domingo, diciembre 30, 2012

Las guerras del aborto

La cosa más importante que ocurre en Colombia tiene que ver con la conciencia de los colombianos. En realidad, la orgía de crímenes y la ausencia de instituciones creíbles y respetables es sólo el resultado de la clase de cosas que piensan y dicen los colombianos. El mismo hecho de que nadie se pregunte cómo es que ocurren tantos prodigios que en el resto del mundo serían insoportables ya dice mucho sobre esa realidad.

Desde que Santos llegó al poder empezó a preparar el terreno, como lo he señalado muchas veces, para imponer un régimen chavista sustentado en el apoyo de los terroristas y sus clientelas. Con ese fin ha ido copando todo el Estado, nombrando a personas de condiciones morales como las de los fiscales Morales y Montealegre. El único funcionario que se mostraba leal al DERECHO, el procurador, ha sufrido recientemente una campaña de acoso basada en el PRETEXTO de sus creencias religiosas.

La desgracia es que ¡nadie lo defiende porque crea en el derecho! A los partidarios del procurador no los asusta ser esclavos de los terroristas ni tener cada semana decenas de personas asesinadas, sino que el peligro consiste en que la legislación se parezca a la que impera en todo el mundo. No les importa tanto el asesinato ni el poder terrorista, cuanto la amenaza del mundo moderno.

En otras partes se pensaría en aunar apoyos para oponerse al avance de unos criminales, en Colombia sólo se acordaron de contener a los terroristas aplaudiendo a Castaño. Esa misma clase de personas explotan toda clase de efectos gore y de falacias para mantener el espíritu de intolerancia que precisamente les sirve a los socios del terrorismo para presentar sus avances como progreso.

Se podrían decir muchas cosas de la "moda" de defender el aborto, lo cierto es que el fanatismo religioso y el afán de encarcelar a las que abortan no resuelven nada sino que ponen en peligro la vida de las madres. No es nada raro que los mismos cavernícolas se opongan también al uso de anticonceptivos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 20 de septiembre de 2012.)

martes, diciembre 25, 2012

La sociedad infiltrada

La reciente campaña de acoso al procurador Ordóñez es evidentemente promovida por Santos, lo que se demuestra en el entusiasmo de los medios por hacerse eco de la bulla que la militancia totalitaria consigue introducir en las redes sociales, y las inclinaciones religiosas del funcionario son sólo un pretexto para justificar que se quiere en el cargo a alguien dócil a todas las atrocidades jurídicas que comportará la componenda de Santos con los terroristas, además de castigar a quien destituyó a Piedad Córdoba, denunció el montaje con que encarcelaron a Plazas Vega y pidió ampliar la investigación del caso de Sigifredo López.

Pero no se debe creer que esa manipulación es clara para todos los que ayudan a acosar a Ordóñez: son muchísimos los que se aferran a una especie de ensueño, según el cual viven en un país tranquilo amenazado por ultramontanos que quieren imponer sus creencias a todo el mundo, y a partir de esa curiosa suposición se suman a un bando "progresista" que no ve nada perverso ni criminal en los más descarados propagandistas del terrorismo (lo cual ocurre por los bajísimos índices de lectura del país) y que "compra" frívolamente la leyenda de que hay una "guerra" que se resolverá cuando ambas partes se sienten a negociar, con lo que salir a masacrar gente resulta equivalente a salir a protegerla. El ingenio de los empresarios de la muerte es burdo, pero corresponde al nivel de exigencia intelectual y moral del público que lo consume.

Durante años he sentido verdadera fascinación por esa curiosa distracción de los colombianos. No hay día en que no sean asesinadas varias personas por los terroristas, pero a muy poca gente le parece que eso deja ver una sociedad enferma: parece una infiltración de una realidad ajena, tal como la inmensa mayoría de la gente cree que hay infiltración guerrillera en las universidades. El joven urbano de clase media, completamente ignorante de la nula productividad del país y aun de su propio parasitismo, siente que es lícita su adhesión al bando de los enemigos del procurador, que cuando son figuras públicas a duras penas pueden ocultar su relación con las bandas terroristas y sus negocios.

Es algo general, durante años he llamado "injerencia selenita" a esa idea de que las FARC son algo ajeno a la sociedad, como mucho algo relacionado con ciertos ambientes rurales o con viejos conflictos agrarios. Y no se debe pensar que son sólo los jóvenes lectores de la prensa oficial, imbuidos de una rebeldía tan ridícula que a la vez es servilismo con los poderosos, ¡ya que en esa concepción los poderosos dejan de ser los señores de los grandes grupos económicos y pasan a ser oscuros terratenientes de regiones tórridas y remotas! Esa idea es muy general y convendría que se empezara a plantear cuál es el sentido real de la violencia terrorista y su origen. Por ejemplo, un observador como Eduardo Mackenzie escribe sobre la negociación de Santos con las FARC:
Quienes firmaron ese papel parecen ignorar que los colombianos, gracias a la democracia, están en paz con ellos mismos y que sólo una facción subversiva absolutamente minoritaria, que trata de demoler esa democracia, se opone a esa paz desde hace 50 o más años. Esa facción armada se ha auto excluido del pacto social. Ese documento acepta de entrada hacerle concesiones de principio enormes a ese grupo. Es la civilización capitulando ante la barbarie.
De donde se infiere que la sociedad colombiana es democrática y civilizada y las FARC no tienen más apoyos que los de algunos cientos de personas a las que sobornan. Desde mi punto de vista esa visión es inaceptable. Las FARC son la fuerza de choque de una facción importante de la sociedad y esa facción impuso sus condiciones en 1991. De otro modo sería inconcebible que toda la prensa esté siempre a favor del premio a los terroristas, y que el poder judicial colabore con ellos de forma desvergonzada (hoy mismo aparece la noticia de que había funcionarios judiciales en una fiesta en la que se celebraba el cumpleaños de Ricardo Palmera).

Por minoritario que resulte quien vea a la sociedad colombiana de otra manera, es necesario cuestionar profundamente la visión que expone Mackenzie en esas frases. No hay una diferencia tan grande entre cometer asesinatos y creer que se deben premiar. Cuando se piensa en los grupos sociales que hacen presión por la negociación siempre resultan ser la etnia dominante de la sociedad tradicional, minoritaria en número de individuos pero hegemónica en poder político y económico.

