Voy a empezar por una conclusión a la que he llegado leyendo diversos escritos sobre el tema de la lucha contra el narcotráfico: esta cuestión expresa más que ninguna la encrucijada en que se encuentra Colombia hoy en día. No que sin ese azote echara a volar y se convirtiera en algo muy diferente de Venezuela, Ecuador o Panamá, sino que las fuerzas que llaman a renunciar a esa lucha amenazan con hacerse hegemónicas. Es algo que merece la máxima atención, pues el supuesto fracaso de la guerra contra las drogas lo cobran los que de paso quieren imponer otro proyecto de país y emprender o más bien continuar otras guerras.
La estrategia irracional______Veamos el caso del fracaso de la estrategia antidrogas que se ha desarrollado con el Plan Colombia y mucho antes. Resumiendo un poco los argumentos que proclaman ese fracaso cito el párrafo final de un
artículo reciente de Alejandro Gaviria:
______En últimas, sólo cabe preguntar (de nuevo) por la racionalidad de un estrategia cuyo fracaso no sólo ha sido probado por los hechos, sino previsto con tanta exactitud. ¿Cuantas veces habrá que rociar lo inextinguible para convencerse de que el ímpetu darwnista del negocio de la coca puede más que la tozudez de los políticos y el arrojo de los pilotos? Seguramente completaremos otros 2.600 parques centrales de aspersiones inútiles. Al fin y al cabo, en política, la acción infructuosa siempre ha sido más provechosa que la inacción racional.
______Ya que cabe preguntar por la racionalidad de esa estrategia, también cabe contestar, aunque sea con otras preguntas o suposiciones: ¿qué habría pasado si no se hubiera llevado a cabo la fumigación? Los antiamericanos habituales ya tienen la respuesta: que no se habrían expandido los cultivos. Eso es completamente falso: si se produjeran diez veces más toneladas de cocaína y el precio bajara drásticamente, el negocio seguiría siendo fabuloso, sobre todo porque el resultado de muchas hectáreas de cultivo son unos cuantos kilos de producto, fácilmente transportables. Sin persecución tal vez habría varias veces más cultivos. Y más daño ecológico, pues pese al olvido de los legalizadores, los agroquímicos y los precursores de la cocaína contaminan más que el glifosato.
¿Cuál fracaso? ¿Qué se pretende?
______Es decir, cabe contestar: puede que sólo se intente reducir la oferta y mantener elevado el precio de la cocaína. Y en tal caso no habría fra-caso. La pregunta siguiente que formula Gaviria sólo se podría contestar metiéndose en la cabeza de los prohibicionistas: si ese ímpetu darwinista amenaza también las expectativas de unas vidas acogedoras y relativamente seguras, ¿habrá que resignarse? En alguna ocasión, en El Espectador, Ortega se refiere a la nobleza medieval señalando que para esos señores la guerra era una forma de vida. También se puede decir que la guerra contra las drogas es una forma de vida: se pagan impuestos, se mantienen funcionarios y entre tanto la droga sigue siendo un fenómeno problemático, una amenaza para las nuevas generaciones, y no algo que definitivamente ha triunfado de las tradiciones y los valores con que se vive.
Contener el consumo
______Porque el resto del párrafo sólo incide en esa misma idea: el señor padre de familia de Louisiana o de Nebraska tiene que resignarse a ver la oferta de cocaína en el Mall al que van sus hijos, no como una opción liberadora o marginal sino como cualquier otro producto porque no ha sido posible acabar con la cocaína. Esa idea de Gaviria es casi hegemónica en Colombia hoy y su mayor problema es que no tiene en cuenta esa realidad casi obvia de que la prohibición seguirá porque la ilegalidad y el alto precio reducen el consumo, o al menos eso creen los prohibicionistas, y en últimas los contribuyentes estadounidenses prefieren que las desgracias ocurran en Colombia y no en sus familias.
¿Acción infructuosa?
______Por eso no me convence mucho la idea de que se trate de una acción infructuosa salvo para el interés de los políticos. Me llama mucho la atención que en un caso como éste no sirva la lógica económica: ¿o no cabría pensar que esos temores de los votantes expresan precisamente su indefensión ante la tentación de mantenerse artificialmente dinámicos y lúcidos y aun alegres a costa de su salud y su futuro? Es verdad que está mal exigirle al gobierno que lo proteja a uno de sí mismo, pero cuando la gente lo hace, ¿no recomendarían los economistas precisamente prestar atención a las causas de ese fenómeno en lugar de descartarlas como simple papanatismo ante un embeleco hábilmente montado por los políticos?
