miércoles, marzo 31, 2010

Pero España ¿sí se mirará al espejo?


El país vanidoso

Según Nietzsche, la vanidad (el afán desmesurado de aprobación ajena) es un atavismo, algo que queda de otras épocas, propiamente de aquellas en que había señores y esclavos y éstos no sabían quiénes eran sino que esperaban a que se lo dijeran los amos. Es difícil explicar hasta qué punto ésa es exactamente la situación de los colombianos respecto de los ciudadanos de países ricos. Basta con ver la actitud patéticamente solícita de cualquier colombiano, aun de los más matones, pretenciosos o susceptibles, ante un europeo. O la inquietud que produce la existencia de ciudadanos escandinavos que simpatizan con los terroristas colombianos, como si el propio gobierno de la capital no estuviera en manos de un partido cuyos representantes en Sumapaz son antiguos miembros de la Unión Patriótica (partido creado por las FARC y en realidad el nombre de la banda para participar en las elecciones). Como si no ocurriera ahora mismo que a los ediles de partidos rivales los matan los terroristas, a los que ese partido no les ha pedido hasta ahora que desistan de imponer por medio del crimen su revolución, la misma que busca el citado partido. Esa necesidad de aprobación se corresponde tan exactamente con la descripción que hace Nietzsche de la vanidad, que la Fórmula 1 ganó una popularidad enorme y la perdió en menos tiempo aún, según la suerte del piloto colombiano: "Dime qué soy y yo lo seré; ¿me quieres aficionado a la Fórmula 1?".

Una opinión "autorizada"
No es ninguna sorpresa que a los colombianos se los intente convencer de que la interpretación apropiada de su experiencia la tienen personas remotas que no saben nada del país: la prevalencia de esas opiniones no se sostiene en ningún elemento de razón, sino en el color de la piel, los ojos y el pelo de quienes las profesan. Por eso uno ya ni se sorprende de que en la página de Anncol-Santodomingo apareciera durante muchísimas horas en el lugar más destacado, con grandes titulares y más de doce mil comentarios (récord absoluto en la prensa colombiana), la noticia de que un periódico español publicaba un artículo en el que se desaprobaba al gobierno colombiano. ¡El hecho de que eso se publicara, con la habitual precisión de la prensa de cualquier país ante cualquier fenómeno de otro, era la prueba de que el gobierno colombiano carecía de legitimidad!

Bastenier y El País
El autor del artículo es el típico dinosaurio que al ver fracasado el comunismo en Europa pretende que se imponga en Hispanoamérica. En una ocasión llegó a escribir que el ex presidente hondureño Mel Zelaya era un "traidor a su clase", como si la alianza con el hampa chavista no fuera algo previsible en las elites corruptas de la región. Pero es que su periódico se ha ido convirtiendo en el órgano de propaganda de un gobierno funesto y en un medio sectario al que abandonan los mejores periodistas. No es en absoluto sorprendente que el embajador de Israel haya tenido que protestar por viñetas antisemitas "propias de un fanzine neonazi" publicadas en dicho periódico. Baste con decir que la redacción se rebeló ante un editorial crítico con el Che Guevara. Para cualquier español es un lugar común la relación de ese periódico con el partido en el poder, al que muchos llaman "Prisoe" (por el grupo Prisa). No tendría nada de raro que la arremetida del artículo fuera la respuesta a la reacción del gobierno colombiano ante la posibilidad de que Zapatero mediara entre Venezuela y Colombia: "Zapatero a tus zapatos".

El gobierno español
Lo increíble es que en Colombia se tome con tanta seriedad una opinión de un medio próximo al gobierno de Zapatero. Si se compara lo que ha sido ese gobierno para España y lo que ha sido el de Uribe para Colombia, el resultado es un escándalo: la colección de desaguisados es tal que España en todos los sentidos está mucho peor que en 2004, mientras que Colombia en todos los sentidos está mucho mejor que cuando ascendió Uribe al poder. Pero para entenderlo será mejor entrar un poco en contexto. El triunfo de Zapatero fue el resultado de las campañas que lanzaron los partidos de oposición contra la intervención estadounidense en Irak. Los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 acabaron de convencer a millones de españoles de lo inconveniente de apoyar semejante aventura. Tres días después las elecciones arrojaron la sorpresa del triunfo de Zapatero.

Un líder "antiimperialista"
Como para mostrar gratitud a los terroristas que le permitieron ganar las elecciones (todas las encuestas daban ganador al PP antes del atentado), Zapatero se apresuró a retirar las tropas españolas que había en Irak, invitando a los demás países a hacer lo mismo. En la Asamblea General de la ONU de ese año pronunció un discurso en el que acusaba a Occidente de ser la causa del terrorismo y con el que lanzó su política de Alianza de Civilizaciones, con la que pretendía responder a la intervención estadounidense en Irak. ¿Quiénes colaboran con esa política? El gobierno islamista turco y el iraní, aparte de las cleptocracias y tiranías de la constelación chavista. Un efecto cómico de todo eso es que antes se consideraba que la alianza de Aznar con Bush aislaba a España de las principales potencias europeas. ¿Cuántas de esas potencias han coincidido con las políticas de Zapatero? Ninguna: es ahora cuando España va en contravía de las tendencias europeas, antes la mitad de Europa estaba con Blair y Bush.

El socialismo del siglo XXI
La política internacional de Zapatero es exactamente la que se esperaría de una estrella de la constelación chavista en Europa: se ha distinguido por la búsqueda a toda costa del reconocimiento de la satrapía cubana (hoy mismo está el ministro Moratinos en Cuba, prohibiendo cualquier trato con los demócratas que se oponen al régimen), el pleno alineamiento con las iniciativas del Alba, la venta de armas a Venezuela, la hostilidad radical hacia Israel y el reconocimiento a regímenes como el iraní o el que ha impuesto la organización terrorista Hamás en Gaza, etc. El ascenso de Obama ha parecido la ocasión de buscar la inclusión en el concierto de los países civilizados, cosa que al émulo mulato de Zapatero le viene de perlas, pues no sólo apacigua a uno de los enemigos de EE UU que pretende que Bush se buscó, sino que cobra la condescendencia en forma de tropas en Afganistán.

Lo que queda de España

Así tituló el periodista Federico Jiménez Losantos un libro sobre la disgregación que sufre el país a causa de las tendencias separatistas de Cataluña y el País Vasco. Estas regiones fueron en el siglo XIX la vanguardia de la industrialización y su nivel de vida a comienzos del siglo pasado era muy superior al del resto de España. A raíz de la pérdida de las colonias en 1898, se desarrollaron fuertes movimientos nacionalistas que pretendían un control persistente sobre esas regiones, por encima de los vaivenes de la política nacional. La alianza del PSOE con los nacionalistas catalanes y vascos fue uno de los factores que llevaron a la guerra civil de 1936-1939. Zapatero sencillamente gobierna aliado con esos nacionalistas porque de ese modo se asegura una mayoría duradera. Pero esos nacionalistas han desarrollado en sus regiones un Estado paralelo con fuertes rasgos dictatoriales: en el País Vasco los nacionalistas radicales intimidan continuamente a todos los que discrepan de sus ideas, forzando el desplazamiento de cientos de miles de personas, mientras que en Cataluña con el pretexto de la lengua se impone también el nacionalismo obligatorio. La pretensión de crear nuevos Estados aumenta día a día, y por lo general cuenta con la aquiescencia del PSOE.

La alianza con ETA
Uno de los partidos con que se alió Zapatero para gobernar (pues su partido no tenía ni tiene mayoría absoluta en el Congreso) es Esquerra Republicana de Catalunya. El líder de este partido, Josep Lluís Carod Rovira, se reunió en enero de 2004 con los dirigentes de ETA en un hotel del sur de Francia para intercambiar reconocimiento político a cambio de que no cometieran atentados en Cataluña. Esa reunión le aseguró a ese partido un notorio triunfo en las elecciones siguientes: su lema "Hablando se entiende la gente". Ese partido gobierna en Cataluña junto con la franquicia del PSOE y un pequeño grupo de ex comunistas. Pero Zapatero también intentó negociar con ETA, para lo cual favoreció la participación electoral, con otras siglas, de la ilegalizada Batasuna (una especie de PDA vasco) mediante la inhibición del fiscal. Entre las lindezas ligadas a esa negociación se encuentra el "soplo" por parte de funcionarios del gobierno a los extorsionistas de ETA cuando una operación policial los iba a detener. Como era de prever, el periodo de negociación le sirvió a la debilitada ETA para recuperarse y volver a matar.

La política de confrontación y provocación
No hay ninguna diferencia sustancial entre la política de Chávez de persecución a la oposición y la que practica el PSOE con el PP. En todo momento se intenta dividir a la sociedad de tal modo que gracias al nacionalismo periférico, al antiamericanismo, al "progresismo" de toda clase de iniciativas (como la ampliación del aborto, el matrimonio de personas del mismo sexo o la adopción de niños por esas parejas) y a la presión constante de la propaganda, los críticos del gobierno se presentan día a día como la representación viva del franquismo. En ese esfuerzo no es de poca monta la "Ley de Memoria Histórica", mediante la cual se pretende desenterrar a las víctimas de la guerra civil de hace más de setenta años para resucitar los odios, que afortunadamente estaban enterrados. Toda la política del gobierno español es ahondar esos odios, a tal punto que la principal tarea de los ministros y demás funcionarios ante los medios es el descrédito del PP.

La máquina de propaganda
Es difícil que un colombiano entienda lo que es Radiotelevisión Española. Esta poderosa cadena de emisoras radiofónicas y canales de televisión, herencia del franquismo, es un amplificador formidable de la propaganda gubernamental. Cada día millones de oyentes se enteran de la injusticia que se comete con Zelaya y del encanto del primer presidente indígena de Bolivia, por no hablar de los peores improperios contra la oposición. El que quiera formarse una idea de lo que es esa cadena sólo tiene que imaginarse la página de opinión de El Espectador pero en lugar de las calumnias y ofensas contra el gobierno se trata de calumnias e intimidaciones contra la oposición. El descaro de esa propaganda haría sonrojar a un genocida. En los tiempos felices en que la "insurgencia" de los "rebeldes" iraquíes golpeaba a Bush mandando al paraíso a cientos de parroquianos que iban a comprar a un mercado o a buscar trabajo, los locutores de la radio pública transmitían llenos de euforia el nuevo triunfo de los patriotas contra los invasores. Ni en un triunfo deportivo importante había tanto regocijo. Eso por no hablar de la sujeción de las emisoras y canales privados: hasta hace poco al menos una cuarta parte de los anuncios que se emitían eran del "Gobierno de España". Claro, la línea editorial es de lo más moderada y ecuánime. El enorme gasto en ese frente mediático es una de las causas del déficit público.

La deriva española

La expansión de la Unión Europea al este y el ascenso imparable de la industria asiática determinaron la decadencia industrial de países como España. Sólo un gran salto tecnológico o educativo habría permitido recuperar la iniciativa. Nada de eso entra en los planes de Zapatero, cuya tarea de gobierno consiste en generar odio hacia la oposición. La economía española creció a buen ritmo hasta 2007 gracias a la especulación inmobiliaria (que generaba grandes inversiones en construcción) y a la inmigración (que abarataba drásticamente los costos laborales). La crisis de 2008 dejó al desnudo las dificultades del país: hoy en día España es líder europeo en reducción del PIB y en aumento del desempleo (las cifras oficiales son muy superiores a las colombianas) y del déficit público. Sencillamente, España avanza a pasos agigantados hacia la asimilación a Hispanoamérica, región en la que siempre ha habido países que parecen a punto de integrarse en el primer mundo: Argentina, Uruguay y Cuba en los años cincuenta, Venezuela en las décadas siguientes...