De tal modo, el conflicto armado no puede entenderse como la ocurrencia de unos cuantos psicópatas ni como un remanente de la Guerra Fría, ni menos (como pretenden los habituales partidarios de premiar a las bandas terroristas) como el efecto de la prohibición de los psicotrópicos, sino como la resistencia de las castas tradicionales al mundo moderno. La negociación que buscan las FARC corresponde a la concentración de la riqueza en manos del Estado, al que dominan los descendientes de los criollos, que a su vez son la "izquierda", que comparte esas reivindicaciones. Uno de los errores más espantosos que uno ve día a día es la asimilación literal de la retórica comunista de esa izquierda como si nadie pudiera entender que la Constitución del 91 tuvo el efecto inmediato de aumentar la desigualdad gracias a que los empleados estatales multiplicaron de muchas maneras sus rentas.

Mientras no se entienda que el M-19 sólo es distinto de las FARC en la tarea específica que lleva a cabo ahora y en absoluto en sus propósitos, se estarán dando palos de ciego. La "izquierda" surgida en las universidades en los años sesenta y setenta accedió al poder en 1991 y la actividad de las FARC y el ELN sólo ha podido persistir gracias a que sus aliados dentro del Estado se lo permiten, como se ha visto con la persecución a los militares y a los políticos hostiles. Muy lejos de lo que dice Mackenzie, las FARC representan un orden de dominación al que es imposible superar mientras no se entienda lo que es. La sociedad colombiana no es democrática, y menos desde 1991, cuando la retórica socialista sirvió de pretexto a la expansión del gasto público en favor de la casta de los dueños del Estado, y disposiciones como la "acción de tutela" abolieron las leyes y contratos en favor de la discrecionalidad de los funcionarios.

Es triste descubrir que un autor que cuenta con el respeto de mucha gente parece creer seriamente que los mandamases de la prensa y el gobierno de Santos cometen un error de apreciación acerca de las guerrillas y no son sus promotores, como si no leyera columnas de opinión o como si tomara literalmente la retórica de sus autores. ¿Habrá que contarle la historia de Alternativa y del papel del hermano mayor de Santos en la promoción de las guerrillas comunistas?

La discusión sobre el fondo del conflicto armado sólo cuenta con los argumentos de los que aspiran a ascender sobre la mediocre burocracia de los partidos tradicionales gracias al terrorismo. La  incuria generalizada les permite imponer su versión y la sociedad resulta indefensa ante las monstruosidades que negociará el gobierno, actualmente asociado con los terroristas. ¿Habrá algún día un interés genuino por entenderlo?

jueves, diciembre 20, 2012

Adiós al uribismo


Todos los intentos de explicar que la oposición al cogobierno terrorista y al régimen que implantará en Colombia debe surgir de una visión distinta de la política encuentran oídos sordos. Los pocos que podrían encontrar algún reproche que hacerle al expresidente lo callan ante la abrumadora sensación de soledad que experimentan. Y no obstante, es la hora en que, tras dos largos años de persecuciones, alianza con terroristas y multiplicación de los peores vicios de la política tradicional el gobierno de Santos carece de oposición mínimamente articulada o siquiera de una crítica coherente que sirviera de base a esa oposición. El nuevo país chavista avanza sin verse afectado en lo más mínimo por el lloriqueo y la nostalgia de los seguidores de Uribe.

Pero ¿cómo llegaron Santos y el actual legislativo al poder?
Todas las protestas de los uribistas dos años después de la bomba de Caracol, que Benedetti y el mismo Santos atribuyeron veladamente a Uribe, consisten en registrar la perversidad del gobierno, de la prensa, de los funcionarios judiciales o de los terroristas. El ascenso de ese presidente y esos miembros del poder legislativo parece una decisión caprichosa de la Providencia. Queda la impresión de que nadie quiere ni puede darse cuenta de que fueron elegidos por consejo de Uribe, que algo los conocería para darles cargos tan importantes y promover sus candidaturas. ¿Cómo se dio esa componenda? Claro, porque en 2006 era necesario reelegir a Uribe. ¿Por qué? Porque a nadie se le ocurrió que debería haber un partido que se opusiera a los gobiernos que en las décadas anteriores se aliaron con los terroristas. Los políticos del Partido de la U fueron aquellos provenientes del "liberalismo" que se aliaron con Pastrana y apoyaron el Caguán. Santos había sido el primero en proponer un despeje y aun había sido ministro de Pastrana.

Viejos hábitos
Es decir, la determinación de combatir a los terroristas en el primer gobierno de Uribe generó por una parte un amplio apoyo popular al presidente y por la otra una notable recuperación económica. ¿No debería haberse pensado en un partido que representara ese rechazo a la claudicación ante el terrorismo, que por entonces era mayoritario? Cuando le preguntaron eso a Uribe, contestó que él no iba a hacerle eso al liberalismo. Cuando se formó el pseudo partido de la "Unidad Nacional", sencillamente, a la vieja usanza, se formó una alianza con los mismos de siempre, encargada a un eterno aspirante presidencial que pidió a cambio un ministerio de primer nivel. El precio de la primera reelección fue la renuncia al reformismo a cambio de las componendas con las peores castas de la vieja política. Bueno, no sólo al reformismo sino también al TLC, que se dificultó y en últimas se pospuso para que el candidato no tuviera que hacer frente a la hostilidad de los gremios. Esa renuncia al reformismo también significó someterse a la tiranía de las altas cortes, a las que un partido democrático habría hecho frente con la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

Mayoría acomodaticia
La inmensa mayoría de los políticos y funcionarios de cierto rango que promovieron la segunda reelección de Uribe están hoy apoyando el cogobierno de Santos con las FARC. Es algo explicable porque su entusiasmo por la presidencia vitalicia de Uribe era sólo apego al cargo, que ahora está más seguro y es más rentable con Santos. Más allá de su violación de la ley y de su inconveniencia general, el intento de reelegir por segunda vez a Uribe fue una jugada estúpida, ya que a Santos y a la mafia de la que procede no le costó nada presionar a la Corte Constitucional e impedirla. De ese modo, sin que la opinión abandonara la fe en su líder, el gobierno resultó siendo de signo contrario. Y lo fascinante es que a los uribistas no les parece que se pudo hacer algo mal. Más que una corriente política equivocada parece una especie de distorsión cognitiva.

