Hasta la saciedad se ha explicado desde hace decenios y desde todos los ángulos imaginables, que lo que mata a tiros no es la droga sino la prohibición de la droga.
______Lo cual no sólo es otra imbecilidad, sino precisamente la imbecilidad, convertida en axioma en Colombia, que ha llevado al vicepresidente y a mucha gente del gobierno a lanzar la increíble campaña publicitaria de que habla Caballero.
Desconcertantes maestros de moral
______Basta con pensar en los congresistas de Sucre capturados recientemente y en su afinidad con el gobierno para imaginarse el desprecio que sentirán quienes vean los anuncios de esa campaña: un gobierno que no es capaz de librarse de aliados relacionados con el narcotráfico y una sociedad que no condena ese negocio ni a los grupos criminales que lo explotan va a dar lecciones a los que desde el punto de vista de la estúpida demonización de las drogas serían sus víctimas. ¿Qué hay en el consumo de cocaína? Hedonismo y descuido de la propia salud. Resulta que ahora el consumidor debe tener en cuenta que por esa causa se matan los colombianos. ¡Como si no cupieran toda clase de reproches a la gente vanidosa que exhibe joyas y que ocasionó las guerras por las esmeraldas o las mucho más crueles guerras por los diamantes en Sierra Leona y otros países de África! Es que hay que enterarse de las cosas que hacen y dicen los colombianos para entender qué es el cretinismo moral.
El amor propio a la colombiana
______Hace años leí un artículo de Eduardo Posada Carbó en que hablaba del amor propio ("autoestima") como algo que las naciones necesitan igual que las personas, para apoyar lo cual citaba, si mal no recuerdo, a Richard Rorty. ¡Hay que ver lo que piensan de los colombianos Antonio Caballero y su discípulo Francisco Santos! "No tome usted cocaína porque por ese negocio se matan mis compatriotas", "No dé usted ocasión a un negocio ilegal y muy rentable, porque entonces mis compatriotas van a caer ahí". La lista podría seguir, los joyeros tendrían su parte de culpa por concentrar tantas riquezas en sus locales, irresistibles para los pistoleros colombianos, las señoras por llevar bolso, las mujeres jóvenes por salir a la calle... Dios mío. Hay como unos seres humanos de segunda a los que no se les puede exigir que respeten las leyes ni se integren en la comunidad como los demás. En rigor, es lo que pretendo demostrar, esos seres humanos de segunda no son los pobres que tienen que vivir en barrios llenos de pistoleros sino los farsantes que se suman a una y otra mentira.
El dinero corrompe
______Es el lugar común obligado, hasta leí a uno que culpaba al narcotráfico de lo que les pasó a las guerrillas. Bueno, él creía que eran idealistas que tomaban las armas para echar tiros al aire y así convencer a los malos de que fueran justos (y lo subieran de estrato a él) pero después se corrompieron y empezaron a ganar mucha plata, ¡y por eso empezaron a cometer atrocidades! Realmente hace falta un examen de la vida colombiana, pero tendría que hacerlo gente de otro país, mucho antes de tener que delinquir, de verse obligados por los consumidores de cocaína o por los prohibicionistas a secuestrar gente (o a castrarla en público, o a hacerla volar por los aires, o, lo que es mucho peor, a salir a gritar "¡Ni un peso más para la guerra!" delante de los parientes de las víctimas), muchísimo antes, digo, los colombianos tuvieron a través de las palabras una intoxicación que casi sin remedio los lleva a confundir la causa con la consecuencia, a ver las cosas siempre al revés, a pretender que además de lucrarse del narcotráfico (cosa que de forma indirecta pero consciente hacen la mayoría de los ricos y varios millones de personas) tienen derecho a cobrarle al mundo la incomodidad que se les ocasiona por tener que ver gente advenediza en los restaurantes caros a los que van.
En el principio fue el narcotráfico
______Una rutina habitual que exaspera a cualquiera que aborrezca la superstición es la atribución a "la droga" de un poder absoluto sobre cualquiera que la pruebe. Cada vez que alguien se encuentra con "la droga" su vida se echa a perder absolutamente. ¡Y hay que ver lo maravillosa que era! Esa necedad es pequeña en comparación con el poder mucho mayor que se atribuye a la droga en cuanto negocio a gran escala. ¡Es tan perversa y eficaz que se obstinó en castigar a los pobres colombianos (no a los colombianos pobres), mientras que a otros países más merecedores de sufrir flagelos semejantes los ha dejado en paz! Ya saliendo de toda esa tontería, hace años escribí un texto sobre los orígenes de esa violencia. Es posible que el narcotráfico haya multiplicado la tasa de homicidios, pero por una parte no se puede decir cómo sería esa tasa sin narcotráfico y por la otra el ascenso de ese negocio también es resultado del fracaso de la institucionalidad tras el fin del Frente Nacional. En cualquier caso, el narcotráfico podría ser el negocio de países como México o Perú, el uno fronterizo con EE UU y el otro cultivador tradicional de coca, pero le tocó a Colombia porque el país ofrecía más que ninguno el tipo de mano de obra apta para ese negocio.