Las opiniones del señor Bastenier sobre Colombia, apoyadas en datos sesgados y marcadamente favorables al partido próximo a las FARC, son sólo las que emitiría cualquier exaltado de Telesur. Y de no ser por el espantoso complejo de inferioridad de los colombianos no habrían encontrado mayor audiencia. Ni su periódico ni el gobierno al que aquél defiende tienen nada que enseñar a los colombianos, salvo las lecciones que darían sus socios cubanos, bolivianos o argentinos.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 21 de octubre de 2009.)

jueves, marzo 25, 2010

¿Cuál conflicto?

No habrá mucha gente que soporte sin malestar que se le diga que sus certezas habituales sobre lo que ocurre en Colombia son erróneas y aun disparatadas. Y mientras no haya una concepción clara de eso, muchos esfuerzos serán vanos, al tiempo que la labor del bando terrorista será fácil, pues podrá operar sin grandes dificultades ante un enemigo que obra como quien se enfrentara a un enjambre de avispas a machetazos.

La más corriente y funesta de esas certezas es la de la "extranjeridad" de la guerrilla. Antes se trataba de una agresión del comunismo internacional, ahora del Foro de Sao Paulo, siempre de "bandidos" y gente montaraz sin mayor relación con las elites urbanas; en todo caso ajena a "Colombia". Como mucho se admite que algunos grupos minoritarios se imbuyen de "ideas foráneas". Cuando se descubren personas influyentes o poderosas que muestran afinidad con la guerrilla se les atribuyen inclinaciones ingenuas, "idealistas", irresponsables, etc.; como mucho, incentivos perversos.

Esa visión, muy frecuente entre personas conservadoras, militares, etc., es halagadora y fácilmente legitimadora, pero en su simpleza termina confundiendo el enemigo, reducido a la punta de lanza de una conjura que lejos de ser la "anticolombia" es, a mi parecer, la expresión de las tradiciones más arraigadas de la sociedad. Los recientes procesos "revolucionarios" en las naciones más parecidas a Colombia muestran que las sociedades hispánicas tienen por su origen y por su estructura poderosas tendencias al totalitarismo.

Uno de los errores intelectuales más graves es el acostumbramiento, la pérdida de la capacidad de asombrarse. ¿Cómo explicarle a la gente que estudiar en una universidad no debería tener relación con tirar piedras? ¿Y que la rebeldía antigubernamental de varias generaciones de estudiantes no es respuesta a la ausencia de libertades sino que tiene por objeto provocarla? Es como si alguien tirara una moneda al aire y esperara que se quedara suspendida, sin caer. Los estudiantes están en contra de la libertad de prensa, pues siempre simpatizan con el régimen cubano, que no la respeta, y quieren destruir el Estado porque permite la propiedad privada y el libre desplazamiento de los ciudadanos. ¿A quién se le ocurriría esperar otra cosa?

Es posible que el gobierno de Uribe, fruto al fin y al cabo de la desesperación de las mayorías ante el ascenso de los terroristas y sus mentores, un fruto improvisado y en gran medida confuso, haya cedido a esa concepción del "conflicto" según la cual lo principal es el combate entre las bandas terroristas y las fuerzas del orden. Si eso ha ocurrido es por la pura inercia de la mentalidad ordinaria. El pensamiento de que la raíz del crimen está en la estructura de la sociedad, más aún, en los valores hegemónicos, no encuentra mucho público. Esa probable obsesión con lo militar explica el escepticismo de Plinio Apuleyo Mendoza, por ejemplo.

Y hay que dejarlo claro de una vez: la guerrilla defiende intereses poderosos, incluso los de los sectores más poderosos de la sociedad, no tanto porque tengan alguna vinculación orgánica sino por la tendencia de los grupos políticos a sacar provecho del poder de aquélla para desarrollar agendas particulares. El caso de Pastrana y su camarilla es paradigmático, al igual que el de Belisario Betancur, que pretendió aprovechar el poder armado del comunismo para dar lugar a un bipartidismo en el que su partido resultaría mayoritario, o el de César Gaviria, que se alió con el M-19 para imponer una Constitución que aseguraba el dominio duradero de quienes la proclamaban, al precio de suscribir enormidades morales como la del delito político o la prohibición de la extradición.

El caso más grave de asociación de un sector político importante con los terroristas es el del oficialismo liberal de la época de Samper con el Partido Comunista y las organizaciones armadas con las que trabaja de consuno. Entre los defensores más destacados del presidente elegido con ayuda del Cartel de Cali se contaban personajes como Jaime Dussán, antiguo líder de Fecode, tal vez el sindicato más abiertamente fariano de la época, individuo criado en el mismo pueblo (La Plata, Huila) y en los mismos años que Luis Édgar Devia. Otras figuras de esa coalición son la difunta Martha Catalina Daniels y la actual senadora Piedad Córdoba. Pero los casos se podrían contar por cientos: entre los principales defensores de Samper se cuenta Carlos Gaviria, por entonces presidente de la Corte Constitucional; sus funcionarios más leales, como Ramiro Bejarano, Rodrigo Pardo, María Emma Mejía, Alfredo Molano (que en 2002 apoyó a Serpa y no a Garzón), Daniel García-Peña y muchos otros, son casi abiertamente partidarios de todo aquello que convenga a las FARC.

Esta banda es sólo el aspecto más molesto de la conjura, pero en absoluto el más importante. Si los samperistas y "polistas" la protegen no es por lealtad de ninguna clase, sino por puro cálculo: su derrota acarrearía la hegemonía de los sectores políticos rivales. Y es importantísimo hacer hincapié en eso porque el poder de los conjurados en los medios y en las instituciones es tal que obran con absoluta impunidad: no me refiero siquiera a la impunidad legal, sino a la respetabilidad que parece tener su propaganda entre la mayoría de la gente.

Todo lo anterior queda fácilmente confirmado leyendo lo que publicó la prensa con ocasión del anuncio de la inclusión de Piedad Córdoba en las listas de candidatos al premio Nobel de la Paz. Y la verdad es que es más espantoso de lo que uno se puede imaginar: no que los socios de la senadora intenten engañar a la gente con la idea inverosímil de que ella hace algo para que suelten a los secuestrados, como si esas liberaciones no fueran un espectáculo de las FARC para darle protagonismo, toda vez que forma parte de la misma conjura y siempre ha promovido a la banda terrorista, sino que incluso lo sostengan personajes como Mauricio Vargas:
En estricto sentido, Piedad Córdoba se merecía más el Premio Nobel de la Paz que Barack Obama. Por lo menos ella podía mostrar como resultado un puñado de secuestrados liberados gracias a las gestiones que impulsó.
En sentido estricto esto es una mentira del tamaño de un asesinato. O de muchos: las gestiones de paz de Piedad Córdoba son parte del secuestro, como cuando el atracador retira el cuchillo que tenía en nuestro cuello para llevarse nuestra cartera, ¿no merecerá también algún premio por ese acto? Sencillamente, los secuestros de soldados y políticos se cometen con el fin de obtener protagonismo mediático y mostrar poder. La senadora Córdoba es responsable de esos secuestros, en absoluto agente de ninguna liberación.

Por el mismo camino va Ernesto Yamhure:
Por supuesto que Piedad Córdoba ha hecho una labor importante por los secuestrados. Sería obtuso desconocerlo.
No podemos ser obtusos y desconocerlo: la señora Córdoba ha hecho una labor importante por los secuestrados, por ejemplo cuando viajó a EE UU en 1998 en compañía de Jaime Dussán y Amílkar Acosta a tratar de impedir que se dieran ayudas al Ejército colombiano. O cuando volvió del Caguán ensalzando a Tirofijo y su banda de asesinos, que por entonces tenían en la zona de despeje a varios miles de secuestrados, por no contar a los miles de niños que reclutaron a la fuerza en la región. ¿Qué labor más importante puede hacer alguien por otro que ayudarle a cumplir su destino? Los violadores también hacen una labor importante por las violadas, que sin la ayuda de esos importantes intermediarios no podrían llamarse tales. Lo espeluznante de la desgracia colombiana es que hasta los supuestos amenazados por las FARC exhiben sin pudor el más increíble cretinismo moral (no vaya a ser que los consideren intransigentes, sobre todo si la senadora resultaba premiada, como temíamos muchos).

¿Cómo hay que decir que darle el premio Nobel a la senadora sería literalmente dárselo a las FARC? Ella nunca ha ocultado que está con ellos, por eso se pone la boína de la organización y predica el ejemplo de Tirofijo. Como organizadora del grupo de "Colombianos y Colombianas por la Paz" lidera una campaña de legitimación de la banda asesina. El problema es la visión enfermiza de los colombianos, que por el ridículo clasismo que los aqueja (y que es el fondo del sueño de dominación de los totalitarios) realmente creen que las SS eran algo distinto a la Gestapo y al Partido Nazi, y dentro de poco considerarán que Hitler era inocente, pues nadie lo vio empujando a nadie a un horno crematorio.

Nadie desconoce que esa señora promueve a los terroristas, pero ¿por qué la prensa la promueve tan alegremente? Para mí la respuesta es fácil, pero es por completo incomunicable para los colombianos: porque las FARC son un instrumento de los dueños de la prensa. ¿Qué explicación tiene que una revista como Don Juan publique una entrevista de abierta promoción de la senadora o que todas sus acciones, sobre todo en la época del lanzamiento del grupo de Colombianos por la Paz, sean noticia de primera plana en El Espectador? La explicación que tiene es exactamente la misma que el que los jóvenes estudiantes quieran abolir las elecciones: el bobo callado no se nota, todo el mundo está acostumbrado a que sea así, eso sí, que a nadie se le ocurra decir que los capitalistas son amigos de la izquierda. Ante cualquier sugerencia en ese sentido, el colombiano instruido saca la navaja, que es su forma de discutir.

La noticia sirvió para que aflorara todo eso que hay en el fondo de la vida colombiana y que por lo general flota como un sobreentendido. Un tal Pablo Emilio Obando publicó en El Tiempo un artículo de rutinaria propaganda fariana, pero fueron muchos otros. Mauricio García Villegas, el típico profesor de la "Universidad" Nacional exhibió un argumento formidable: ¿qué clase de patriotismo es el que se opone a que se premie a una compatriota? ¿Se imaginan? Dentro de poco le darán el premio de pedagogía a Alfredo Garavito y a lo mejor el Nobel de Medicina a Jojoy, que ha amputado más piernas que nadie, y los colombianos debemos estar orgullosos. ¿Cómo se le explica a un colombiano que en las FARC no hay nadie tan asqueroso como ese profesor? ¿Que las FARC son sólo la pobre gente del campo que les asegura las rentas, las primíparas y el prestigio a canallas como él?