Oposición constructiva
La respuesta que debería haber tenido el cambio de rumbo de Santos no se dio porque todo se somete a la conveniencia del caudillo y a su interés de conservar los buenos términos con los políticos que sostienen al gobierno, que podrían juzgarlo por hechos como la operación Fénix, por no hablar de las interceptaciones del DAS. ¿Qué papel tiene la ciudadanía en todo eso? Nada, sólo puede servir de testigo del drama personal del expresidente, cuyos edecanes muy vagamente se alejan de la pretensión de reelegirlo, y ciertamente no se oponen a la negociación de Santos con los terroristas. La gran prueba del santismo eran las elecciones de 2011, pero en ellas se vio a Uribe haciendo campaña con Benedetti y con Luis Eduardo Garzón, apoyando al hijo de Roy Barreras y a muchos otros políticos equívocos ligados al partido de Santos, todo con base en la idea de que su popularidad atraería votos que harían inevitable la lealtad de los políticos de ese partido. La catástrofe fue absoluta, contra Peñalosa se aliaron todas las maquinarias y todos los recursos, para promover candidaturas de distracción a las que, por las conveniencias ya señaladas, Uribe no denunció, lo que condujo al triunfo de Santos que le abrió el camino a su plan de negociación política con los terroristas e inscripción del país en el eje chavista: la elección de Petro como alcalde de Bogotá.

Deriva confusa
Lo que ha hecho el uribismo después es seguir con ese juego. La inmensa mayoría de los políticos señalados por el propio Uribe como sus aliados han expresado su apoyo resuelto a las negociaciones de Santos (por ejemplo Martha Lucía Ramírez, Francisco Santos o Angelino Garzón), mientras que algunos de los otros inventan reparos que ponerle. Ni siquiera el mismo Uribe rechaza que haya negociación sino que denuncia su oportunidad. De ese modo, lo que era una mayoría clara, resuelta y triunfante termina convertido en una minoría confusa, acomplejada y perdedora. De momento el apego al caudillo es la verdadera garantía que tiene Santos de ganar la reelección, pues en una segunda vuelta no tendría rival. Salvo que haya quien crea que lo podría ser Óscar Iván Zuluaga, que aplaudía al gobierno aun después del encarcelamiento de Andrés Felipe Arias, tal vez por considerarlo un rival peligroso.

Hacia una renovación política real
Lo cierto es que hacia 2001 se formó una mayoría social que se oponía a los terroristas y a los políticos aliados con ellos. Para que esa mayoría vuelva a prevalecer tiene que surgir otra actitud, por ejemplo, debe partirse de cuestionar los acuerdos de "paz" que condujeron a la Constitución de 1991, que nunca han sido cuestionados por el uribismo (el propio Uribe fue ponente de la ley que indultaba a los miembros del M-19) y que son la base de la actual negociación. ¿Qué fundamento tienen quienes se oponen a premiar a las FARC pero aceptan que se premiara al M-19? También hay que pensar en un partido de la ciudadanía,  opuesto a los partidos tradicionales y a los políticos que hoy son simples aliados del cogobierno fariano. No es ninguna revelación para mí que eso tardará, incluso generaciones. Pero ¿no tardó un invento como la palabra tal vez milenios en ser asimilado por comunidades de Homo sapiens aisladas? El mismo imperio inca desconocía la rueda. Sencillamente en las democracias hay partidos que defienden intereses de sus votantes y los partidos actuales, uribistas para conseguir votos gracias a la popularidad del caudillo, no lo hacen. De hecho, ya hace más de un año señalé que el uribismo seguirá los pasos de la Anapo. El que quiera seguir en la nostalgia, bien pueda. De momento ha sido uno de los elementos que sostienen el orden actual porque impiden que surja una oposición clara que defienda la democracia.

(Publicado en el blog País Bizarro el 16 de septiembre de 2012.)


domingo, diciembre 16, 2012

La paz es otra forma de lucha


Prolifera una noción del problema de las drogas psicotrópicas según la cual todo aquel que alguna vez fumó o fuma marihuana es un "adicto", y la garantía de que alguien entiende el problema es que las desconoce por completo. A partir de esa noción salen maestros de moral que se permiten todos los libertinajes salvo ése, pero se imponen y hasta figuran honrosamente gracias a que forman parte de una mayoría en la que todos se reconocen y felicitan. No hay que hurgar mucho en la psique de esa mayoría para ver algo parecido a lo que se detecta en la aversión obsesiva al homosexual: envidia mezclada con temor, la suposición de que esos pecadores disfrutan de placeres que podrían tentar al intolerante.

Esa misma inclinación a emitir dictámenes sobre lo que se desconoce ocurre con las organizaciones revolucionarias: ¿recuerda el lector a alguien que no asegure que las universidades públicas están "infiltradas" por la guerrilla? ¿O a alguien que no crea que los columnistas de la prensa están engañados por la ilusión de la "paz"? Quién sabe de dónde creerán que salen las guerrillas, a lo mejor creen que matriculan a sus miembros para ir a reclutar gente a las universidades públicas. Y los columnistas engañados serían los ministros y embajadores de un régimen fariano, como ya se vio cuando el M-19 ascendió al poder aliado con César Gaviria (que reemplazó a Pablo Escobar como socio de esa banda de asesinos).

Habrá que explicarles lo elemental. Los marxistas quieren implantar un sistema de partido único y total hegemonía del Estado sobre la sociedad. Con ese fin aspiraban a una insurrección popular de la mayoría obrera o humilde en los países desarrollados, cosa que nunca se dio. En Rusia consiguieron el poder no gracias a una insurrección obrera sino a la derrota militar contra Alemania, a los millones de soldados hambrientos que pululaban por las ciudades y al colapso del régimen anterior. En los países de mayoría rural intentaron la conquista de territorios a partir de los cuales emprender una guerra prolongada hasta tomar todo el poder. Fue lo que consiguieron en China y fue el modelo que el Partido Comunista intentó aplicar en Colombia en los años cuarenta.

Es decir, la guerrilla es un frente del Partido Comunista para tomar el poder y no existe por sí misma sino con ese objetivo. Persistió tras la derrota de los años cincuenta debido a las expectativas de éxito que se atribuían los comunistas después de la Revolución cubana, y sobre todo gracias a la alianza con los herederos de los clanes oligárquicos de la República Liberal, que fueron excluidos del poder entre 1946 y 1958 y que después se dividieron por discrepancias con el Frente Nacional dando lugar al MRL de López Michelsen, aliado continuo de los comunistas y en gran medida máscara de ese partido.