La patria de la delincuencia
______Tiene que haber algún pensador que evalúe la relación que hay en una sociedad entre los fenómenos y su interpretación, y puede que en muchos casos se dé la paradoja de que sea esta última la que dé lugar a aquéllos: obras de la interpretación. En cualquier caso, me parece innegable que la mentalidad tradicional está en la base de la proliferación de delincuentes que vivió Colombia a partir de la época de la violencia. No tanto porque generara directamente malhechores, sino porque la resistencia de esa vieja sociedad a la implantación de la democracia contribuyó sin remedio a estimularlos. Puede que el primitivo desarraigado en la ciudad tienda a robar y a imponerse a la fuerza, pero la resistencia de los privilegiados del orden de castas por una parte le da pretextos (son pobres por culpa de este sistema: Hugo Chávez sabe explotar ese recurso) y por la otra debilita rotundamente la institucionalidad: la aplicación de las leyes que defienden la propiedad es reaccionaria e injusta. Ese mismo efecto tiene hoy el en apariencia inane discurso legalizador.
La visión de Laputa
______Mucho antes de que la casta sacerdotal europea inventara el socialismo, éste ya había sido descrito por Jonathan Swift en el tercer libro del Gulliver: la isla flotante desde la que gobiernan unos sabios un mundo del que en realidad no cuida nadie porque nadie tiene interés en ello. Ese papel, sin duda por la herencia católica, lo heredó la universidad. Pero aparte se volvió el refugio de esas castas antiguas, quien lea la prensa recordará una nota necrológica de Alfredo Molano sobre la esposa de Orlando Fals Borda y el grupo que se formó en la Facultad de Sociología de la U. Nacional alrededor de Camilo Torres: encuentro de varios linajes presidenciales intolerablemente venidos a menos por el avance del modelo globalizado. En todo el tercer mundo el comunismo fue eso, lo es en Cuba y también en Colombia. Lo cierto es que en los años setenta prácticamente todo estudiante de una universidad pública recibía una "formación" predominantemente "marxista". Esa hegemonía ideológica, pues de la universidad salen las clases altas del periodo posterior, y por otra parte también se daba en las universidades de los ricos, está en la base del avance del narcotráfico a partir de entonces.
El orden ilegítimo
______El marxismo tiene un punto curioso interpretado en el trópico esclavista. Cuando Marx habla del dominio de la burguesía se refiere a la clase media laboriosa ascendente en la Europa de su siglo, en Colombia "la burguesía" se volvió el nombre culto de "los ricos", los cuales precisamente no proceden de ninguna tradición comercial ni industrial sino de la relación con los linajes poderosos. El caso es que el poder y la propiedad de la "burguesía" eran ilegítimos para todo universitario, sobre todo estudiante de Derecho, Ciencias Sociales, Filosofía, artes o letras, más ilegítimo cuanto más alto fuera su origen social o menor fuera su disposición a trabajar o a competir. Había que organizarse y luchar para imponer el orden justo en el que toda esa propiedad pasara a manos del pueblo. Ese fenómeno ideológico incidía en dos direcciones: por una parte, creaba un ambiente de descontento que convertía al delincuente en un agraviado que enmendaba una injusticia, por la otra legitimaba toda conducta impropia por parte del funcionario encargado de perseguirlas. Si a eso se suma la proximidad de la revolución, el fervor castrista de esos años, el rechazo a la guerra de Vietnam por parte de los pre-conscriptos en EE UU y el cambio de costumbres, la verdad es que la oportunidad de un enriquecimiento rápido por ese medio resultaba irresistible para mucha gente. Había y hay países más pobres que Colombia pero no tenían esas condiciones morales.
Cultura del delito
______Se da un refuerzo mutuo entre las aspiraciones revolucionarias, que necesitan soliviantar a los delincuentes porque son sus soldados, y el ascenso de los delincuentes más aptos, que necesitan una sociedad desmoralizada para imponerse sobre ella. En ese sentido, la alianza entre Escobar y el M-19 es apenas obvia y sólo escandaliza a quienes no se meten en la cabeza de esos terroristas. Aunque en verdad no escandaliza a nadie, todo el mundo la conoce hace años y eso no impide que los menores de cincuenta años de las clases altas voten en masa por esos personajes. También resultaba obvia la participación del Partido Comunista en ese negocio: empeñado en la guerra popular prolongada, no podría rechazar algo que le generaba recursos copiosos para pagar a su tropa y comprar armas, sobre todo después de la desaparición del refuerzo soviético. Los del discurso hegemónico en Colombia proclaman sin rubor que hay guerrilla y contraguerrilla mafiosa porque hay narcotráfico; en realidad hay narcotráfico porque hay guerrilla.