Pero la perla de verdad inolvidable fue el artículo del patriarca del clan Santos, Enrique Santos Molano. No creo que sea posible entender el "conflicto" colombiano sin prestar atención a la vindicación que el personaje hace de la senadora Córdoba. Y a la explicación que da de los problemas colombianos de hoy en día. Para ese importante periodista y escritor el secuestro es prácticamente una obra de amor y el rechazo a quienes viven, se lucran y obtienen poder de él es un acto de "odio" de la "ultraderecha lumpen"... No quiero extenderme citándolo, pero quien lo lea encontrará incomprensible la ceguera de los colombianos.

¿Cuál conflicto? Todos los crímenes que sufre la gente a manos de los terroristas son sólo el cumplimiento de las órdenes de personas como ese señor, probablemente de él mismo. El poder que provee el crimen no se haría realidad sin la desfachatez con que lo usufructúan.

La senadora amiga de Chávez es hoy por hoy, y de lejos, la figura que domina absolutamente toda la oposición (nadie le hace el menor reproche), y eso sencillamente porque al poder de las FARC, de Chávez y de la "vieja izquierda" que manda en el PDA suma el apoyo de la más rancia oligarquía. Así, la actividad terrorista resultará bastante más difícil de combatir, sobre todo porque a fin de cuentas en Colombia la constatación de lo evidente, de lo obvio, lo pone a uno en minoría. ¿O cuánta gente está de acuerdo en que los terroristas son simples peones de los dueños de los medios? El verdadero conflicto es la ceguera respecto a lo que se busca y desea.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 14 de octubre de 2009.)

sábado, marzo 20, 2010

Hacia el Nobel de la Paz


Candidata favorita

Es muy llamativo que las portadas electrónicas de El Tiempo y El Espectador del martes 6 de octubre no hayan vuelto a mencionar el rumor sobre la candidatura de Piedad Córdoba al Premio Nobel de la Paz. Como si quisieran evitar a la mayoría de los lectores el desasosiego que semejante noticia produce, tal vez esperando el impacto de la noticia final, tal vez porque los editores realmente dudan de que tal cosa vaya a suceder. De hecho, lo dudan la mayoría de los colombianos. Son tantas las ganas de reconocerse en gente como los noruegos, y en general los europeos, que la posibilidad de que premien a un personaje semejante se les antoja absurda, imposible. Pero no hay tal, la candidata que más probablemente podría obtener ese premio este viernes es la senadora antioqueña.

El director del Instituto de Investigaciones de Paz
De esta noticia copiaré sólo las palabras del director del organismo que selecciona a los candidatos al premio, Kristian Berg Harpviken:
[Córdoba] es lo que significa el Premio Nobel de la Paz, es una interlocutora de los actores del conflicto, interlocutora del Gobierno (colombiano), interlocutora de los grupos alzados en armas. [...]

también representa el diálogo y representa un compromiso a largo plazo, porque ha hecho un trabajo duro [...]

ha logrado liberaciones y de eso se trata, de hacerle ese reconocimiento.

No es una opinión de cualquiera, sino lo que afirma una persona que conoce bien las posibilidades de los candidatos.

Los otros candidatos
Claro que hay muchos más candidatos, pero los rumores y la prensa sólo mencionan tres favoritos: Piedad Córdoba, un jordano, profesor de filosofía de la fe islámica, y una activista afgana. En mi opinión, ambos están en desventaja frente a la senadora: el jordano tiene la desventaja de ser hombre y de que su triunfo no llevaría ningún mensaje claro sobre la paz con el islam, mientras que la afgana forma parte de un gobierno cuestionado y aliado de EE UU. Los premios Nobel "políticos" se dan a personas caracterizadas por su antiamericanismo, según señalaba en alguna ocasión el escritor estadounidense Philip Roth.

Los ganadores hispanoamericanos
Muchos razonan que Piedad Córdoba no podrá recibir el premio por su proximidad a una organización terrorista, olvidando que los otros dos hispanoamericanos que lo han recibido, Adolfo Pérez Esquivel y Rigoberta Menchú no son menos próximos a la banda asesina. De hecho, al parecer fue el argentino quien propuso como candidata a la senadora colombiana. En la noticia enlazada arriba transcriben una declaración de Pérez Esquivel:

Ella viene trabajando intensamente desde hace mucho tiempo y con demasiadas dificultades para lograr la paz en Colombia y eso (el premio) ayudaría a encontrar los caminos de la paz para su país.
No hay que engañarse: las presiones que reciben los que van a dar el premio son tremendas, así como los motivos que podrían tener para premiar a Piedad Córdoba: nada les gustaría más que contribuir a la "paz" en Colombia. Es decir, a las negociaciones de paz. Es decir, a la recuperación de uno de los bandos que la puede firmar, con el que la burocracia noruega simpatiza.

Pudo ser Tirofijo
Uno de los motivos por los que Pastrana se obstinaba en mantener el proceso de paz con las FARC con el correspondiente despeje era la posibilidad de obtener el Premio Nobel de la Paz (al respecto, comentario de Gonzalo Guillén, de Saúl Hernández y de Rodrigo Pardo). Sencillamente, un defensor abierto de las FARC como Jan Egeland, que había dirigido el Instituto de Investigaciones de Paz y tenía a su esposa presidiendo el parlamento noruego, había ilusionado a Pastrana con el premio. Claro que él lo niega, pero ¿cómo habría de reconocerlo? Es como si le preguntaran si cree que Piedad Córdoba es cómplice de las FARC. Y de no ser por la torpe certeza de Tirofijo de que estaba a punto de ganar la guerra, si hubiera tenido más conciencia de lo que es el mundo más allá de sus selvas, podría haber conseguido el premio de sus crímenes confirmado por el Nobel. Y nadie debe llamarse a engaño: Mengeland sigue teniendo mucho poder e influyendo en los premios.

El odio a Piedad Córdoba
Una cosa que yo nunca he entendido, o mejor dicho, sí he entendido pero al precio de sentir un asco tremendo, es el odio que despierta la senadora. Es verdad que su adhesión a las FARC está llena de provocación, afán de protagonismo y desfachatez. Pero ¿es que nadie leía a personajes como Alfredo Molano en los años dorados de la industria del secuestro? Parece que no, que la gente sólo se entera de lo que sale en la televisión. ¿Alguien cree que en las universidades públicas los profesores son más comedidos que la senadora? En ese odio tan focalizado tienen un gran papel el racismo y el clasismo, esos rasgos de la mentalidad colombiana que tanto determinan precisamente la "cultura" de la izquierda democrática. Como si fuera más fácil condenar y rechazar a alguien de piel negra y origen humilde. Ella se aprovecha de eso para ganar protagonismo; a pesar de que los firmantes de la correspondencia con las FARC son varias decenas de miles de personas, la gente sólo se fija en la "levantada".

¿Y si ocurriera?
Yo nunca entiendo que las liberaciones de secuestrados den prestigio a la senadora, siendo tan obvio que las FARC las llevan a cabo para promover a su representante política. Creo que la gente exagera el ascenso en las encuestas de la popularidad de Córdoba. Pero ¿por qué se me ocurre que en caso de que obtuviera el Nobel se haría realmente popular? Los opositores están encantados, por ejemplo Rodrigo Pardo anuncia la posibilidad del premio y se entusiasma de la "lección" que recibiríamos los colombianos acerca de la percepción que hay en otras partes del "conflicto". Es un tema típico: a los colombianos parece fácil convencerlos de que la idea que tenga alguien que no ha visto nada de Colombia es más precisa que la que tengan ellos. Pero yo tengo que insistir: ¿por qué odian tanto a la "negra" y no a Rodrigo Pardo? Yo no encuentro en ningún sentido una actitud menos criminal en el ex canciller. ¿O es que no se muestra a favor de la senadora?

Consecuencias
Sin duda el premio sería muy conveniente a la oposición, pero hasta cierto punto. Ganarían algunos votos, pero no los suficientes para disputar una segunda vuelta con un candidato uribista. El problema (para confirmar mi obstinada certeza en que no hay nada fuera de nuestra mente) es lo que hará el gobierno. Hoy mismo salió el ministro de Defensa afirmando que el gobierno colombiano no cree que Rafael Correa tenga relación con las FARC. ¿Quién esperan que les crea? La desgracia no es que le den el Nobel de la Paz a una líder de una secta criminal, ni que eso arrastre simpatías entre ciertos colombianos, sino que el gobierno tratará de liderar ese triunfo nacional y de congraciarse todo lo posible con la senadora. En lugar de publicar una lista de sus lindezas y de su presencia en los computadores de Raúl Reyes (cuyos documentos no hacía falta publicar, no fuera que molestaran a alguien), incluso de romper relaciones con Noruega, con toda certeza, el gobierno colombiano se mostraría dócil y mostrará reconocimiento a la nueva figura nacional.

Ojalá en lugar de los dos minutos de odio alguien hiciera una lista clara de la trayectoria de la senadora y de su relación evidente e indudable con los terroristas. Lo que no se puede esperar es que eso lo vaya a hacer el gobierno: con tal de hacerse perdonar la reelección hasta le reconocerá una gran altura de miras a los que intentan legitimar a las FARC premiando a su representante política.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 7 de octubre de 2009.)

lunes, marzo 15, 2010

La traición de Petro

En contra de lo previsto por los que apenas leen la prensa, Gustavo Petro ganó la consulta que designa al candidato del Polo Democrático a la presidencia en 2010. La explicación de ese hecho suscita controversias, aunque predomina la suposición de que la militancia de ese partido se ha moderado y ha entendido que debe alejarse de Chávez. La posibilidad de que el candidato elegido haya contado con el apoyo del gorila rojo mueve a risa a todos los sabihondos que abundan en el país, la clase de producto típico de las universidades locales, que apenas leen los titulares y fuerzan cualquier dato hasta hacerlo caber en alguno de los cajones de su sistema binario.

Claro que es sumamente extraño que los críticos de Chávez hayan votado por Petro cuando su adversario también es un crítico enérgico de Chávez (ver entrevista en El País). La única diferencia es que, a diferencia de Carlos Gaviria, Petro es un viejo amigo del sátrapa, ayudó a crear en Colombia círculos bolivarianos y a huir a un coronel espía que colabora con los torturadores y asesinos del ejército venezolano.

También es extraño, muy extraño, que hace apenas seis meses Petro fuera clamorosamente derrotado en el congreso del PDA y ahora gane la consulta para escoger candidato presidencial. Muchos dirán que eso fue así por la votación de gente ajena al partido, pero ¡es que votó apenas un 1,5 % de los que podían hacerlo! De tal modo, las bien aceitadas maquinarias de la Anapo, del Moir, del PCC, de la CUT y de las diversas camarillas que usufructúan el patrimonio de los bogotanos, además del público de los grandes creadores de opinión y las costosas campañas publicitarias, apenas sirven para conseguir 200.000 votos (y en el caso del samperismo aún menos, cosa que hace dudar también de las causas del éxito de Rafael Pardo).

Perdón por ceder al vicio de irme por las ramas, pero es que es difícil pasar por alto esa rareza antropológica de confundir los deseos con la realidad, de imponerle a ésta el molde del prejuicio ("preconcepción"). Se trata de un rasgo colombiano: es tan apremiante la necesidad psíquica de una izquierda hostil a las FARC y a Chávez que se llega a creer las cosas más increíbles. Bueno, y a interpretar lo que se quiera en las palabras ajenas.