Lo que ocurrió en el planeta durante los años sesenta (la ruptura chino-soviética, la deriva comunista de la Revolución cubana y su influencia continental, la rebelión juvenil en Estados Unidos contra la guerra de Vietnam y el mayo de 1968 en París) determinó una gran dispersión del proyecto comunista, que a la vez se expandió en Colombia. Surgieron maoístas, trotskistas y guevaristas que no obedecían al PCC y más bien aspiraban a ser ellos el partido que tomaría el poder, pero siempre con el mismo proyecto marxista-leninista. Esa ideología se hizo hegemónica en las universidades y fue promovida por los mismos oligarcas a través de Alternativa, en la que eran redactores todos los decanos de la opinión en Colombia, empezando por el actual director de El Tiempo y siguiendo por el clásico columnista de Semana. Esa revista estuvo ligada al M-19 y hay suficientes razones para pensar que el clan de los Santos-López-Samper manipuló a los jóvenes terroristas primero para confundir a los votantes y hacer ganar las elecciones a López en 1974 (se acabaron las ilusiones de la Anapo) y después para aprovechar la prosperidad de las mafias de la cocaína e imponer una constitución que les asegurara el control, precisamente a través de las organizaciones revolucionarias, que desde entonces colaboran desde cargos públicos y desde la política legal con las bandas que persisten.

Mientras no se entienda la hegemonía de esa visión en la universidad y a partir de ahí en la burocracia no se podrá entender nada de lo que ocurre en Colombia. Por cada guerrillero o miliciano hay diez personas, por lo menos, que militan en la causa revolucionaria y colaboran con ella, y los gobiernos de los ochenta y noventa favorecieron o en todo caso permitieron la implantación de esas personas en la función pública. Los crímenes de las organizaciones guerrilleras son parte de una estrategia de toma del poder que comparten cientos de miles y tal vez millones de colombianos, que colaboran con esa tarea y forman parte de la sociedad urbana corriente, en proporción mucho mayor cuanto más alto sea el rango social de que se trate. Al punto de que el proyecto totalitario se confunde con la persistencia del orden de castas colonial y sus jerarquías, como ocurrió en Cuba.

La negociación de paz es un logro de los terroristas, que obtienen reconocimiento como fuerza legítima en igualdad de condiciones que el gobierno elegido por la gente, y quienes la promueven son mayoritariamente parte de la misma conjura. Pero es imposible encontrar colombianos que lo entiendan porque creen que los que pintaban palomitas de la paz en tiempos de Belisario Betancur, o en todo caso quienes las mandaban pintar, y ahora forman un unísono espeluznante con las falacias de la "paz", son distintos a quienes secuestran y masacran. Y no hay tal: el grupo de Alternativa es hegemónico en El Tiempo, Semana y El Espectador, y de forma indirecta en los nuevos medios electrónicos, mientras que dominan las redes sociales a través de empleados estatales parasitarios y de estudiantes que defienden su forma de vida, sobre todo más gasto en universidades, apoyando el poder terrorista que avanza.

De modo que los invito a dejar de engañarse. Los verdaderos jefes terroristas son los que dominan los medios y la palabra paz, entendida como otra cosa que la aplicación de las leyes penales que se aplican en todos los países civilizados para quienes matan, extorsionan y atentan contra la democracia, sólo es una falacia con la que se comete el atraco. En Twitter el hashtag #PazColombia es un típico recurso de los militantes comunistas para presionar por el cobro de los crímenes.

Por esa cómoda suposición de que la guerrilla es un agente externo y no la expresión más típica de las endemias morales e ideológicas de Colombia es por lo que se permite su avance. Y puede que al final la oposición al diálogo o la negociación con los terroristas sea en extremo minoritaria (no hay ningún partido que se oponga y casi todos los ministros de los gobiernos de Uribe están en el bando del gobierno de Santos, sin que se sepa si el expresidente realmente se opone), pero es la única visión democrática y justa.

(Publicado en el blog País Bizarro el 15 de septiembre de 2012.)

miércoles, diciembre 12, 2012

Las certezas del mamerto



Por @Ruiz_senior

Refiriéndose a Pablo Casals, Albert Einstein declaró que el gran violoncelista catalán "ha sabido comprender con mucha clarividencia que el mundo corre un mayor peligro de parte de los que toleran el mal o lo alientan que de los mismos que lo cometen". Esta sencilla idea es por completo incomunicable para los colombianos, para los que el mal consiste en tener calzado de mala calidad o de estilo inapropiado. Por eso no se les puede explicar que todos esos dolientes de Jaime Garzón que pululan por las redes sociales y los comentarios de la prensa son criminales mucho peores que los pobres niños que les hacen el trabajo sucio y les generan rentas. (No pretendo que puede haber delito de opinión, pero negar que esa gente es la base del terrorismo es como imaginarse una liga de fútbol sin aficionados).

Tomar conciencia de eso es ir entendiendo que las palabras y las ideas son lo letal y no son gratuitas: lo que sostiene el negocio terrorista es la ideología omnipresente del totalitarismo tropical, el "protochavismo" que era la ideología que subyacía al burdo, chabacano, sectario, grosero y mezquino "humor" del finadito. No es nada raro que para esas personas las decenas de miles de víctimas ocasionadas por las bandas con las que Jaime Garzón colaboraba sean como mucho "argumentos" para exigir prebendas y favores para ellas gracias al poder alcanzado por los asesinos.


De tal modo, es apremiante que se entienda que las FARC son sólo la fuerza de choque de la "izquierda", es decir, de la universidad y de los funcionarios públicos, es decir, del clero republicano que forma la mayoría del primer decil de ingreso en Colombia, sobre todo en Bogotá. Es decir, del público de Jaime Garzón. No son "bandidos" y ni siquiera las siglas FARC representan otra cosa que una organización dependiente de un poder superior, 

Bueno, uno de los "personajes" del humorista era el malvado Godofredo Cínico Caspa, personaje que decía lo que le escribía el guionista, Antonio Morales Rivera, uno de los más cínicos promotores del terrorismo. Tan cínico que cuando la gente se impacientaba con el Caguán escribió en El Espectador que las negociaciones no podrían ser rápidas porque ¿para qué habrían servido tantos años de lucha?