La facción legalizadora
______Hasta ahí Gaviria, que resume con alguna altura esos argumentos, pues la mayoría en realidad reproducen las leyendas caballeristas sobre el negocio de los bancos y el interés de los gobiernos en prohibir el narcotráfico para dominar a otros países, o porque no pueden cultivar la coca en su tierra. Todo eso expresa más al país, pero es más aburrido comentarlo. Como ya he explicado en muchos posts, la esperanza de la legalización es sólo un pretexto para no hacer nada, no tiene ningún impacto fuera de Colombia y en Colombia se presta simplemente para la propaganda antiamericana, que a fin de cuentas es la gran excusa del eje Cuba-Venezuela-Bolivia y sus partidarios en el continente.
¿Cuántos creen que habrá legalización?
______Siempre lo mismo, Colombia está poblada por seres de una constitución moral especial, todos saben que no va a haber legalización, no hay nadie que diga que la habrá, pero casi todos se plantean el narcotráfico con la misma visión: «Pero si hubiera legalización...». Y lo grave es que, como ocurre con la guerra contra las drogas, la inutilidad de ese esfuerzo (hay que ver la pasión con que se hinchan de libertarismo en los blogs) es también aparente. La fumigación sirve para mantener reducida la oferta y alto el precio, la retórica legalizadora sirve para legitimar el narcotráfico. Sí, es que es Colombia: los narcotraficantes son las víctimas de los prohibicionistas.
Los hombres del Foro
______En el blog de UE + Colombia se planteó por enésima vez la conveniencia de la legalización. Escribí un comentario señalando que nadie iba a tener en cuenta las opiniones de los colombianos al respecto, y me respondió otro bloguero:
______Una reflexión alrededor del tema de la legalización de las drogas no es simplemente un parloteo incipiente, ni en el ámbito Colombiano ni en el ámbito internacional. Importantes economistas (como Milton Friedman)y analistas políticos del mundo entero hemos abordado el tema en diferentes foros internacionales. Reitero, no es un simple parloteo como afirma el señor Jaime Ruiz, es un tema que cobra importancia desde hace más de 40 años. El descartar de plano la opinión de los Colombianos implica que desde Colombia simplemente no se puede pensar ni ejercer ningún analisis válido en la reflexión.
______Tengo que aclarar que este comentarista al parecer es profesor de la Nacional, con lo que no sólo se lleva el sambenito sino también el sueldo. Bueno, a mí de ese párrafo sobre todo me ha gustado el «hemos». Lo que se dice un argumento de autoridad, que ofende más acompañada de esas mayúsculas en «Colombianos» que hacen temer una tipografía patriótica o una arraigada costumbre de leer en inglés. ¡Cuarenta años llevan hablando en diferentes foros internacionales sobre la legalización de las drogas y todavía a nadie se le ha ocurrido convocar un referendo! Claro que van a estar otros cuarenta y otros ochenta años en foros citando a Milton Friedman (yo lo llevo oyendo más de veinte años) y demás, pues la lucha por la legalización es también una forma de vida. ¡Cuarenta años! Como llevar un carro al mecánico y volver al cabo de un tiempo a oír al hombre jactándose del tiempo que ha dedicado a arreglarlo!
El rezo premiado
______Y lo triste de esa forma de vida es la rutina: yo podría escribir en pocas horas el contenido de todas las intervenciones de todos los congresos sobre la legalización. Ninguno hace frente al problema de que un referendo se perdería en todos los países y una imposición desde arriba, ¡una libertad no deseada! no la toleraría nadie. ¿Para qué? Los de los países productores van a clamar que se debe reducir la oferta porque son esos países las víctimas y los otros vividores de los países ricos sacan sus conclusiones recomendando a los gobiernos que legalicen. ¿Alguien recuerda a un solo político que necesite apoyo electoral, por ejemplo por estar aún en activo, entre los promotores de la legalización? Esperantistas es lo que son, sólo que subvencionados: también los esperantistas van de aquí allá a sus congresos para difundir la lengua universal y se sienten llenos de orgullo de su idealismo inútil.