El distanciamiento de Petro respecto a Chávez y a la mayoría de su partido es una vulgar labor de enmascaramiento, cosa que es sumamente fácil de conseguir cuando el público está dispuesto a dejarse engañar. Sorprenderse por eso es como si alguien en una sesión de títeres se indignara de que los miembros de los personajes fueran sólo los dedos del titiritero y el público no lo quisiera ver.

De modo que habría que ver en una perspectiva un poco larga cuál ha sido la actitud de Petro ante las FARC, por no hablar de Chávez. ¿Qué decía el hoy candidato presidencial de la negociación del Caguán? ¿Qué decía cuando su partido no presentó ningún proyecto de seguridad en la elección presidencial de 2002? ¿Y respecto de todas las declaraciones y actitudes de ese partido durante todos esos años? Petro empezó a ver problemático premiar el secuestro cuando éste ya se había reducido drásticamente.

Es el mismo motivo por el que el PDA dobló en votos al "liberalismo" en las elecciones de 2006 y obtuvo menos de la mitad de votos que ese partido en la consulta del domingo pasado: el formidable factor de poder que representaba la banda asesina se ha reducido tremendamente y ya nadie apuesta por su triunfo, al tiempo que el rechazo de la gente se ha multiplicado. Ya no conviene estar de lado de los perdedores. Y el PDA es perdedor porque estaba asociado a las FARC, tanto en la percepción de los uribistas como en la de las clientelas del partido.

No obstante, en una fecha tan reciente como agosto de 2007, Petro declaraba a Clarín:
Es importante que las FARC vean que a través de la democracia y de un gobierno democrático se puede acabar la guerra. En eso hay una luz de esperanza.
Es decir, la esperanza no se vislumbra en la derrota de los terroristas, sino en su apoyo a un gobierno del PDA. Respecto a ese apoyo, manifestado un poco antes por alias Raúl Reyes, señalaba uno de los líderes del PDA más próximos a Petro, Daniel García Peña (en el mismo enlace):
Me parece positivo e importante que las FARC hagan consideraciones políticas de esa naturaleza, porque eso demuestra que hay otras formas, a través de la democracia, de luchar por las reivindicaciones sociales.
Esas consideraciones merecen atención. Esto dijo el finadito al citado periódico de la hermana república austral:
Exigimos la renuncia del gobierno de Uribe por ilegítimo, por corrupto, por ser el responsable de la narco-parapolítica. Y hemos pensado que debe ser reemplazado por una coalición para conformar un gobierno pluralista, patriótico y democrático, que se comprometa con la verdadera paz. Pensamos que un gobierno de estas características puede servir también en Colombia, como por ejemplo un gobierno del Polo Democrático Alternativo.
Y no estaría bien que pasáramos por alto la acogida de Petro a tal propuesta:
-¿Cómo evalúa Usted lo que dijo Raúl Reyes?

-Creo que hay que ponerlo en el contexto de este gobierno. Pese a que la Carta Magna del 91 es democrática y nosotros nos desmovilizamos por ella, ningún gobierno desde entonces la ha cumplido. El de Uribe no es un gobierno democrático y por eso las FARC reclaman su caída. En eso se equivocan. Ahora existen el Polo que, una vez en el poder desde 2010, hará cumplir esa Constitución, será progresista, amplio, democrático, encarará las reformas sociales, económicas y políticas que exige este país.

-¿En ese contexto las FARC dejarían de tener razón de ser?

-Claro. La mejor manera de derrotar a las FARC no es con las armas, algo que se ha demostrado imposible. Y ellos no pueden derrotar al Estado. Entonces está claro que la mejor manera es a través de la política, que pierdan su razón de ser. Porque más allá de que ellos se financien con el narcotráfico y que podamos condenar sus formas de hacer la guerra, hay una base campesina que las apoya porque nunca el Estado ha llegado hasta ellos.

-¿Entonces con Usted en el poder no habría necesidad de un acuerdo de paz?

-No, porque estarían dadas todas las condiciones políticas para que asuman la lucha política y porque encararíamos las reformas que esta sociedad necesita. Así, las armas podrían enterrarse.
Más adelante explicaré hasta qué punto esa convergencia con las FARC es exactamente el programa actual de Petro. La idea de que la solución es un triunfo electoral del PDA la expresó antes Raúl Reyes, mientras que Petro todavía le reconoce a la banda asesina una "razón de ser". Comentar las demás lindezas que dice Petro haría inacabable este largo escrito, pero creo que todo se hace evidente.

Bueno, vamos a atender a lo que ha escrito Petro este año. En un artículo publicado en El Tiempo antes del Congreso del PDA y destinado a buscar una alianza con la banda de los Morenos, el senador explicó los cuatro puntos de su propuesta de unión. Sobre ese artículo y sobre la situación del PDA en ese momento publiqué un post en este blog, que también invito a leer a los interesados. Lo destacable es por una parte el reconocimiento del Ejército, fruto de la operación Jaque, y tal vez de una estrategia que dio resultados en Venezuela, Ecuador y Bolivia, países en los que los militares no han resistido a los gobiernos bolivarianos, sino al contrario.

En todo caso, respecto de lo esencial nada había cambiado desde agosto de 2007:
... la política de paz del Partido nace de reconocer que la paz es un derecho de los ciudadanos, vulnerado por los actores del conflicto armado. Por tal razón, [el PDA] defiende el proceso de paz como un derecho de la ciudadanía, que hace del ciudadano, y no del sujeto armado, el protagonista central de dicho proceso. La Paz se alcanzará entonces de un Acuerdo Nacional de los ciudadanos, a través de sus fuerzas sociales y políticas, que concierte profundas reformas democráticas para quitarle oxígeno a la violencia, efectuadas ellas por un gobierno de amplia convergencia democrática.
Es decir, lo mismo de Raúl Reyes: si ellos toman el poder por las buenas no habrá necesidad de forcejear por eso. Todo el problema es entregarles el poder para que puedan "quitarle oxígeno a la violencia".

Pero, ay, los Morenos, se fueron con Dussán y Gaviria y las esperanzas de dirigir el PDA se redujeron considerablemente. La consulta del domingo pasado era la única esperanza. Por eso previamente Petro concedió una entrevista provocadora, que pese a lo extenso de este escrito me detendré a comentar.

EL TIEMPO: ¿Es incontenible la escalada armamentista en la región?

Gustavo Petro: Se debe detener y se debe hacer a través de un pacto latinoamericano de destrucción de armamento de carácter ofensivo. Si E.U. y la Unión Soviética lo hicieron en su peor momento, ¿por qué no lo podemos hacer los latinoamericanos?

Lograr un pacto de este estilo hacia una región libre de armas ofensivas equivale a un cambio de política internacional en muchos aspectos, incluida la política internacional de Colombia. Pero no solo de Colombia, sino de todo el continente americano.

Veamos: tanto Brasil como Venezuela andan metidos en gastos extraordinarios en armamento, pero Petro alegremente propone que se destruya el armamento. Lo interesante es que esa entrevista ha convencido a mucha gente de que el tipo ahora sí rompió con el chavismo y los totalitarios, como si pasar de gastar miles de millones de dólares en armamento a destruirlo fuera una decisión fácil. Retóricamente es fácil: que no haya necesidad de amenazar a Colombia, en el caso venezolano. Y no la habrá cuando gobierne el PDA. Eso no es ninguna tontería: las sugerencias de Petro coinciden milimétricamente con las amenazas de Chávez, y pueden tener muy buena acogida entre el empresariado que sufre las restricciones comerciales.

¿Cómo se lograría, según la estrategia que usted propone?

En primer lugar, la agresión verbal que viene sufriendo el Gobierno de Colombia por parte del gobierno venezolano, debe entenderse por parte de la izquierda colombiana como una agresión al conjunto de la sociedad colombiana. Así debe entenderlo también el Presidente de la República venezolana. No es a Uribe al que están atacando, es a la sociedad colombiana toda, porque las armas que se compran, las palabras que se pronuncian, el contexto en donde se están calentando las fronteras en este momento, agraden [sic] no solo al presidente Uribe sino también el conjunto de la sociedad colombiana.

A pesar de todas las diferencias que sabe el país que tengo con el presidente Uribe, tenemos que ser claros. El Presidente de Colombia, es el presidente legítimo de los colombianos y las agresiones hacia el Presidente de Colombia como tal son agresiones hacia Colombia como tal.

La izquierda colombiana debe rechazar profundamente cualquier tipo de agresión verbal, o peor aún, física contra el actual Gobierno de Colombia proveniente de gobiernos extranjeros.

Sobre esta base, Colombia debe reflexionar sobre el cambio de su política internacional que la ha conducido a la soledad y a una enorme vulnerabilidad.

Es importante detenerse a entenderlo: Chávez recurre al viejo ídolo, al viejo compromiso que funda la patria y la identidad, el anticolombianismo, porque de otro modo su popularidad caería muchísimo. ¿Y qué hace el señor que intenta repetir en Colombia el experimento que triunfó en Ecuador y Bolivia? Imagínense, nadie se lo esperaba, en lugar de ofender a los colombianos se pone de su parte y halaga su nacionalismo, y en lugar de pedirles que no voten por él porque él es más amigo de Chávez, les dice que voten por él. Claro que por puro cariño a la patria ultrajada intenta enmendar los errores "que la han conducido a la soledad y a una enorme vulnerabilidad"

¿Qué se debería cambiar en la política exterior colombiana?

Debe modificarse en tres ejes. El primero es lograr un nuevo diálogo multilateral entre América Latina y los Estados Unidos. Tenemos una oportunidad de oro para ella. Colombia necesita de una nueva política bilateral con E.U., que transforme la política antidrogas y el tratado de libre comercio (TLC). El presidente Obama necesita construir una nueva política hacia América Latina diferente a la que construyó el presidente Bush. Y América Latina necesita de un nuevo diálogo con los Estados Unidos para cambiar la historia tradicional de unas relaciones conflictivas al interior del continente. Plantearnos un diálogo constructivo multilateral entre América Latina y E.U. me parece que es el contexto en el que se pueden distensionar las relaciones con los países de América Latina.

El segundo principio es recuperar el liderazgo del Pacto Andino. Estamos obsesionados con el TLC, que no le conviene sobre todo a la agricultura colombiana. Colombia perdió la perspectiva de liderar el Pacto Andino dentro de la integración latinoamericana. Ecuador y Bolivia hoy son atraíbles a una política de reconstrucción del Pacto Andino; Venezuela tiene una lógica petrolera que los distancia del Pacto Andino, pero Colombia es un neto ganador dentro de una lógica andina por ser el principal mercado industrial y porque también el Caribe podría ser su principal mercado agro-alimentario.

Si Colombia reconstruye su agenda internacional priorizando la reconstrucción del Pacto Andino, puede perfectamente reconstruir las relaciones con América Latina y distensionar las fronteras.

Y tercero: después de lograr un diálogo multilateral constructivo con E.U. y América Latina, luego de colocarse en el liderazgo con el Pacto Andino, debe propiciar un pacto de destrucción de armamento ofensivo en el continente, o por lo menos en la región latinoamericana. A ese objetivo hay que llegar para terminar con la carrera armamentista.