Este prócer sobrevivió a su joven intérprete y sigue escribiendo textos del malvado de su invención que publica en Kien&Ke. Voy a comentar el último porque el ascenso de los comunistas, es decir de la universidad colombiana, al poder es no sólo un crimen monstruoso, cientos de miles de asesinatos para llegar a este punto y cientos de miles o aun millones para someter del todo a la sociedad, sino además un crimen estético, el ascenso de la peor literatura, de la que este genio es un exponente característico, aun más que el cursi William Ospina o el sinuoso Abad Faciolince.

Hay que dar de baja al diálogo: “¡Bala, señores!”
Quiero poner en perspectiva de futuro histórico lo que se está jugando en estos aciagos días en los cuales llueve sobre nuestras ya albas cabezas, la ceniza, la pestilencia y la escoria del volcán luciferino de los diálogos de paz. 
La estrategia de la traición a largo plaza pensada por esa masa de sesos retorcidos que tiene el Judas Santos en la moima, para mí resulta tan clara como oscuras son las pretensiones de entregarle el país al comunismo bolivariano, en un largo juego de filigrana de ajedrez en el que nos están quitando los alfiles sagrados de la Seguridad Democrática, los caballos del Ubérrimo, las torres del puro centro y hasta la peonada ignara, todo con el fin de acabar con nuestro glorioso juego eterno, nuestro reinado de 212 años de generosa hegemonía de la raza blanca y de la gente de bien.
El tono altisonante parece corresponder más a las diatribas de William Ospina o del mismo Timochenko que a la visión de un enemigo del terrorismo, como Luis Carlos Restrepo, por poner un ejemplo. Pero queda claro qué es lo que Morales Rivera aplaude en el diálogo: la vieja convicción de que la revolución va a quitarle el poder a unos oligarcas que detentan el poder desde hace 212 años. ¿Tiene eso algún sentido? ¿Habrá alguien que recuerde que el antiuribismo es la pasión más típica de los colombianos de clases altas y de raza blanca, sobre todo en Bogotá? Es una mentira típica, los patrocinadores de la guerrilla son los oligarcas que ahora intentan premiarse negociando con representantes de la tropa a la que protegen. ¿O es que son los pobres oprimidos de las regiones los que leen Semana? Sencillamente, los propios patrocinadores del terrorismo se creen los oprimidos mientras ganan sueldos y pensiones propios de Dinamarca y tienen montones de criadas. Me gustaría saber cuántas tiene este desvergonzado redentor.

Bueno, todo lleva en medio de su tosquedad el halago y la complicidad con el lector, ese ingenio maravilloso de llamar "moima" a la cabeza y en que a la persona joven y empobrecida intelectualmente por Fecode le resultan despreciable las personas viejas que conocen y usan palabras como "filigrana". Verdaderamente es genial. 
Miremos cuidadosamente el infundio. La seguidilla de atrocidades contra la dignidad de los dueños de esta nación es evidente y de largo plazo. Han comenzado ya los enemigos de la tradición, la familia y la propiedad, con astucia y mala sangre, el proceso que nos conducirá al abismo. Desde hace dos años, a espaldas de nosotros y en aleve acto de manguala con los bandidos, iniciaron acercamientos con la FAR y desde hace seis meses venían concertando y negociando este satánico pre acuerdo para ponerse a conversar con los mefistos camuflados. No contentos con ello, finalmente lograron dizque convencer a los terroristas de entrar en un diálogo para acabar con el divino conflicto armado, que tan pingües beneficios nos ha dado. Y ahora ¡descarados! entran en la fase dos de la traición, o sea hablar de frente guerrillero con esos bastardos en Oslo y luego en La Habana, la Sodoma del Caribe, gobernada por los visires Castro, bajo la tutela de Hugo Rafael Chimpancé.
A uno de los dueños de esta nación lo quemaron vivo por negarse a llevar un burro bomba en Toribío. Los enemigos de la tradición la familia y la propiedad (mito ridículo de un rechazo al terrorismo por camanduleros retrógrados, con lo que quemar gente viva es un acto de progresismo indiscutible, sobre lo que no falta hablar). El lector se muere de la risa ante el anciano que ve conjuras satánicas donde sólo se ve el anhelo de dar ministerios y embajadas a quienes encargan esas bellezas. Y de nuevo la mentira: ¿a quiénes ha beneficiado el conflicto armado? La clase de mentiras de ese tipo y la gente que las cree muestran cómo opera la mente criminal. ¿De qué modo quien quiere que las FARC no extorsionen ni secuestren se lucra del conflicto armado? Es verdad que eso lo dicen también uribistas ilustres, como Rafael Nieto Loaiza, pero es una mentira monstruosa. ¿Habrá alguna vez algún sabio que explique cómo ocurre eso?

Lo que va ahí como sobreentendido es que someterse a las FARC es lo propio de personas juiciosas, positivas, jóvenes y justas, toda vez que los secuestros, masacres y los demás infinitos crímenes de las bandas comunistas son culpa de los que no se someten. ¿Cómo hay que decir que el que llora a Jaime Garzón es sencillamente un asesino? La tosquedad de la manipulación de Morales Rivera es tal que la condena de "la Sodoma del Caribe" lleva por complicidad al lector a ser partidario de la infame satrapía cubana. 