Otros costes de la droga
______Éstos no: el orgullo de éstos va acompañado de rentas y no consiste en el idealismo sino en el rango de expertos y analistas internacionales. Si la droga genera el parasitismo del productor y el vendedor y la prohibición genera el parasitismo del funcionario antidroga, la legalización produce este parasitismo terciario que en Colombia va ligado a la descalificación del gobierno y a la legitimación de la alternativa: si el narcotráfico sólo es delito a causa de la prohibición, quienes se dedican a eso son sólo agricultores y farmacéuticos perseguidos. Perdón, qué curioso, son los mismos que viven llenos de indignación porque en el proceso con las AUC se han mezclado los narcos. Fíjense y lo verán.
La patria pensante
______Y para terminar con el Toposauro, la cuestión de si en Colombia se pueden discutir o no las cosas se queda en que ésa es una falsa discusión, sólo propaganda para impedir que se combata el narcotráfico, pues lo que todo el mundo sabe es que no habrá legalización en muchas décadas. La discusión en Colombia debería ser para analizar los motivos de esa campaña, casi siempre ligados al proyecto de la «izquierda» y orientados a deslegitimar al régimen político. Lo que les preocupa no es que la guerra contra las drogas fracase, sino precisamente que no fracase, que una campaña eficaz de fumigaciones, erradicaciones manuales, interdicción aérea y combate efectivo contra las tropas que protegen las haciendas cocaleras eche a perder las esperanzas de solución política negociada del conflicto social y armado.
Desde la cima
_______No es raro que ahí esté el periódico del amigo de Fidel Castro y García Márquez con la misma campaña, sólo es que al parecer el nivel va descendiendo a la más increíble estupidez, como espero demostrar.
Colombia seguirá perdiendo no solo lustros, sino décadas, en lucha contra las drogas: Alberto Rueda
Luego de tantos años, las decisiones políticas en esta materia se siguen tomando a espaldas del conocimiento científico y la experiencia empírica.
Hacia una nueva década perdida
Son pocos los colombianos que consideran la problemática de las drogas ilícitas de su incumbencia, a pesar de que esta representa el fenómeno que más nos ha afligido. Este es el segundo argumento que sustenta mi diagnóstico sobre por qué Colombia seguirá perdiendo no solo lustros, sino décadas, en la lucha contra las drogas.
______Pero el argumento central de este diagnóstico se basa en la tesis de que, luego de tantos años de lucha, las decisiones políticas en esta materia se siguen tomando a espaldas del conocimiento científico y la experiencia empírica.
______Ya se verá que el conocimiento científico es un torpe argumento de autoridad, que la ciencia es lo que más se echa de menos en ese escrito. El primer argumento evoca una verdad, la indolencia general, para conducir a una proposición desconcertante: ¿cómo se gana en la guerra contra las drogas? El prohibicionista sabe bien qué quiere, pero los que están contra la guerra contra las drogas, ¿cómo quieren que se gane?
______Hace más de diez años, desde cuando me imbuí de lleno en la política de lucha contra las drogas, soñaba con contribuir con mi conocimiento adquirido sobre el tema a la solución de la problemática. Por ello, ante unos funcionarios de la DEA, que en el Ministerio de Defensa nos indicaban que para maximizar la fumigación los pilotos serían guiados por GPS, tomé aire y les solté mi primera descarga académica: ¡por qué fumigar, si eso no soluciona nada! Solo genera el efecto balón, que es del abecé de esta lucha y que tanto se menciona en los informes de la ONU. ¿No se irían los cultivos a terrenos contiguos o a los países vecinos?
______La respuesta fue: la idea es que ustedes se quiten ese problema. Dije hacia mis adentros: eso no es solidario con nuestros vecinos, bienvenido a la realpolitik.
______Es triste no poder comunicar el efecto cómico que ejerce en mí como lector lo que dice este hombre: ¿en qué consiste su descarga académica? En decir que algo no se debe hacer. Cuando se haya terminado el artículo quedará claro que nunca dice qué es lo que sí se debe hacer. ¿Qué dice el primer párrafo? 1. «Yo sé mucho», 2. «Yo hablo desde mi rango de hombre que sabe mucho». 3. «Como yo sé mucho lo que yo digo es verdad»... ¿En serio se puede creer sin reflexión que la fumigación «no sirve para nada»? Ya lo he explicado arriba, sin política antidrogas se multiplicarían los cultivos porque el negocio seguiría siendo muy rentable y la saturación de la oferta terminaría aumentando la demanda. No es una idiotez de los prohibicionistas sino un razonamiento plausible.