No hay día en que no me pregunte asombrado por lo que entienden los colombianos de lo que leen. ¿Por qué agrede Chávez a Colombia? Por la política no chavista del gobierno colombiano. ¿Cuál es la solución? Obvio, no ser aliados de EE UU sino de Ecuador y Bolivia, y de paso "recuperar el liderazgo" en el Pacto Andino, que sólo es, como siempre en Petro, el nombre conveniente del Alba (nadie entiende por qué no iba a haber cabida para Nicaragua en un grupo liderado por Colombia). La única condición es la que ponía Raúl Reyes. En cuanto el gobierno sea como los de Ecuador y Bolivia, la agresión de Chávez cesará.

Plantea usted la estrategia con muchas variables. ¿Por dónde comenzar?

Hay que comenzar quitándole virulencia al lenguaje, y aquí es la izquierda colombiana la que tiene la palabra. Ya Navarro está en una actividad que yo creo fructífera en la reconstrucción de las relaciones con Ecuador, delegado por el mismo presidente Uribe. Me parece que la izquierda debe expresar su voz de manera unánime para exigirle a Chávez que deje de agredir verbalmente a Uribe y por ese medio a Colombia.

Sobre ese escenario podemos entrar al segundo elemento que me parece sustancial, el planteamiento desde el Gobierno colombiano, que es el que más vale en este sentido, de construir un nuevo diálogo entre E.U. y América Latina de manera multilateral. Es decir, que Colombia debe pasar a reconstruir lo que se llamaba el multilateralismo como prioridad sobre el bilateralismo que nos ha conducido a una sin salida. Ese escenario multilateral es esencial entre América Latina y E.U., pero es Colombia y no Brasil el que debe tener la iniciativa, porque es el que puede producir el puente que necesita Obama y América Latina y Colombia.

Siempre es lo mismo: "quitarle virulencia al lenguaje" es lo propio de la izquierda democrática, lo que se decía en la época del Caguán. Después de todas las amenazas de Chávez, hay que ir a pedirle perdón, y de paso buscar una negociación con EE UU en la que entren los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil... ¿No les parece que Chávez tiene que estar muy indignado por la traición de su antiguo amigo? Tremendo.

¿Cómo explicarlo? La propuesta de Petro sencillamente consiste en cambiar toda la política internacional del país para alinearlo con Chávez. Para eso es la destrucción de armamento ofensivo y la conciencia del terrible ultraje que sufre Colombia por las agresiones del gorila rojo. El tema es hasta bonito: ¡estamos aislados en Sudamérica, sin liderazgo industrial! Esto último es lo más importante: es el cobro de las restricciones comerciales de Venezuela, algo que llega a mucha gente como la llamada que recibe la familia de un niño secuestrado y no quiere olvidarse de él. Con un gobierno de Petro, ahora de amplia convergencia, ni las FARC molestarán más ni Chávez restringirá las importaciones.

Luego del fracaso de Quito, ¿tiene Colombia, según usted, la fuerza necesaria para asumir ese liderazgo que mucha gente cree que debería tener Brasil?

Sí, si recupera su principio de soberanía. Y el principio de soberanía es que las decisiones de Colombia deben ser tomadas por los colombianos y no desde Caracas, ni desde Quito, ni desde Washington. Si asumimos el principio de soberanía, perfectamente podemos lograr los dos objetivos que me parecen prioritarios: diálogo multilateral de E.U. - América Latina. Brasil sería un excelente aliado. Y reconstruir el Pacto Andino que también depende de nosotros y no de Brasil.

Lo difícil es comunicar la singularidad de la vida colombiana a quien no quiere verla desde otro lado. El núcleo de la nación son los tinterillos especializados en maquillar el despojo y la esclavitud obtenidos mediante la violencia. El arte de Petro sólo es ése: ceder a las FARC y a Chávez no es una traición a las víctimas ni un paso hacia el abismo, sino un ejemplo de soberanía. Como la madre del niño retenido que venderá las propiedades sin consultar con el marido y que es halagada por el negociador como una persona valerosa, autónoma, libre, enérgica, sentimental, sensible, sensitiva (negociar secuestros ha sido por mucho tiempo un trabajo típico de los literatos locales, que a lo mejor hasta han leído a Rubén Darío).

¿Por qué cree que su propuesta puede ser viable, sobre todo viniendo de un hombre de izquierda como usted?

Por donde vamos hoy hay una carrera armamentista y tres alianzas diferentes en juego: Caracas-Moscú; Brasilia-París; y Bogotá-Washington. Tres ejes que solo van a tener una consecuencia: la pérdida de la soberanía latinoamericana sobre sus recursos naturales más importantes en el siglo XXI: oxígeno, agua y diversidad amazónica. Ese camino lo están siguiendo líderes como Lula, Chávez y Uribe, ese camino nos destruye, ese camino tiene una enorme peligrosidad que es un conflicto armado.

Prudente, Petro advierte el peligro. No, no vayan a pensar que está transmitiendo las amenazas de Chávez, sino sólo buscando el acuerdo entre nosotros los latinoamericanos para que no terminemos matándonos entre nosotros por culpa del error de Uribe de aliarse con Washington. Yo veo alguna diferencia de Petro con las FARC y con Chávez: que estos últimos me asquean menos.

¿Usted ve realmente el riesgo de un conflicto armado?

Hay muchos locos detrás de eso, incluido Washington, incluidos sectores que quieren destruir a Obama dentro de los Estados Unidos, y en esa medida, ese camino que es el que hoy está en Unasur, no es el que le conviene a ningún americano. Por eso la construcción de una nueva agenda con un liderazgo colombiano, sea de este gobierno o del próximo, es imprescindible. Y para ello hay que recuperar el principio de soberanía, tener una estrategia propia.

Más de lo mismo.

Para partir de donde usted piensa, la izquierda colombiana debería tener mucha madurez política. ¿La tiene?

Yo soy candidato presidencial de la izquierda, y espero serlo de la nueva izquierda a partir del 27 de septiembre, así que a título de ese estatus es que hablo.

Es curiosa la afinidad del columnista con el entrevistado, pero es una constante en la prensa colombiana. Hasta un niño se da cuenta de que el tono apocalíptico es la transmisión de las amenazas de Chávez, pero el entrevistador sólo asume el peligro y se preocupa por buscar soluciones.

¿Cómo echar a rodar algo así, cuando Jaime Dussán, presidente del Polo, de su partido, ha ido a presentarle excusas al Presidente ecuatoriano por el episodio en el que murió Raúl Reyes?

Jaime Dussán ha cometido tres grandes brochadas: la primera, pedirle los puestos a Samuel Moreno, una vez fue elegido Presidente; la segunda, ser Presidente del Polo; la tercera, siendo presidente del Polo, adherirse a Carlos Gaviria rompiendo la neutralidad propia que debe tener el presidente de un partido.

Y sobre esas tres brochadas constituyó la peor de todas: irse a hablar con Chávez en el peor momento, no porque hablar sea un pecado porque hablando se entiende la gente, sino porque en ese momento colocó a la sociedad colombiana bajo la posibilidad de una agresión verbal de Chávez, toda ella unificando a la sociedad con su Presidente legítimo.

Nosotros no necesitábamos eso, nosotros necesitábamos proponer una política que condujera a distensionar las relaciones entre los países latinoamericanos sobre una nueva perspectiva, que es de lo que yo estoy hablando.

Así que, si yo gano el 27 de septiembre, las cuatro brochadas desaparecen porque Dussán dejará de ser el Presidente del Polo.

Aquí se trata de lo mismo: el tono servil ante Chávez no servirá para conseguir votos. Lo que servirá será el diálogo, sí, ¡pero con dignidad! Que no crea que a los colombianos se nos maltrata impunemente, que no crea que Colombia no tiene energía e imaginación para liderar el Pacto Andino y para proponer un nuevo trato con Washington, que no crea que su socialismo del siglo XXI va a ser más justo ni más socialista que el que hagamos los colombianos, que no crea que la unidad de los latinoamericanos se va a conseguir de otra forma que mediante el respeto, que no crea que carecemos de generosidad para perdonar las ofensas y buscar un tono fraternal con nuestros hermanos de todo el continente, que no crea que nos quedamos cortos soltando anáforas ni haciendo el ridículo con toda pompa y solemnidad.

¿Entonces no será esa izquierda del Polo que hoy tiene esa personería legal la que haga ese viraje?

Seremos nosotros, y nuestra candidatura presidencial colocada en función de un gran acuerdo democrático para detener la dictadura en Colombia. Vamos a trabajar para que todas las fuerzas sociales y políticas defensoras del estado social de derecho se comprometan en estos propósitos, incluso incentivar al actual gobierno en adoptar una agenda propia de Colombia dentro del contexto internacional con los criterios que vengo delineando.

Eso es lo que se llama liderazgo: hará un gran acuerdo con todos los demás socios de Piedad Córdoba para detener la dictadura, pero de paso le propondrá a la dictadura que haga lo que él quiere, que rompa con Washington y adopte una agenda propia, que no es otra que la propia agenda de Petro.

¿Está planteando una propuesta que tendría vigencia en un hipotético gobierno suyo o está dirigida al gobierno de hoy?

Es para ya. Cuando digo que la izquierda debe manifestarse en función de que a Chávez le quede claro que la agresión verbal arremete al conjunto de la sociedad, eso es para ya.

Cuando digo que debemos recuperar el principio de soberanía y tener agenda propia internacional y pasar a reconstruir el pacto andino, y el diálogo multilateral con Estados Unidos, y posiblemente un pacto de destrucción de armamento en América Latina, es para ya.

Así que es una propuesta a Uribe. Las condiciones objetivas para eso están dadas.

No faltaría más sino no proponerle a Uribe que aplique la política del PDA. ¿Qué se perdería?

¿Por qué dice con tanta certeza que están dadas?

Primero, el TLC no va, ni en Canadá, ni en E.U., ni en Europa, que fue la gran obsesión de la elite económica en Colombia. ¿Qué hacemos en cambio? El Pacto Andino es la solución que ya teníamos, pero que lo perdimos.

Obama no tiene política hacia Latinoamérica y sigue implementando la de Bush. Luego, el Partido Demócrata está en la construcción y en la posibilidad de adoptar una nueva política de Estados Unidos hacia América Latina que nosotros podemos llevar a que se dé ese diálogo constructivo multilateral, están dadas las condiciones para ello.

Y la carrera armamentista a todas las sociedades latinoamericanas les suena que es un gasto innecesario, cuando lo que hay que solucionar son los problemas de pobreza y sociales profundos en todas nuestras sociedades.

Luego, la legitimidad de un pacto de destrucción y de detenimiento de la carrera armamentista, también están dadas. Las tres condiciones están dadas en América Latina, solo se necesita liderazgo, y ese liderazgo puede provenir precisamente de quien se considera el gobierno más derechista dentro de América Latina, el actual gobierno de Colombia.

Ya lo ven: los cohetes de Chávez no son el problema, sino la indelicadeza con que se dirige a Colombia. Las armas forman parte de "la carrera armamentista", que es como cuando se habla del "conflicto". ¿Y qué se puede hacer frente a la carrera armamentista? Hombre, detenerla, dejar la alianza con Washington y volver al Pacto Andino. No es que Chávez intente dominar a toda la región, sino que todos somos responsables de la carrera armamentista, y en lugar de buscar protegernos del expansionismo del gorila rojo debemos congraciarnos con él eligiendo a un gobierno digno, sí, pero que no despertará su rabia por no ser títere, cipayo, lacayo, etc., del imperio. Claro que sí.