Observen lo que se nos viene encima y tengan esto como una fatídica premonición más del godofredismo, que tantas veces ha acertado. Si por un entuerto fatal del destino a Santos y sus cómplices de la FAR les suena la flauta de la paz (no lo quiera Píndaro) y antes que termine el mandato que le robó al Supremo Uribe logren estos descastados firmar la vaina, o cuando menos un cese al fuego, es casi seguro que la gleba voluble y maleable en medio de su ignorancia (que ha sido nuestra delicia) reelija al rampante usurpador. Y que este en una especie de ilegal segundo tiempo de la tal “paz”, se dedique a hacer las peligrosísimas reformas sociales para quitarnos lo que ha sido y es nuestro: es decir, el derecho a tener todo y con todo, incluida nuestra exquisita y “mágica” combinación de formas de lucha, en la cual hemos mezclado sabiamente el Congreso y la auto defensa.
Otra vez ese recurso burdo de la alegoría y el sobreentendido. Los malos que conocen a Píndaro, que dicen fatídico y premonición, obviamente temen a las reformas sociales que vendrían de las FARC, y el lector, esa clase de subhombre que produce Fecode por miles, resulta identificado, en medio de sus sonrisitas satisfechas, con los terroristas y aplaudiendo el que se los premie. ¿Cuántas veces hay que explicar que las guerrillas sólo han multiplicado la desigualdad al aumentar los sueldos y pensiones de los funcionarios públicos y el parasitismo de las universidades, a tal punto que todos los magistrados que cobran la pensión de decenas de personas cuando se jubilan se dedican a apoyar al Partido Comunista o sus organizaciones de fachada?
Una vez reelegido Santos en el 2014 y adelantadas sus subversivas y sediciosas reformas liberaloides, lópez-pumaréjicas por decir lo menos, el camino estará abierto para que en el 2018 se nos instale un gobierno terrorista (que aunque sea elegido popularmente, no dejará de ser una asonada y un manotazo) un gobierno ese si ya definitiva y trágicamente de izquierda, que acabe de una vez con esta católica república de bananos y palma africana.
Otra vez la gracia genial de sobreentender que el proyecto de los dinosaurios farianos y universitarios es lo moderno y que se le resisten quién sabe qué retrógados bananeros, una historia tan falsa y absurda que hace falta una ignorancia tan espantosa como la del colombiano medio para tolerar tanta idiotez. Claro que todo el que ame la democracia y la decencia teme que los terroristas se hagan con el poder en 2014 porque sólo traen opresión, como se ha visto con sus infinitos crímenes, como se ve en Venezuela y los demás países de la región. Como de hecho se puede comprobar en la historia reciente de Colombia, en la que las bandas de asesinos asociados al clan López-Santos-Samper han accedido en gran medida al poder.

Para el 2018 –si no logramos parar como sea este “proceso” de paz– estos salvajes liberalo-socialistas, se dedicarán a llevar a cabo sus cancerígenas reformas en todos los terrenos. Veremos la propiedad de los históricos detentadores del campo, transmutada en reservas campesinas, mingas, programas agrarios marquetalianos, en las cuales no solo la FAR (así ya no tengan armas) sino en general el campesinado insurrecto y sus liberales envalentonados, van a cambiar la economía tradicional y a desarrollar la negativísima justicia social, la equidad y la repartición de la riqueza, todas cabezas del mismo monstruo de las inconvenientes revoluciones sin tiros.
Insisto, hay que ser idiota o torcido para negar que todo este párrafo es burda propaganda fariana. ¡Ahora la banda terrorista trae la equidad, a la que el malo de la película llama por ese nombre! Cuando uno dice que Colombia es un muladar alude sobre todo al nivel de esa literatura. Bueno de ese humor, pues esto era lo mismo que decía Jaime Garzón.

A mí sí me han gustado las revoluciones a bala, porque esas nunca llegarán al poder. En cambio esta vaina que se está planeando conlleva el riesgo de que a la indiada le dé por mandar y decidir sobre su propio destino, lo cual es ni más ni menos que un delito de lesa patria.
¿Se entiende? La negociación con las FARC ¡no es a bala! Las decenas de personas asesinadas en la última semana no existen. Al lado del deudo de Jaime Garzón, cualquier otra clase de criminal de los muchos que hay en Colombia es una persona recta.

Si la paz le resulta a la FAR y al truhán del póker, corremos el tremendo riesgo de no poder volver al poder. Porque el pueblo se va a acostumbrar a la paz misma, al bienestar que ella implica, a las reformas sociales, al crecimiento y la tolerancia, que son enemigas todas de la extrema derecha cuyas enhiestas banderas nosotros portamos, cual estandarte de nuestra coreografía.
Ahora la extrema derecha se llama a sí misma extrema derecha, las FARC representan al pueblo y los dos tercios de los votantes que habrían reelegido a Uribe cuantas veces se presentara son oligarcas ridículos, por no hablar de que la paz es aquello que buscan las FARC. Hay un nivel de la vida colombiana, el de la universidad, la prensa, etc., que no es propiamente humano, que aúna a tal punto la idiotez y la perversidad que realmente hace de los asesinos de las FARC personas decentes y cultas.

Siguen otros muchos párrafos de lo mismo, realmente no voy a aburrir al lector. Que con razón ya estará aburrido. No es raro que los sicarios de las redes sociales digan que a Jaime Garzón lo mataron por chistoso: hay algo de la sordidez de Colombia que hace que la persona se sienta orgullosa de mentir. Las idioteces y mentiras de este canalla son un modelo de algo general y típico: aquello que hace que Colombia sea un país miserable y primitivo. Pero realmente, por eso mismo, encuentran público que las reproduce.



Publicamos en Twitter: (@Ruiz_senior)




El salario del sicario



Cuando algún historiador esforzado se meta a hurgar en los archivos de la Komintern en Moscú se sabrá de qué modo se planeó y organizó el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y también quiénes fueron los autores, cosa que debería ser obvia para cualquier mente deductiva: ¿a quién le convenía? A los soviéticos, urgidos de sabotear la Conferencia Panamericana con la que Estados Unidos alineaba a su patio trasero (1948 fue el peor año de la Guerra Fría), a los comunistas, que necesitaban quitar de en medio al líder hostil que les ganaba en demagogia eficaz, y a los herederos de la República Liberal, a los que Gaitán les había robado el favor del pueblo liberal. 

La relación entre esos clanes asociados (López-Santos-Samper) y los comunistas marca la historia posterior de Colombia, sobre todo en lo concerniente a magnicidios. El MRL seguramente tuvo incentivos soviéticos para promover a los comunistas y el suplente de López Michelsen en 1960 era el precursor de Tirofijo, Juan de la Cruz Varela. Las FARC nacieron incentivadas por el MRL, el ELN surgió de un grupo de las juventudes del MRL enviado a Cuba. López estableció relaciones con Cuba en cuanto se posesionó en 1974 e impidió la derrota del ELN. Por otra parte, para frenar a la Anapo lanzaron el M-19, controlado por García Márquez y Enrique Santos Calderón... 

En materia de magnicidios la relación también es evidente. Galán fue el disidente que impidió la reelección de López en 1982 y Santofimio era el principal protegido de ese patriarca, mientras que sus cuasiparientes Samper gobernaban cuando cayó Álvaro Gómez. 