La fuerza del destino
______Desde esa altura de sabiduría inconmesurable, «académica», el hombre se limita a dictaminar que la guerra contra las drogas no tiene sentido. A él no se le ocurre, pues es colombiano, que le están pagando para que colabore en la guerra contra las drogas. Él sólo expresa su opinión, y si la DEA con sus recursos espera que los colombianos estén interesados en acabar con el problema en su territorio, él tiene una perspectiva global: eso es Realpolitik, él está por encima de eso. Lo dicho, colombiano.
______Luego, el destino me llevó como representante alterno de Colombia ante los Organismos Internacionales en Viena a ocuparme de la política multilateral de lucha contra las drogas. Ante la Comisión de Estupefacientes de la ONU en 1998 logramos, con el conocimiento académico y científico acumulado, darle un nuevo diseño a la política global con el reconocimiento de unos principios básicos: sin reducción de la demanda en los países desarrollados y sin desarrollo alternativo en los países productores no habrá éxito. Con solidaridad económica y social veremos resultados y la guerra contra las drogas sería un tema del pasado.
______¿Alguien lee con atención? ¡El destino! ¿Qué gobierno de amigos del narcotráfico nombró a este mequetrefe como representante de Colombia? Bueno, es justo eso, un representante de Colombia. ¿Adónde condujo tanto «conocimiento académico»? A que sin reducción de la demanda y sin desarrollo alternativo no habrá éxito. Pero ¿quién va a reducir la demanda? ¿Cómo se va a reducir la demanda? ¿Acaso está él para ocuparse de eso? La experiencia demuestra que la demanda no se reduce, por tanto, no hay nada que hacer. Claro, representa a Colombia, es lo colombiano, el no querer hacer nada contra el narcotráfico, el conformarse a ser el país de esa industria, el someterse a las bandas de narcotraficantes... Bueno, no a todas, no a todas. Los académicos tienen sus preferencias.
¡La esperanza del mundo!
______Pero vamos al «desarrollo alternativo». Se parte de que la gente cultiva coca en la selva porque no tiene alternativas. Falso, la gente no está ligada a la selva, la gente va a la selva a sembrar coca. ¿No tiene alternativas? ¿Cómo va a tenerlas si el país es esclavo de los académicos? Pero entonces toda la política punitiva respecto al delito en todo el mundo sería un disparate. ¿O es que alguien que se gane lo mismo asaltando bancos que segando caña de azúcar va a asaltar bancos? Si esos organismos se prestaron a difundir semejante disparate ya se ve cuál es la función de la ONU. ¿Es que no hay otros pobres en el mundo aparte de los campesinos colombianos? Dios mío, ése es el consejo académico, que no se puede hacer nada. Muy bien pagado, eso sí, es lo que quiere el destino. Dios mío, al lado de estos académicos el narcotráfico es un problema menor.
______Esta era la esperanza para el mundo, pero tan solo un año después de que la Asamblea General de la ONU aprobó con gran despliegue político y periodístico la nueva estrategia internacional, la primera potencia mundial, Estados Unidos, le da el portazo: Clinton le reedita el Plan Colombia a Pastrana para convertirlo en una estrategia eminentemente militar de guerra contra las drogas.
______¿Cuál era la esperanza para el mundo? Algo que si se pudiera hacer ya se habría hecho y que no necesita que nadie lo diga. Claro, qué mejor que acabar con el consumo en los países ricos, los adictos oyen la voz académica y resuelven no consumir más, los que acuden a fiestas se miran academizados y ponen como condición que no les ofrezcan cocaína. ¿Alguien lee con atención a este hombre? Magníficas propuestas. ¿Y a cúantos colombianos habría que sacar de la pobreza para que no trabajaran en el narcotráfico? ¿Quién iba a asegurar que los demás pobres no se dedicaban a cultivar? ¿Y qué pasaría con los cuatro mil millones de pobres del planeta? ¡La esperanza para el mundo! Hay que ser colombiano para escribir cosas así.
______En el 2004, desde el Gobierno, insistí en la necesidad de basarnos en elementos de juicio científicos y aprovechar el acervo cognitivo desde la academia para enfrentar el fenómeno. Tuve la oportunidad de fortalecer el instrumento más avanzado de estudio que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito adelanta con el Gobierno sobre los cultivos de coca. Dicho instrumento, que es el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos ONU-Simci, arroja anualmente datos y análisis cada vez más completos y contundentes, que han dejado sin sustento el discurso político oficial estadounidense y colombiano sobre los supuestos éxitos en esta lucha.