La ciencia estadística
______El cuento habitual es que la abundancia de recursos multiplicó las tropas y las armas, pero la verdad es que unas y otras no requerirían grandes recursos sino "voluntad política". El proyecto revolucionario habría avanzado a punta de extorsión y de armas cubanas, más o menos como las guerras centroamericanas, que no fueron el fruto del narcotráfico; y el desplazamiento habría provisto las tropas para la guerra civil, mientras que sin la guerra contra las drogas no habría recursos extra para defender al Estado. En la península indochina fueron precisamente los países en que menos había narcotráfico los que experimentaron espantosas orgías de sangre. Y el genocidio de Ruanda se cometió sobre todo con machetes. Las estadísticas que muestran un aumento notorio de los homicidios en los años ochenta y se exhiben como efecto del narcotráfico no se ocupan de lo que sería esa guerra sin esos recursos. ¡Habría que ponerse a pensar que el camino de la utopía burocrática era un proyecto serio de opresión y no una travesura de unos doctores de las mejores familias, con las que ante todo hay que relacionarse!
El sueño legalizador
______La actitud predominante en Colombia ante el narcotráfico es esa transferencia de culpa que tan bien expresa la campaña publicitaria que denuncia Caballero: "Si usted prohíbe lo que compran sus ciudadanos, no me venga a pedir cuentas a mí". Lo mismo de siempre: "Si su señora sale a la calle con joyas, no espere que nosotros, tan pobres, la dejemos pasar tranquilamente". Bueno, ésa es más bien la actitud caballerista, la del vicepresidente es tal vez menos cínica pero más ridícula. Ya he explicado en muchos sitios que el fervor legalizador es sencillamente una forma de justificar el narcotráfico. Y el drama es que algún día será más barato un embargo comercial a Colombia que la colaboración con las fuerzas estatales. En cierta medida es el sueño de los asesinos y rateros de la llamada izquierda democrática, pues su paraíso de jerarquía congelada y ociosidad subvencionada sólo podría tener lugar en un país apartado del mundo.
El rumbo
______Hace treinta años las clases instruidas se lanzaban entusiasmadas a la guerra civil para construir un régimen como el cubano, precisamente dirigidas por Antonio Caballero y su combo de señoritos de Alternativa. Claro que al mismo tiempo ocuparon puestos de poder en el Estado burgués que pretendían destruir, a los cuales tenían fácil acceso por su origen familiar y sus contactos. Si uno piensa en el Doctor en Derecho y Ciencias Políticas que entra en la carrera judicial y en la pasión con que defenderá la propiedad o las leyes que prohíben el comercio ilícito de drogas, ya se puede imaginar cuánto resistirá las presiones de los delincuentes multimillonarios. De hecho, el sindicato de jueces y fiscales fue uno de los más claramente sumisos al programa del PCC en las décadas que siguieron. ¿Qué pretende ahora la izquierda democrática con la algarabía antiprohibicionista? Ante todo salvar la solución negociada y legitimar el ascenso previsible (gracias al control de los medios de comunicación) que experimentarán en los próximos años combinando todas las formas de lucha. Puede que el resto de la sociedad quiera vivir en una democracia como las del primer mundo, pero esas ilusiones funestas se remediarán con unas cuantas bombas: ¿alguien se ha dado cuenta del cinismo de los que siempre salen a culpar al gobierno? Lo propiamente colombiano es no ver que ése es un crimen del mismo rango que los mismos asesinatos; esas personas, empezando por Caballero, cuentan con el mayor prestigio. ¿Alguien recuerda alguna condena de alguien a esos personajes?
La verdadera guerra
______Hoy en día la guerra contra las bandas narcoterroristas es la guerra por la democracia en Colombia, por eso es tan importante que no dé resultados la presión que hacen sus propagandistas para que la gente acepte el narcotráfico como una fatalidad y culpe de él a los extranjeros. Si no se vence a los narcoterroristas, éstos teminarán imponiendo su tiranía. Y es una guerra que se libra en todos los frentes, también en el económico, pues el narcotráfico sólo es la continuación de la economía rentista tradicional: la hacienda cocalera, atendida por esclavos remotos, es la versión del siglo XXI de las minas de oro de los siglos coloniales. Mientras no se planteen fuentes de riqueza diversa, la izquierda democrática tendrá con qué comprar armas y amedrentar al resto de la sociedad, forzado a someterse por su indigencia. La presión de la administración estadounidense sobre los narcotraficantes no ligados a la izquierda democrática hará que sólo queden en el negocio los que cuenten con ese paraguas protector y trabajen de consuno con esa potente fuerza. Sólo que para entonces esperan haber convencido a los colombianos de que producir drogas es un agravio que les infligen los prohibicionistas o los consumidores y que en realidad no hay nada que se pueda reprochar a Colombia. Puede que de buena fe, el mismo gobierno colombiano les ayuda.