¿Se puede frenar la carrera armamentista en estos momentos en que los países están comprando armas?

Si no lo hace Uribe, lo hago yo. Pero la excusa para la carrera armamentista de unos y de otros no es más que la enemistad creciente entre E.U. y algunos países de América Latina y la enemistad creciente entre varios países de América Latina. Esa es la excusa para la carrera armamentista. Si quitamos las dos enemistades a través del diálogo multilateral y la construcción del pacto andino, las cosas se acaban.

¿Quién ha llegado a imaginarse que la carrera armamentista la empezó el gorila rojo hace muchos años, en gran medida para apoyar a las FARC? No, hombre, es una cuestión que tiene que resolver el gobierno colombiano, que para eso es considerado el más derechista de Latinoamérica. ¡Y todo por la enemistad de EE UU! Ahora me parece menos probable que Chávez haya apoyado a semejante hampón. No es justo atribuirle tanta bajeza.

No faltará gente que diga que Petro se está derechizando.

Pues sí, la extrema izquierda. Pero, plantear la reconstrucción del Pacto Andino, plantear una política de desarme progresivo en lo más ofensivo que haya en armamentos, y plantear un diálogo multilateral nuevo, eso tiene que ver con una nueva izquierda muy progresista en América Latina.

No faltaría más. La izquierda siempre es lo nuevo, y Hitler era el paradigma de la izquierda, defensor de la dignidad de su nación, emisario de una gran novedad histórica, líder de los jóvenes y enérgicos, enemigo de las conjuras de los especuladores y agiotistas, etc.
Pero no deja de ser curioso que Petro aparezca ahora desde la izquierda más distante de Chávez y más cerca de Uribe.

Lo que pasa es que la voz que vale en contra de las Farc y en contra de agresiones verbales de gobiernos extranjeros contra Colombia, es la voz de la izquierda.
La prensa colombiana sólo es propaganda. La cercanía con Uribe es un absurdo tan grande como la distancia de Chávez, pero la ocasión para que el nuevo patrocinado de Roberto Pombo se luzca defendiendo a la patria contra agresiones de gobiernos extranjeros. ¡La voz que vale contra las FARC es la de la izquierda! Se nota por todo lo que han hecho respecto a la banda. El único misterio es la credulidad de tanta gente.

¿Por qué es la que más vale?

Porque es la que tiene autoridad para hacerlo sentir. Las Farc cuando los critica la derecha, saben que es la derecha, y eso está dentro de su lógica. Chávez cuando lo critica la derecha, sabe que es la derecha y eso está dentro de su lógica. Lo que no está dentro de la lógica de los dos es que la crítica salga de la izquierda, por eso es más valerosa.

Los políticos colombianos son ante todo unos patanes astutos, cuyo nivel cultural daría para ser alcaldes de pueblos pequeños en alguna región atrasada de un país civilizado. Petro confunde "valerosa" con "valiosa". Pero el recurso es divertido: ¿quién va a tener autoridad para enfrentarse a un atracador? Otro delincuente, claro está. ¡Si es una persona decente ya sabe que las personas decentes lo apostrofan, pero otro delincuente afeándole la conducta es lo que definitivamente lo desarma! Claro que sí. En la lógica de ninguno está que sea otro delincuente el que lo regañe.

¿Y no se sale de la lógica de la izquierda?

No, porque estamos proponiendo la izquierda nueva de Colombia, la que es capaz de asumir estos retos con madurez y con capacidad y eficiencia.

¡Así se habla! ¿Cómo se va a salir de la lógica de la izquierda convertir al agredido en agresor y buscar el consenso con el que se premia la agresión?

¿A qué país de la región debería buscar Colombia para consolidar esta propuesta?

A Ecuador y Bolivia.

Son los aliados que permiten afrontar con aplomo las agresiones de Chávez contra Colombia. ¡Y que digan que se sale de la lógica de la izquierda!
¿Cree que estarían dadas las condiciones para eso?

Ecuador y Bolivia necesitan el Pacto Andino.
Seguro, ¿qué les puede ser más necesario? De hecho son países que ya han dado pasos por delante de Colombia en justicia social y desarrollo político. Para no quedarse aislada Colombia debe elegir a alguien como Petro y liderar el Pacto Andino.

¿Se podrán soltar fácil de Chávez?

No necesitan soltarse, no es antagónico. Pero, tanto Ecuador como Bolivia necesitan prioritariamente el Pacto Andino.

Ojo a esto: no es antagónico, y es que en últimas, créanme, la violencia verbal de Chávez no sería tal si el presidente fuera Petro. ¡Es quien más podría defender la dignidad de la patria, destruir armamento ofensivo, detener la carrera armamentista y liderar el Pacto Andino!

¿Y qué papel le asigna a Brasil?

Brasil tiene otro juego internacional muy inteligente, cada vez más importante en el escenario global, que es la construcción de un mundo multipolar. Los brasileños saben que E.U. vienen por su Amazonas y que esa es la riqueza de la humanidad en el siglo XXI, es estratégica. Por eso los brasileños han tratado de construir un eje diferente al
de E.U. pero en la escala global con Chile, la India y Sudáfrica. Ese es un camino que los ha convertido en una de las potencias hoy con capacidad de decisión en el mundo, lo han hecho sin mucha gritería, lo han hecho inteligentemente y sobre la base de un modelo de producción agro-alimentaria que les ha elevado su papel en la economía mundial.

Sin embargo, esa lógica no puede ser la de Colombia. Colombia no tiene esas mismas condiciones, las condiciones dentro de la sociedad colombiana deben ser las andinas y las caribeñas. Desde ahí es donde la voz de Colombia, nosotros podemos lograr mucho más eficiente que Brasil la construcción de un nuevo diálogo multilateral entre América Latina y E.U.

Da gusto leer cosas tan sabrosas. ¡Brasil sabe que EE UU viene por su Amazonia y se defiende con un juego inteligente! Sólo Chávez es capaz de decir cosas así. Madre de Dios, pero ahora encontró un líder colombiano que a lo mejor hasta las dice antes que él. No hablemos de la capacidad de liderar un diálogo multilateral. Y Chávez que se quede rabiando al ver nuestro éxito.

¿Washington puede tener interés en escuchar a Colombia sobre esa línea?

Si Uribe transformara su línea política internacional y dejara su lealtad con Bush, lo más retrógrado de la sociedad norteamericana, sí. Básicamente hay una ausencia de una nueva política norteamericana hacia América Latina, y la gente en el Departamento de Estado, y en el Gobierno, y en el Partido Demócrata, necesitan de esa nueva política. Uribe tiene una oportunidad allí que la está desaprovechando.

Claro que sí, el problema es romper con lo más retrógrado de la sociedad norteamericana y refundar el Pacto Andino con Ecuador y Bolivia. Es que ese Uribe no quiere darse cuenta de las oportunidades que tiene.

¿En la parte interna quién sería un buen aliado para configurar esa propuesta?

Si yo fuese Presidente, a todo el mundo industrial y agrario de Colombia, porque los grandes ganadores del Pacto Andino son los industriales colombianos y los grandes ganadores de una integración con el Caribe son los grandes productores de alimentos de Colombia. Así que ahí están las fuerzas sociales indispensables para la propuesta que yo estoy adelantando.

Ya lo he dicho antes: se trata de sacar provecho de las bravuconadas de Chávez y de las restricciones comerciales con ese discurso dirigido a los empresarios y agricultores.

¿Usted está haciendo algo para tratar de tocar a esos sectores?

En primer lugar, construir una línea internacional distinta dentro del Polo a la que ha tenido, que no lo lleve a cometer errores como los que ha cometido, y que le coloque una agenda internacional propia de acuerdo a los intereses de lo sociedad colombiana. Pero la política internacional no es de los partidos políticos, eso es del Gobierno finalmente.

Estamos frente a una disyuntiva, o el gobierno de Uribe es capaz de cambiar su política internacional, que hasta ahora nos ha llevado peligrosamente al aislamiento, o nos toca a nosotros. Pero, la política internacional nuestra se haría sobre esas bases de soberanía, de diálogo multilateral, reconstrucción del Pacto Andino y un pacto de seguridad en función de destrucción de armamento.

Esta es una nueva política internacional que me parece apropiada para el continente americano. Uribe tiene la palabra mientras sea Presidente de la República.

Si yo gano el 27 de septiembre el primer acto es la convocatoria a un gran acuerdo democrático en Colombia con las fuerzas políticas y sociales que quieran defender la Constitución del 91. Esa propuesta, entre varias.

Esta, que es especifica de política internacional, se la entregaremos como base programática para un acuerdo democrático al conjunto de las fuerzas sociales y políticas que la quieran defender. Pero, en temas internacionales el Gobierno es el que tiene la palabra, Uribe tiene la palabra.

Supongo que ningún lector desconoce el lamento por el aislamiento colombiano. Ese aislamiento sólo se resuelve si es posible volver a Colombia parte del Alba y elegir un gobierno como los de Bolivia y Ecuador. ¿Qué es en realidad ese aislamiento? ¿Cuánto afecta a Colombia? ¿Está aislada Colombia respecto de las grandes potencias mundiales? El terrible aislamiento es un argumento para defender el juego de Chávez, como cuando a uno lo atracan y lo culpan por haber intentado correr en lugar de ir contoneándose a servir al atracador. La desfachatez de este tinterillo lo lleva a uno a echar de menos a Chávez.

¿Entonces los colombianos que quieran contribuir a detener esa carrera armamentista deben votar por Petro el 27 de septiembre?

Yo diría que detener la carrera armamentista debería ser un propósito nacional.
"Detener la carrera armamentista" es el eufemismo de ocasión para "elegir a un gobierno como los de Bolivia y Ecuador". No servirá de nada si se piensa en contener el imperio chavista. Pero si se piensa en frenar las agresiones a la patria, ¡ahí sí que se está en el buen camino! Las agresiones se cambiarán por halagos y reconocimientos. Por fin vemos para dónde va Petro condenando esas agresiones.

¿Pero según su discurso, podría comenzar a definirse ese día?

Sí, pero preferiría que antes del 27 de septiembre el Gobierno tomara iniciativa en materia internacional.

Claro, así el gobierno siempre le saldrá a deber, y las próximas agresiones del gorila rojo serán el resultado de no haberse resuelto a apartarse de Bush (para eso era la obsesiva campaña de la prensa colombiana contra el anterior presidente de EE UU, que llega al corazón de los acomplejados, resentidos, adoctrinados e ignorantes que son la mayoría de los lectores de prensa y que alegremente se ponen del lado de los terroristas por agravios que es imposible entender).

¿Qué tan dispuesto está a interesar al Gobierno para que considere su propuesta? ¿O lo cree difícil?

Pues, el diálogo gobierno-oposición está roto desde hace mucho tiempo por iniciativa del gobierno, pero ya hay un puente concreto de colaboración táctica entre el gobierno y la oposición que es Antonio Navarro Wolf, que está reconstruyendo las relaciones entre Colombia y Ecuador.

No sería nada de raro que el cambio de tono de Correa tenga que ver con la preparación de la candidatura de Petro.

¿Ha previsto ir a Quito o a Caracas?

No. Depende mucho del presidente Uribe. En esa medida él es el que tiene la iniciativa mientras sea el Presidente.