______La base mamerta de la educación es inmejorable: «elementos de juicio científicos», ¿serán los que ya vimos antes? ¿Y qué será «aprovechar el acervo cognitivo desde la academia». Seguro que algún académico me explica qué pinta ahí ese «desde». Para saber que se habla con un mamerto basta con fijarse en que para llenar los vacíos siempre tiene a mano el «histórico». ¿Cuál es esa ciencia? ¿Por qué la visión de Clinton no era científica? La lectura de este artículo explica completamente por qué los monitoreos de la ONU sobre la erradicación de la coca siempre son negativos: él quiere que sean negativos. Después las cifras reales se interpretan de tal modo que si al cabo de cinco años hay los mismos cultivos dicen «No ha servido de nada», como si los cientos de toneladas de cocaína que no han llegado al mercado no fueran nada. ¡Es que encuentran un público dispuesto que cree que los cultivos no crecerían! Yo los encuentro todos los días en los blogs, son... colombianos. No hay otra palabra. ¿A quién se le ocurre que vayan a crecer los cultivos? No, crecen porque los fumigan, obvio.
______¿Dónde estamos luego de más de diez años de aplicar la misma receta? En 1995, cuando comenzó una verdadera lluvia de glifosato sobre la coca y la amapola, había tan solo 45.000 hectáreas de cultivos y se producían 200 toneladas de cocaína. Ahora, en el 2005, Simci contabilizó 86.000 hectáreas de cultivos, con un récord de producción de cocaína pura en más de 650 toneladas. A este fracaso debemos sumarle su aporte en el deterioro ambiental y en la salud, por haber fumigado cerca de un millón de hectáreas, con un costo operativo de más de medio billón de dólares. Se ve que eso de trabajar, trabajar y trabajar sin darle valor al conocimiento científico nos condenará a otra década perdida en la lucha contra este flagelo.
______¡Otra vez el conocimiento científico! El que dictamina que hay que reducir el consumo, como un médico que dice «Tiene que quitarse esa tos». ¿Cuál es ese conocimiento científico? Yo no encuentro nada que niegue más la ciencia que la idea de que la cura del delito es el desarrollo alternativo. Sé que en Colombia es muuuuy raro alguien que piense como yo, pero es precisamente por eso por lo que es el país del narcotráfico. Pero ¿cuál lucha contra cuál flagelo si lo que dice es que no hay que luchar? Mejor dicho, su «lucha» es lo que precisamente está antes del consumo, que es como si un hombre acude al médico con gonorrea y éste le dice: «La solución es usar condón», cosa que es cierta y que tal vez dirán todos los médicos, pero no es lo que les permite ganarse el sueldo.
Desde el fracaso
______Vamos a considerar la idea de «fracaso» en la lucha contra las drogas. Por ejemplo, desde el punto de vista del contribuyente estadounidense. La mayoría de los adolescentes no son consumidores de cocaína, sobre todo no son grandes consumidores. El prohibicionista cree que probablemente lo serían si la droga fuera legal. ¿Tiene razón? ¿Ha alejado la droga de su entorno y de su vida?
______Los colombianos «pensantes» encontrarán alguna forma de asegurar que es estúpido. Esos colombianos siempre han sentido un desprecio muy característico por los estadounidenses, que no destacan por ser los prohibicionistas sino los consumidores. Todos los países son prohibicionistas, en ninguno ganaría un referendo que despenalizara el narcotráfico.
Bienestar y prohibición
______Valdría la pena detenerse a considerar la historia de la prohibición. Primero hay que decir que las drogas siempre han estado ahí, sólo es que la vida de antes de la segunda guerra mundial era demasiado precaria aun en los países ricos para que la gente se pudiera permitir consumirlas de forma notoria: para que hubiera suficiente libertad para consumir ácido y marihuana de forma ostentosa hacía falta una sociedad como la estadounidense. También el igualitarismo permitió que esos productos estuvieran rápidamente al alcance de todo el mundo.
