocio, pero son muchísimos. Esas proclamas complican el acceso a los servicios, con lo que viene resultando que la educación y la salud no son negocios porque lo que es negocio es impedir el acceso.

Pero el hombre no se queda ahí. Recientemente, quién sabe si por encargo de Santos, viajó a Cuba, donde proclamó sin ruborizarse que Fidel Castro era un gran amigo de la paz en Colombia, más o menos como decir que Alfredo Garavito es un protector de la infancia. Para no hacer más extenso este post me limito a enlazar el artículo del coronel Luis Villamarín en que hace un recuento de la labor "pacifista" del dictador cubano en Colombia.

No era suficiente, también se quejó del "bloqueo" estadounidense a Cuba y elogió el sistema de este país. Como bien señala Eduardo Mackenzie, ese viaje es muy preocupante. Anuncia un paso más del gobierno en el rumbo de asimilación al imperio chavista.

¡Qué triste que la gente en Colombia todavía tenga puestas sus esperanzas en lo que hará o dirá el ex presidente Uribe, que todavía no ha contestado a las lindezas de su leal ex funcionario! Esa pasividad, esa falta de criterios de quienes se supone que tienen las cosas claras, es una amenaza para la supervivencia del sistema democrático mayor que las infamias de los terroristas y la complicidad del gobierno.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 19 de octubre de 2011.)

viernes, marzo 02, 2012

La triste persistencia de la memoria


Impresiona mucho descubrir en el Museo de Historia de Barcelona que los personajes de las estatuas de hace dos mil años son de un tipo físico que casi reconoce uno por las calles de la ciudad, o que la forma de vida de los pobladores de esa época es en realidad bastante parecida a la actual: la clase de cosas que comían y bebían, la suntuosidad de las viviendas de los poderosos, el aprecio que tenían por las artes y el comercio, etc.

Plaza del Rey (King's square), Barcelona, Spain
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Es decir, pese a los cambios que se detectan en la superficie de la vida social, el fondo mantiene una serie de constantes, de hábitos, de valores, de inclinaciones, etc., que guardan relación con el origen de la sociedad. En el caso de las ciudades del Mediterráneo occidental que formaron parte del Imperio romano, ese origen no es propiamente la fundación de la ciudad por los romanos, sino lo que éstos recogían de vida sedimentada en varios milenios de convivencia y comercio alrededor de dicho mar.

También tratándose de la historia de Colombia se podría detectar no ya una continuidad, sino la clara persistencia de los rasgos de la sociedad del siglo XVI, a veces con algún nombre convenientemente cambiado. Hay un espíritu que se mantiene, como escamoteando el paso del tiempo. Es la cultura local, pero la vanidad de la gente la lleva a figurarse que tales cosas están enterradas y que gracias a que disfrutan de los bienes tecnológicos de otras sociedades forman parte de ellas.

Detectar los rasgos definitorios de esa tradición y su presencia en la vida actual es el objetivo de este escrito. Mientras se siga negando la pertinaz realidad del despojo como objetivo del gobierno y de la etnia dominante, será muy difícil explicar que haya tan poderosas bandas de asesinos obstinados en imponer un régimen cuyo fracaso es tan clamoroso que sólo puede reivindicarse porque sirve como máscara de otros intereses.



Voy a resaltar una serie de rasgos de la sociedad de hace cuatrocientos años que son plenamente vigentes, convencido de que encontrar la relación entre la sociedad de entonces y la actual permitirá entender los caminos de la historia y tal vez saber qué deberíamos cambiar si queremos que nuestro país se asimile al mundo civilizado y dónde encontraremos las mayores resistencias a ese proceso.

Aparte del obvio interés en expandir las posesiones de la Corona española y despojar a los aborígenes, la sociedad colonial pronto encontró un pretexto para su objetivo: la evangelización. La armonía entre dicho fin que se proclamaba y la realidad de saqueo, exterminio y esclavitud, así como entre el poder local y la metrópoli remota, suponía entregar poder al clero que legitimaba dicha realidad y aseguraba la lealtad a la autoridad religiosa, a medias obediente al Papa de Roma y a medias al monarca español.

Hoy en día el proceso se mantiene pero se le han cambiado los nombres. El clero sigue existiendo pero ya no predica un paraíso trasmundano sino la "justicia social", no enseña virtudes morales sino ridículos adornos intelectuales y disfruta sin preocuparse de los placeres terrenales (con enorme ventaja). El papel del clero como legitimador del parasitismo y la dominación de la casta heredera de los conquistadores lo pasaron a ejercer los profesores universitarios (todas las universidades son públicas en la realidad, pues les está prohibido el lucro y perdonado el pago de impuestos a las ganancias: el clero vive directamente del erario o de canonjías provistas por la autoridad, eso es lo que significa "la educación no es un negocio, es un derecho": es una ventaja inicua para la casta sacerdotal).

La evangelización fue el primer intento de ingeniería social que sufrieron las sociedades hispánicas. Los sueños colectivistas hegemónicos en las universidades continúan la misma tarea, ahora escudados en la retórica que fracasó en el resto del mundo en el siglo XX o en sus formas resistencialistas (discursos derivados de la explosión de Mayo del 68 que alimentan los proyectos de la socialdemocracia remanente en Europa).