Sólo tienen que esperar a que el presidente sea Petro para que las cosas cambien.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 30 de septiembre de 2009.)

miércoles, marzo 10, 2010

¿Para qué es el empleo?

Un tema frecuente de discusión actualmente en Colombia es el del empleo. Los críticos del gobierno argumentan que las ventajas fiscales ofrecidas a la inversión terminan favoreciendo un peso mayor del factor capital en la producción, a costa del factor trabajo, al tiempo que los altos costos laborales desaniman la contratación y los diversos subsidios a los pobres refuerzan la informalidad.

Tratándose de uno de los problemas más graves a que se enfrenta cualquier sociedad, conviene prestar atención a lo que se dice y a la relación de eso con lo que se termina haciendo. Y eso porque tal como los lunes todos los técnicos futbolísticos aficionados son infalibles (más cuando la borrachera del día anterior, justificada bien por la euforia del triunfo o bien por la amargura del fracaso de su equipo, les produce incontinencia verbal), también los críticos del gobierno resultan haciendo propuestas que parecen perfectas y reproches que parecen justificadísimos.

Y ese parecen alude a la inanidad de la retórica: durante años los enemigos del gobierno lamentaban que no se prestara atención a "lo social", pero cuando el gobierno se empezó a gastar grandes cantidades en subsidios, los mismos críticos empezaron a condenar el asistencialismo. Sin el menor pudor. A ese respecto, los ejemplos podrían ser miles, a veces la misma persona se queja de la insuficiencia del salario mínimo y de que el gobierno lo aumente por encima de la inflación, o de que la economía no crezca y al tiempo de que se esté entregando el país a las multinacionales.

Lo que permite tanto abuso del lenguaje es la ignorancia generalizada, aun entre personas que han estudiado economía o se ocupan de ella. Un bloguero de Portafolio propone aumentos continuos del salario mínimo porque al haber más recursos para comprar aumenta la demanda de bienes, y por tanto la producción y el empleo, con lo que se sugiere que la riqueza podría crearse a partir de la simple emisión de billetes. En esa misma dirección, con el añadido de la lucha de clases y la retórica justiciera, van las diatribas de la precandidata Cecilia López Montaño.

No se puede dudar de que la tasa de desempleo en Colombia es excesivamente alta ni de que el gobierno podría tomar medidas para reducirla. Entre los economistas que escriben en la prensa hay casi un consenso respecto a la conveniencia de eliminar la parafiscalidad, que no sólo atenta contra el empleo sino aun contra los salarios de quienes ya trabajan y contra todo sentido moral (es como si se pagara una multa al Estado por contratar gente o por aumentar los salarios), pero el gobierno no se ha lucido con propuestas para reformar esa pintoresca tradición. También respecto del salario mínimo, el esfuerzo de no aumentarlo por encima de la inflación favorecería a los millones de colombianos que no tienen ningún empleo.

Otro factor que incide en la dificultad de contratación formal es el régimen de salud. Alejandro Gaviria explicaba que el régimen subsidiado incentiva la informalidad. Pero al respecto, ¿no sería más razonable reducir el aporte de los trabajadores y de las empresas, compensándolo con tributos a la renta? El problema es que sería muy difícil, e injusto, quitar ese seguro a los beneficiarios del régimen subsidiado, cuyas condiciones laborales tienden a ser peores que las de los demás. Es decir, no pagar la atención sanitaria universal existente, por ínfimo que sea su nivel, con recursos provenientes del trabajo sino con impuestos que pagaría todo el mundo.

Pero las críticas no siempre aluden a cuestiones dignas de tener en cuenta. En los artículos y comentarios de la prensa abundan las llamadas al proteccionismo o a la creatividad irresponsable, por no hablar de los argumentos de quienes niegan que se haya registrado cualquier reducción de la pobreza, cosa que prometen hacer por decreto. La prueba que exhiben es su experiencia personal, el espectáculo que vieron en alguna ciudad que visitaron, etc. No hace falta decir que esos enemigos de la pobreza son sistemáticamente defensores del régimen cubano.

Y es que no sólo se lamenta la pobreza sino también la riqueza, bien como condena de la avaricia o del neoliberalismo, bien como rabia contra la desigualdad. No es raro encontrar en la prensa colombiana argumentos según los cuales la riqueza es la causa de la pobreza (lo cual, al igual que el clamor por un ingreso "justo", encaja en el creacionismo de la mentalidad tradicional). Por ejemplo, para Héctor Abad Faciolince el prolongado uribato traerá el enriquecimiento descomunal de los especuladores de terrenos al tiempo que el empobrecimiento generalizado: como si los terrenos se valorizaran más cuanto menos dinero tuviera la gente.

La mayoría de esos personajes, a menudo por simple mala fe, presentan soluciones mágicas a los problemas económicos. Mejor dicho, sugieren que existirían, lo que en el caso de personas que han ocupado responsabilidades en gobiernos que aumentaron a un tiempo y de forma drástica el gasto público y la pobreza, como es el caso de la señora López Montaño, deja la impresión de que no vacila en mentir para halagar a la clase de clientela que efectivamente mejora sus ingresos a punta de decretos, obviamente a costa de los demás colombianos.

He escrito arriba que el gobierno puede hacer mucho para reducir el desempleo, pero esto no se puede convertir en el principal objetivo de su actuación. Y para entender esto hay que ir al fundamento moral más básico. ¿Para qué es el empleo? ¿Para qué se trabaja? El trabajo es un medio de obtener bienes necesarios para la gente, no un fin en sí mismo. La abundancia de recursos favorece la creación de empleo, pues cada vez habrá más bienes y servicios, que requerirán quién los produzca, venda o preste. De tal modo, la mejor política laboral es la que procure un mayor crecimiento económico.

Una política centrada en el empleo podría ser muy popular pero a medio plazo desastrosa, como ocurrió con el primer gobierno de Alan García en Perú. Pero desgraciadamente en el medio colombiano, tan escandalosamente lleno de demagogia y desinformación, esas propuestas abundan. Buen ejemplo de ello son los reproches por las ventajas que el gobierno otorga a las empresas, gracias a las cuales, y a la tasa de cambio favorable (resultado a su vez de la estabilización y el crédito de la economía colombiana), muchas empresas se han aprovisionado de maquinaria más moderna, que obviamente requiere menos trabajadores para la misma cantidad de productos.

Cuando se critica eso se empieza a oponer la productividad y el empleo, lo cual explica el título de esta entrada: ¿para qué se trabaja? Salomón Kalmanovitz propone "cancelar los incentivos a la adquisición de maquinaria", como si para no echar a la calle a miles de trabajadores hubiera que resignarse a los procesos productivos más ineficientes (que pondrían al país en clara desventaja respecto de sus competidores en la producción de manufacturas). Como si se abrieran zanjas para que los trabajadores tuvieran empleo y los callos que dejan los picos y las palas fueran grandes logros de su vida, cada vez más amenazados por las excavadoras y en un plazo breve por los robots.

Contra esa "ciencia ludita" militan los hechos: cuanto mayor es la automatización y más refinada es la maquinaria, menor es la tasa de desempleo. Estados Unidos, Japón y los tigres asiáticos tienen tasas inferiores a las de los países del Tercer Mundo. Y eso porque los recursos irrigan la economía y favorecen la oferta de otras áreas y servicios, al tiempo que la mayor productividad alienta la inversión y el esfuerzo de capacitación de los trabajadores.

Y por eso los argumentos contra el "modelo pro rico" o los que oponen el capital y el trabajo deberían ser desechados. Si el próximo gobierno es capaz de suprimir la parafiscalidad y los demás obstáculos a la contratación, ello no tendrá por qué comportar el castigo de la productividad. Y es que a fin de cuentas el enemigo de los trabajadores no son los empleadores sino la feroz corporación de los parásitos, cuyos copiosos ingresos proceden en buena medida de la exacción a que someten a todos los que producen, sean emprendedores, inversores o asalariados.

Y es de esa corporación de donde procede la retórica engañosa que convierte el empleo en un bien y hasta en un derecho: es lo que es para ellos, y no comporta ningún esfuerzo ni ningún resultado. Pero el ejemplo que debe cundir es otro.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 23 de septiembre de 2009)

viernes, marzo 05, 2010

La infalible Constitución de Pablo Escobar

Desde hace mucho tiempo me llama la atención el hecho de que nunca aparezca un solo comentarista en la prensa o en los foros que sea defensor de las FARC (o, lo que es lo mismo, del partido que busca el premio de las hazañas de esa banda y se opone a todo lo que se haga para impedirlas) y al mismo tiempo crítico de la Constitución de 1991. ¿Será que un triunfo guerrillero no se traduciría en cambios en la norma básica de la sociedad? Tampoco en la propaganda de la banda terrorista aparecen críticas a esa Constitución.

Más allá de la forma ilegítima en que fue convocada, de la escasa representatividad de los miembros de la asamblea que la aprobó y otros problemas que señala Saúl Hernández Bolívar, lo interesante de esta Constitución es su carácter de alianza entre el partido entonces mayoritario y las minorías sociales privilegiadas representadas en la banda terrorista M-19. La constituyente se convocó para consagrar los intereses de las maquinarias políticas podridas por la complicidad con los traficantes de droga y los de los terroristas, aliados igualmente con esas mafias.

Vale la pena detenerse en los rasgos de esa Constitución, porque a partir de entonces la ideología de los grupos que la crearon ha pasado a ser sencillamente la doctrina oficial de la judicatura colombiana, y en buena medida de todas las instituciones. Un rasgo típico de esa ideología es la retórica de los derechos. Veamos un ejemplo:

Artículo 11. El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.

La prohibición de la pena de muerte sirve de pretexto para introducir el "derecho a la vida". ¿Qué es el derecho a la vida? Si se trata de que a nadie se lo puede matar impunemente, la noción es superflua, pues todas las legislaciones del mundo, obviamente incluida la norma a la que reemplazó la Constitución del 91, contemplan el castigo del homicidio. Pero todo el mundo conoce casos en que cualquier ventaja que quiera otorgar una autoridad judicial a un particular se decreta invocando el derecho a la vida. Más que un derecho inviolable es un derecho ilimitado, respecto del cual siempre habrá dolientes pues aún no se ha encontrado la solución a la muerte. Como casi todo en esa Constitución, se trata de consagrar el poder omnímodo de los jueces.

Pero es más interesante la concepción de la paz como derecho y como deber.

Artículo 22. La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.

Ya no sé cuántas veces habré explicado que nadie le presta atención al sentido de eso porque las palabras son gratis y parece que no tienen ningún efecto. ¿De qué manera puede ser "la paz" un "derecho"? ¿Qué es "derecho"? (10. m. Facultad de hacer o exigir todo aquello que la ley o la autoridad establece en nuestro favor, o que el dueño de una cosa nos permite en ella.) ¿Cómo puede uno ir a denunciar que se ha violado su "derecho a la paz"? Claro, porque es un deber de los otros. Si el resto del mundo, seguramente corrompido por el "neoliberalismo" no reconoce ese derecho, es porque no ha llegado al nivel del realismo mágico. Aunque por lo demás esa palabra, paz, se usa con mucha frecuencia como "negociaciones de paz". Puede que los constituyentes ya previeran el proceso del Caguán, como se verá más adelante.