Las décadas anteriores
______En el periodo anterior las drogas eran forzosamente marginales: caras algunas, abiertamente degradantes otras, con una fama siniestra las demás. Algo como el opio no podría ser popular en el siglo XIX porque quien se daba a su consumo no tendría energías para trabajar en la fábrica. Lo mismo los derivados del cáñamo. La persona que se marginaba de la sociedad no tenía una alegre vida bohemia, sino que en la mayoría de los países de Europa estaba expuesta al hambre. Por eso no había prohibición, porque darse a consumir drogas era casi un suicidio.
Malas experiencias
______Así, la prohibición es el resultado de la expansión del consumo, el cual a su vez es resultado del bienestar. La experiencia de la gente con los polvos blancos es aterradora, sobre todo con la heroína, de modo que ante el espectáculo de un jonkie la gente bendice la prohibición que al menos dificulta la caída de sus hijos en ese hábito. Claro que saben que se puede obtener, pero el precio alto disuade: un adolescente normal no dispone nunca de las cantidades que le permitirían comprar una dosis de heroína, si fuera legal, la obtendría sin problemas, como el cigarrillo.
Vencedores y vencidos
______Es decir, la guerra contra las drogas no es una estupidez ni menos está perdida. Esa guerra de la gente corriente por sacar a sus hijos de la adolescencia sin un hábito fatal la mayoría la ha ganado. También la cocaína la han probado en proporción más estadounidenses que gente de cualquier otro país. Les encanta y le temen, por eso no salen a manifestarse por la legalización ni hay candidatos al Congreso o al Senado que ganen elecciones con agendas legalizadoras. Cualquier pariente o amigo podría aficionarse en exceso a la cocaína si fuera barata. ¿No es mejor malo conocido que bueno por conocer?
Ya hay un culpable
______Lo interesante es entender que la sociedad estadounidense tiene una relación ambivalente con la droga y que al ciudadano corriente le preocupa más el peligro de autodestrucción de sus seres queridos que la violencia en Colombia. La violencia en Colombia, el dominio de las mafias, etc., deberían preocupar a los colombianos. Pero los colombianos están encantados con su superioridad moral, se prestan a condenar al gobierno que fumiga las selvas pero al mismo tiempo temen a un gobierno directo del narcotráfico.
Ellos se lo buscaron
______El resultado es simple: la diatriba cotidiana contra la prohibición sólo legitima el narcotráfico, pero ¿cuántas veces hay que recordar que el país víctima del narcotráfico es Colombia? El problema colombiano es el primitivismo que permite la proliferación de bandidos dispuestos a una industria como ésa, no la fumigación. Si alguien quiere acabar con la fumigación, debería plantearse en serio combatir el narcotráfico dentro de la sociedad. Pero es lo que no se quiere, lo que no quieren los legalizadores que persiguen imposibles pero cobran buenos sueldos por eso, desde el conocimiento científico, claro.
Superioridad moral
______Y eso lo paga Colombia de muchas maneras, exactamente igual que quien prostituye a las hijas y se lucra de eso: podrá condenar la lujuria de esos señores ricachones, podrá comprar cosas finas y caras, podrá despreciar a esos pobres diablos que sólo obtienen sexo pagando, pero la deshonra y la humillación la carga él.
División del trabajo
______Como se comprueba a toda hora, ¡claro que los lectores de Caballero, esos funcionarios arquetípicos de la patria de la corruptela, no son los que se cuartean las manos en las haciendas cocaleras ni se pasan media vida en la cárcel por viajar con la barriga llena de bolas de látex con droga. ¡Son felices desde que desprecian a esos banqueros gringos inmorales que se llenan de plata administrando los grandes capitales del narco! Pero ante semejantes explotadores, ¿por qué no van ellos a sacar alguna comisioncita?
Haciendas y lambones
______Al final la explicación de esa magna idiotez de la condena de la prohibición es sencillísima: hay una hacienda esclavista típica y unos señores que tienen las escrituras y otros que se desloman allá, y los colombianos urbanos «cultos» le baten la cola a ese señor para poder lucir su cultura, claro.
______Bueno, por eso gana Uribe y cualquiera que sea aliado de Washington: es que las rentas se quedan en manos de los de siempre. Y el trabajo también. Es que es lo de siempre. Los legalizadores saldrían perdiendo si se desterrara el narcotráfico de Colombia y el país tomara el rumbo del desarrollo: el narcotráfico se vuelve así, al igual que Kidnapping Corporation, una división más de la utopía retrógrada que define a los esclavistas de siempre.