El elemento principal, y sobreentendido, que se mantiene en los proyectos de ingeniería social es el derecho de la minoría conductora a "ahormar" al resto de la sociedad: lo mismo las órdenes religiosas del siglo XVI que los combos de "mockertos" actuales. De hecho, si algo demuestra la continuidad del clero en forma de profesorado universitario es el interés de las familias "prestantes" en tener a algún miembro en ese gremio.

El clero encabezaba y legitimaba (encabeza y legitima) un orden marcado por el parasitismo de los herederos de la conquista. En lugar de los rosarios y avemarías hoy se practican las protestas violentas, si bien la recitación de las palabras definitorias de la fe ha sido reemplazada por una retórica más pobre y burda. De algún modo, los rasgos de esa sociedad son meros atavismos cuando se los contempla desde fuera, de modo que los pretextos con que se mantiene el viejo orden son disparatados y en últimas máscaras ineptas de la violencia. Cuatro siglos después, los privilegiados de dicha sociedad se aferran a sus viejas posesiones pero no tienen otro modo de defenderlas que mediante los métodos antiguos: secuestro, extorsión e intimidación.

Muchas veces conquista es llegar a imponer costumbres y credos ajenos a los habitantes del lugar

La irresistible tentación de negar la relación entre las prédicas de Miguel Ángel Beltrán, Alfredo Molano, Óscar Mejía y tantos profesores y las tropas de niños y rústicos que hacen realidad su sueño justiciero es sólo continuación de otra tradición de los primeros tiempos coloniales: el leguleyismo. También se proclamaba la evangelización como el sentido de la Conquista y ante la prohibición de esclavizar a los indios el propio Jiménez de Quesada produjo aquello de "Se obedece pero no se cumple".

La persistencia de los valores de esa sociedad se hace evidente en la crueldad con que el colombiano concibe su relación con los demás: el atropello, la opresión, el irrespeto, la arbitrariedad, etc. son casi un motivo de orgullo, y ello sólo porque se mantiene el viejo espíritu de jerarquía entre castas. La arrogancia y desfachatez con que los "jueces" envían a la cárcel a inocentes inventándose los delitos o las pruebas, basándose en testimonios claramente sesgados, comprando testigos, disfrutando de relaciones privilegiadas con los criminales, etc., es sólo continuación de esos valores.


También los rasgos propiamente hispánicos, que había desarrollado la sociedad castellana en los siete siglos de la Reconquista, se mantienen idénticos, por ejemplo el desprecio del trabajo, tan característico que en la sociedad colombiana el empresario es un tipo de ser humano aborrecido mientras que el sindicalista, en los casos más significativos un organizador del caos que vive del erario y gana sueldos que no alcanzan los ministros, es un líder admirado.

Todo ese orden es el que hace que en la mente del colombiano predomine una forma atroz de colectivismo (que se manifiesta en la ingeniería social de los comunistas y de los mockusianos, con los sobreentendidos de dominación), pero también que las viejas costumbres se mantengan. Por ejemplo, la encomienda sigue igual que antes, pero su mecanismo se ha hecho más alambicado. Ahora se llama acción de tutela y sigue siendo una forma eficaz (mezclada con la vieja costumbre clerical de prometer el cielo dado que hacerlo no cuesta nada) por la cual los recursos fluyen hacia los de siempre. Antes los indios trabajaban gratis para sus protectores, ahora éstos se decretan cirugías plásticas y beneficios inverosímiles de una caja que se describe como inagotable. Es decir, la fuente de la exacción se ha ocultado, pero el resultado sigue siendo el mismo.


En el plano institucional sigue siendo normal concebir los cargos públicos como la forma correcta de enriquecerse (siguiendo una tradición romana que en lugares como Barcelona se perdió). En la época colonial se compraban los cargos, hoy en día se gasta más en la campaña para hacerse elegir congresista de lo que se obtendrá como sueldo y hay muchos casos de jueces y fiscales que efectivamente compran los puestos. La desfachatez con que se cometen semejantes desmanes de forma casi abierta sólo se puede explicar admitiendo que el espíritu de la época colonial está vivo y es muy difícil de cambiar si no se empieza por entender que ninguna de esas lacras se va a combatir sin un esfuerzo de identificación de sus rasgos y sobre todo de rechazo de sus pretensiones y pretextos, como la redistribución, que sólo es concentración de los recursos en manos de los mismos, que se lo saben redistribuir, a la mejor manera colonial:


A tal punto es similar la sociedad colombiana actual a su origen que todavía hay grupos de patricios que se creen con derecho a rebelarse e imponer a punta de crímenes su poder. Fue lo que hizo Álvaro de Oyón (incluso en el mismo pueblo, La Plata, Huila, donde nacerían los coetáneos y copartidarios Luis Édgar Devia y Jaime Dussán), y su determinación de marchar a Santa Fe a decapitar a los oidores es como el anticipo de la toma del Palacio de Justicia por los pupilos de Enrique Santos Calderón. El triunfo de esa banda de asesinos determina el persistente retraso de Colombia. ¿Habrá algún día una "masa crítica" de ciudadanos capaces de cambiar el marco legal heredado de Pablo Escobar y esos terroristas? Sería el comienzo de la superación de los aspectos más odiosos de ese pasado persistente.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 12 de octubre de 2011.)