Claro que los derechos se pueden convertir en proclamas retóricas, más cuando van acompañados de la noción de "obligación". Por ejemplo el trabajo:

Artículo 25. El trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas.

Empecemos por el derecho al trabajo: ¿qué pasa si uno no tiene un empleo? Pues que va y le exige al Estado el cumplimiento de ese derecho. ¿Cómo es que hay tanta gente que no disfruta de ese "derecho"? Es porque la Constitución no se ha desarrollado realmente. Su desarrollo llegará cuando Colombia sea como Corea del Norte, el país del pleno empleo. No es raro que Carlos Gaviria proclame tranquilamente que el programa de su partido es la Constitución de 1991. El derecho al trabajo, como todos los demás derechos, se puede interpretar como que a nadie se le prohíba trabajar, pero, como ya he explicado, la ley está concebida para que su ejecutor pueda hacer lo que le dé la gana. La obligación de trabajar es ya el colmo del escándalo, y de por sí es una buena definición de la esclavitud.

Respecto a la salud, la retórica es aún más audaz:
Artículo 49. La atención de la salud y el saneamiento ambiental son servicios públicos a cargo del Estado. Se garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud.

Lo dicho: la garantía no se puede cumplir porque todavía Colombia no es Corea del Norte. La ley fundamental proclama algo completamente falso, y el único resultado es que los ciudadanos y los funcionarios resultan en deuda con los nuevos amos.

[...]

Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de su comunidad.
Otra obligación, más complicada que la de trabajar. Y que ciertamente resulta cómica en un país famoso por la absoluta insolidaridad de la gente ante el sufrimiento del prójimo.

Acerca de la propiedad uno encuentra lindezas increíbles:

Artículo 58.

[...]

La propiedad es una función social que implica obligaciones. Como tal, le es inherente una función ecológica.


¿Qué es "función"? ¿De qué manera puede ser la propiedad una "función"? (2. f. Tarea que corresponde realizar a una institución o entidad, o a sus órganos o personas.) Carlos Gaviria usaba esta frase durante la campaña electoral de 2006. La propiedad era una función en las zonas de dominio guerillero, donde el propietario sólo era un testaferro del verdadero amo, el matón que dirigía la correspondiente estructura terrorista. En cuanto "función" la propiedad no es propiedad sino servicio, y el único sentido de esa frase es el de negar el derecho de propiedad, que pasa a ser representación de los verdaderos dueños. Pero ¿y qué? ¡A la función le es inherente una función ecológica! Usted tiene una función con una función, y en cuanto funcionario responsable de la propiedad de una casa tiene una función ecológica.

La retórica de los derechos genera unos amos que, como quien cuida un jardín, crean y protegen "derechos" para los miembros de la sociedad. Esos amos no tienen ninguna responsabilidad a la hora de aplicar esos derechos, sólo tienen que transmitir al Estado las exigencias de los ciudadanos: ordenar que se respeten los derechos, siempre según su discrecional interpretación de esos derechos, por lo cual se decretan unos ingresos que nunca forman parte de los derechos de los demás. En apariencia todo el mundo es beneficiario de los derechos y las instituciones deben proveérselos, pero en la realidad los beneficiarios requieren la bendición de los jueces y las instituciones los favorecen con los recursos comunes. La "acción de tutela" es un ejemplo perfecto:

Artículo 86. Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.

La protección consistirá en una orden para que aquél respecto de quien se solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual revisión.

Esta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y su resolución.

La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede Contra particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión.

Uno siempre está casi solo explicando que dicha "acción" es una atrocidad jurídica que de por sí anula todo el derecho. ¿Alguien ignora que la mayor parte del trabajo de muchos jueces consiste en resolver tutelas? ¿Y que los que las presentan son en buena medida los mismos jueces? Pero, a ver, ¿cómo es que en los países desarrollados el recurso de amparo es una solución excepcional frente a medidas de funcionarios estatales y no respecto de particulares? En esos países el derecho es: 14. m. Conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera coactiva. En Colombia a partir de esa Constitución ya no existe el derecho, pues los códigos sobran, basta con encontrar el pretexto para que el interés de uno se pueda presentar como defensa de un derecho fundamental y la forma de mover al juez a favorecerlo. Lo extraordinario se ha convertido en lo ordinario, según la definición del realismo mágico.

Comparada con una sociedad desarrollada, la colombiana exhibe inmediatamente rasgos de exclusión y subordinación extremas. Nada expresa tan profundamente esa exclusión como la "acción de tutela": casi todo se puede exigir si uno forma parte de la casta de los juristas, si tiene relación cercana con algún magistrado, si es de su familia o de su medio social y en últimas si le presta algún servicio. Las normas no importan porque el juez hará lo que le dé la gana, sólo tiene que encontrar la forma de invocar derechos fundamentales.

Es muy difícil encontrar en la prensa o en internet a alguien que no apruebe la acción de tutela: parece la solución apropiada para tener "justicia" rápida y eficaz. La clase de personas dadas a reclamar derechos o que tienen contactos para hacerlo resuelven muchísimos problemas y sacan muchísima ventaja gracias a esa disposición. Son la misma clase de personas que opinan en los foros y comentan los periódicos. Ninguna de esas personas está dispuesta a reconocer que su "justicia rápida y eficaz" es sencillamente trato de favor que le conviene, siempre a costa de las personas que no tienen acceso a esos contactos o a esa información.

Es imposible no considerar la Constitución de 1991 en el contexto de los múltiples "conflictos sociales y armados" que surgieron de las universidades en la época del Frente Nacional. ¿Qué significaban esos conflictos? El afán de asegurar para los grupos privilegiados que accedían a la universidad entonces el dominio sobre la sociedad, amenazado por las instituciones democráticas y por la expansión del modelo de democracia estadounidense. El socialismo y la retórica marxista servían para lo mismo que los "derechos", para disfrazar ese afán, que en buena medida se consumó con esa Constitución: se podrían interpretar como le diera la gana al que tuviera el poder. Una obsesión de los activistas de entonces eran las urnas, la "democracia electoral". Con esa Constitución que debilita el poder de los cargos elegidos por la gente se dio un golpe fatal a esa democracia electoral.

Lo relacionado con el delito político es parte fundamental de esa Constitución. Por ejemplo, entre las atribuciones del Congreso está:

Artículo 150.

[…]

17. Conceder, por mayoría de los dos tercios de los votos de los miembros de una y otra Cámara y por graves motivos de conveniencia pública, amnistías o indultos generales por delitos políticos. En caso de que los favorecidos fueren eximidos de la responsabilidad civil respecto de particulares, el Estado quedará obligado a las indemnizaciones a que hubiere lugar.

Es un ejemplo que permite ver un rasgo precioso de la Constitución del 91: la legalidad de los intentos de abolirla matando gente. El Congreso está facultado para perdonar a los asesinos que intenten destruir la democracia y que puedan imponer la negociación. Las indemnizaciones las paga el Estado. En este blog ya se ha escrito mucho sobre el delito político, el hecho de que sea un principio aceptado en la Constitución casi que determina todos los crímenes que se han cometido en Colombia desde entonces: los grupos que cuentan con respaldo en las castas privilegiadas cuentan con la impunidad gracias a esa atrocidad jurídica que haría gritar de sorpresa a una persona de un país civilizado.

Matar gente con pretextos políticos resulta la forma correcta de llegar a ser congresista, magistrado, contralor y hasta diputado departamental. Veamos:

Artículo 179. No podrán ser congresistas:

1. Quienes hayan sido condenados en cualquier época por sentencia judicial, a pena privativa de la libertad, excepto por delitos políticos o culposos.

Artículo 232. Para ser Magistrado de la Corte Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado se requiere:
[...]
3. No haber sido condenado por sentencia judicial a pena privativa de la libertad, excepto por delitos políticos o culposos.

Es decir, si uno ha sido condenado por esa clase de delitos puede optar a magistrado o congresista. Pero ¿no da una gran ventaja el hecho de usar armas para imponer los propios intereses? Los aspirantes a magistrados que no hayan matado gente estarán en clara desventaja.

Otro misterio que hace pensar en el tipo de valores que movieron a los constituyentes es el hecho de que a nadie se le ocurrió presentar un recurso de inconstitucionalidad contra el decreto que autorizó el despeje de territorios a una banda de asesinos. ¡La Corte Constitucional estaba formado por la clase de personas que promovían ese despeje! ¿Habría prosperado un recurso semejante con una Corte Constitucional formada por otras personas? Tal vez no, la Constitución del 91, como se infiere claramente al considerar las menciones del "delito político" está concebida para que sea posible abolirla mediante la violencia.

Otro rasgo interesante es lo relativo a la extradición:

Artículo 35. Se prohibe la extradición de colombianos por nacimiento. No se concederá la extradición de extranjeros por delitos políticos o de opinión.

Los colombianos que hayan cometido delitos en el exterior, considerados como tales en la legislación nacional, serán procesados y juzgados en Colombia.


Se ha hablado mucho sobre las probables presiones de los grandes carteles del tráfico de drogas sobre los constituyentes. El pretexto del ex presidente César Gaviria es impresionante más por su desfachatez que por su ingenio: ¡Álvaro Gómez votó en contra de la extradición, y no se debe suponer que alguien de su categoría estuviera sobornado! Aun aceptando el segundo aserto, ¿de qué modo eso es prueba de la inocencia de los demás? El líder conservador podría estar asustado. Y el argumento de autoridad al respecto es una falacia demasiado tosca para tomársela en serio.
Nadie debe pasar por encima de esa perla de la Constitución del 91. Al prohibir la extradición se consagraba la impunidad de los traficantes de droga y otros criminales poderosos, capaces de enriquecer a los jueces. Sólo unos años antes habían sido detenidos en España y extraditados a Colombia Jorge Luis Ochoa y Gilberto Rodríguez Orejuela: casi inmediatamente fueron puestos en libertad.

Pero hay algo más interesante ahí, en lo que al parecer nadie se fija. Es en la perversidad de algo como prohibir la extradición. ¿Qué ocurriría si un iraní lapida en Colombia a su esposa colombiana y luego huye a su país? Que no habría cometido ningún delito y no podría ser castigado. Pero ¿y si un individuo poderoso matara a un ciudadano suizo en Suiza y escapara a Colombia? Sería juzgado según las leyes colombianas, pero sin duda terminaría impune. ¿Cómo puede haber una jurisdicción nacional para delitos cometidos en otros países? Sólo los incentivos explican que se aprobara una disposición semejante.

Para terminar, es comprensible que el gobierno de Uribe no haya empezado por cambiar la Constitución. Primero, por la convicción correcta de que el país no se cambia simplemente reformando las leyes, y segundo por la necesidad de responder al compromiso de su posesión de defender la norma básica de la legislación, cosa que no hizo César Gaviria, el cual extrañamente acusa a Uribe de intentar hacer lo que él hizo. Pero sería conveniente que la sociedad colombiana se planteara en un plazo razonable discutir esas disposiciones totalitarias de esa norma y elaborar una Constitución que corresponda a los valores de la mayoría de los ciudadanos y permita el funcionamiento de las instituciones sin los abusos a que ha dado lugar la Constitución del delito político.
Cualquier Constitución de un país civilizado podría ser inspiradora a ese respecto.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 16 de septiembre de 2009).