Por medio de ese juego se mantienen en el poder, y no es tan raro que una vez alcanzada la presidencia Santos intente resucitar a las FARC. Son la creación de su grupo y cumplen las funciones de un sicario al que hubieran contratado: tienen que pagarle y complacerlo, a la vez que lo utilizan. Ahora ofrecen el show de las negociaciones para agrupar a sus partidarios, tanto los sicarios místicos que adoctrina Fecode como los desaprensivos lagartos de la vasta clientela parásita. ¿Cuándo hablarán las víctimas perpetuas?

(Publicado en el blog País Bizarro el 12 de septiembre de 2012.)

sábado, diciembre 08, 2012

El triunfo de Santos

La última encuesta publicada sobre aceptación del gobierno y sus políticas muestra una notoria recuperación de la imagen del presidente Santos gracias a la promesa de la "paz". En esa percepción coinciden casi todos los comentaristas serios, en que a la gente la consiguieron ilusionar con el fin de la violencia. Y lo que ocurrió fue que se volvieron entusiastas del premio del crimen.

Si la política no tuviera las implicaciones morales que tiene, si fuera un puro juego de habilidad, habría que reconocerle grandes méritos al señor Santos. Acertó plenamente al apostar por una claudicación de los colombianos, lo que le permitió gobernar para los terroristas, poniendo así de su parte a los grandes poderes de la prensa, los sindicatos, las universidades, el progresismo internacional, incluido el gobierno estadounidense, los gobiernos de la región, etc. Y eso sin echarse en contra a la mayoría, que fácilmente terminó embaucada por otra ilusión de reposo al precio de someterse a quienes la secuestran y masacran.

Todavía hay gente que duda de que Colombia es otro régimen bolivariano, con una retórica más sinuosa y taimada, pero con absoluta obediencia a los estrategos cubanos. Pronto se desengañarán, también en las urnas en 2014, cuando los colombianos que prefieren el premio del crimen a la aplicación de las leyes serán mayoría.

Esa disposición de los colombianos es una de las cosas más misteriosas que puede haber para una persona que vive fuera, y bastaría para explicar el atraso, la miseria y la violencia. Es decir, para explicar la esencia de la cultura local. Parece que la Inquisición de la época colonial acostumbró a la gente a confundir la noción de culpa con la de castigo, de modo que si alguien es perseguido resulta culpable, como ocurrió con Andrés Felipe Arias, mientras que si alguien consigue librarse del castigo, por abrumadoras que sean las pruebas, resulta inocente, como el asesino múltiple Sigifredo López.

La desmoralización y ruina que vienen, similares a las de los demás países andinos, son la obra de esa mayoría, a la que Santos ha sabido complacer. Y es comprensible que la emigración sea muy dura para los descontentos, pero dentro de Colombia sólo habrá una opresión creciente y una orgía de sangre parecida a la que tendrá Venezuela cuando intente librarse del chavismo.

(Publicado en el blog País Bizarro el 9 de septiembre de 2012.)

lunes, diciembre 03, 2012

La hegemonía terrorista

Las FARC, que son a la llamada izquierda, o sea, a los comunistas, o sea, a los que usufructúan al Estado (políticos, periodistas, funcionarios de todo tipo, maestros, estudiantes universitarios y demás gente improductiva), lo que el cuchillo al atracador, empezaron a resurgir desde el momento en que Santos anunció que las premiaría, el mismo día de su posesión. Es un proceso natural, como quien contrata a alguien para que haga algo a cambio de un salario. El cambio de rumbo de Santos fue aplaudido por los columnistas y por sus lectores, el mismo grupo social que domina el país desde siempre.

Ese mismo tipo de personas es hegemónico en las redes sociales, en parte porque representan a la vieja casta de explotadores, en parte porque el ascenso de la banda de asesinos anima a sus partidarios a acompañar moralmente las masacres calculando ascensos y subvenciones para la cultura cuando la revolución se consume gracias a los anhelos de Santos de ser reelegido y complacer a los viejos socios de su hermano mayor, los Castro, en parte porque la extorsión deja mucha plata y así hay con qué pagar a revolucionarios profesionales para que hagan tareas de Agitprop en Facebook y Twitter.

Pero además esos criminales cómodos dominan las redes sociales por la indolencia de los colombianos, que no tienen ni idea de lo que les espera por permitir a Santos premiar el crimen de forma tan descarada. El caso es que hoy era la gran noticia que al cómplice de los secuestros Hollman Morris lo investigaba el DAS durante la presidencia de Uribe, y no que él hiciera entrevistas a los secuestrados a los que iban a soltar en las que se los chantajeaba para que contestaran lo que convenía a los terroristas. ¡Ahora el crimen es vigilar a un personaje así y no lo que hacía él y sus socios!

A eso se ha llegado, a que el crimen sea tratar de impedir los secuestros y masacres y vigilar a quienes los cometen. Los terroristas de las redes sociales no vacilan en presentar todo eso como lo justo, y el populacho no tiene decisión ni para hacer un clic. La tiranía será en Colombia mucho peor que en Venezuela en apenas dos años, y nadie puede compadecerse de gente tan despreciable.

(Publicado en el blog País Bizarro el 8 de septiembre de 2012.)

jueves, noviembre 29, 2012

¿Cuántos somos?


El avance imparable de la negociación política de Santos con las FARC va despejando el panorama de la opinión y la política colombianas. En 2010, entre la turbia oposición y la continuidad, hubo una mayoría que escogió la segunda, sin que quedara claro qué proporción de esos votantes sencillamente habrían preferido reelegir a Uribe quién sabe por cuántas décadas y cuántos votaron por lealtad a las redes clientelares de los congresistas de los partidos uribistas. Entusiastas de Santos nunca ha habido, y quienes votaron por él porque era el hombre que premiaría a las FARC eran poquísimos (los había, por ejemplo Alejandro Reyes Posada resultó discrepando de la hegemónica "ola verde" de la prensa y apoyando a Santos).

Pero ¿cuáles son las convicciones de esa mayoría? La ausencia de resistencia a lo que ha hecho este gobierno demuestra hasta qué punto el rechazo a las FARC era puramente reactivo, sin plena conciencia de defender el sistema democrático (insisto, en el sentido en que éste se entiende en los países de Europa occidental y Norteamérica). Incluso se podría decir que si hubiera una mayoría opuesta a que se premiara a las FARC, que evidentemente no la hay, quedaría flotando en el aire un "agravio comparativo", ¿por qué esforzarse por no premiar a las FARC después de haber premiado copiosamente al M-19? Eso sólo en gracia de discusión, porque todo lo que ha permitido sobrevivir a las FARC y el ELN es precisamente el poder entregado al M-19, a otras bandas y a sus redes "legales", por ejemplo en el poder judicial.

Y entonces es cuándo la mayoría resulta minoría. ¿Cuánta gente está de acuerdo con cuestionar todo lo acordado en los ochenta con las bandas terroristas, no para encarcelar a los culpables pero sí para refundar el Estado con base en principios democráticos? La idea de convocar una Asamblea Constituyente la defendimos dos o tres personas en el blog Atrabilioso durante años. Después tentó a muchos porque vieron que podría servir para eludir la ley y reelegir a Uribe. Realmente no hay casi nadie que vea como un error espantoso esa negociación ya casi olvidada. Sobre todo no lo hay en las filas del uribismo, cuyo líder fue el ponente de la ley con la que se indultó a los terroristas de todos sus crímenes.

Esta corriente política, además de su definición caudillista tiene otro rasgo que la hace funesta: su apego a los partidos que apoyan a Santos. ¿Cuánta gente cree que debería haber un partido doctrinario que defendiera la democracia y trabajara en contra de los Pastrana y los Roy Barreras? Yo creo que como mucho unas cuantas decenas. Algunos incluso admiten que sería deseable, pero no conciben que pueda pensarse en un partido sin Uribe, que ciertamente pertenece al PSUN y no tiene ni el más remoto deseo de mostrarse hostil con el conservatismo. Es decir, les gustaría algo que evidentemente no ocurrirá.

No es sorprendente que frente a la negociación de Santos con las FARC los uribistas vacilen y oculten tras el lloriqueo una innegable inclinación a claudicar. Me dicen que esta perla del senador Juan Carlos Vélez Uribe no expresa el pensamiento de su jefe, pero curiosamente éste no le discutirá:
El equipo negociador del Pdte Santos para el proceso de paz es de lujo. Preocupa es que el proceso se adelante sin cese de hostilidades.
Bueno, ésa entre muchas otras "reacciones" parecidas. En realidad, ¿quién no sabía que Santos haría exactamente lo que está haciendo? ¿Cómo es que no se ha lanzado ninguna campaña de oposición tras más de dos años de infamias y persecuciones? El que no quiera entender que para oponerse a la Unidad Nacional y a todo lo que significa hay que oponerse también al uribismo no entiende en absoluto lo que pasa. El uribismo sigue los pasos de la Anapo y paga el error fatal de la segunda reelección (pudo ser de la primera, gracias a la cual el TLC con Estados Unidos se retrasó seis años y la popularidad del presidente sirvió para que el Congreso fuera dominado por personajes como Benedetti o Barreras, por no hablar del ascenso de Santos).

Cuando se vio hasta qué punto la defensa de la ley, la justicia y la democracia es rotundamente minoritaria en Colombia fue respecto del montaje con que el hampa de la Fiscalía y la prensa dejaron impune a Sigifredo López, seguramente en cumplimiento de órdenes del gobierno, interesado en "ganar confianza" con las FARC. No es sólo una cuestión del señor Uribe, que según me cuentan apoyó a Sigifredo López cuando intentó llegar al Congreso, en 2010, sino mucho más de sus seguidores, que cuando no tomaron partido por el angelito se callaron para no quedar en minoría ante la apabullante presión de los medios.

Si un crimen como ése queda impune cuando es tan evidente quién es su autor y realmente a nadie le importa, ¿qué respeto puede exigir la sociedad colombiana al derecho y a la justicia? Insisto, no es sólo cosa del fiscal, el gobierno o los medios, ni tampoco del señor Uribe y sus edecanes (uno terminó admitiendo que no creía en la inocencia del exdiputado y enseguida se olvidó del asunto), sino de todos los colombianos, sobre todo de los que opinan y se informan: visto que la presión de los medios y el poder judicial eran tan grandes, mejor renunciar a cualquier atisbo de justicia.

La hegemonía de aquello que precede al chavismo se manifiesta por todas partes, y hablo sólo de los supuestos críticos de Santos. Recientemente tuve una discusión en Twitter sobre la necesidad (desde mi punto de vista) de cerrar o privatizar las universidades públicas: a ese respecto la ideología castrista es absolutamente hegemónica. Del primero al último, todos defienden el "derecho a la educación" consistente en que al que se muestra apto para estudiar le deben pagar una carrera los que no estudian (más bien, el que ha tenido medios, que es la realidad: la inmensa mayoría de la gente pobre no acaba la secundaria o tiene que ponerse a trabajar porque para estudiar gratis necesita tener vivienda y alimento).

Da lo mismo que uno les explique que TODO el milagro económico chileno, lo que le permitió a ese país saltar de un promedio de renta andino a uno próximo al de la Europa meridional fue no gastar en universidades. O que al ser la obtención de títulos la meta que se considera deseable, la calidad y el rendimiento de la enseñanza descienden hasta niveles cómicos. O que el esfuerzo educativo no rinde nada cuando no hay empresas en las que las personas que disfrutan de educación superior puedan ejercer su trabajo y la productividad del país es risible, como le ocurrió no sólo a Cuba sino a otros países de la región que antes fueron prósperos, como Venezuela o Uruguay. O que los países ricos y con un tejido productivo formidable pueden proveer esa clase de educación a sus jóvenes porque tienen recursos y puestos (como si alguien creyera que la forma correcta de prosperar es comprarse un Mercedes Benz sin tener los recursos)... Da lo mismo: ni siquiera se puede esperar que alguien lea textos antiguos en los que explico hasta la extenuación ese problema (1, 2, 3). A todos les parece que las arcas del Estado son inagotables y sólo hay que ir a exigir derechos, sobre todo "educación", como si ésta no fuera casi siempre sólo un recurso para adquirir categoría social y librarse del trabajo en un país que no produce nada, sobre todo no produce patentes.

Si ni siquiera se entiende ni acepta esa cuestión elemental, ¿quién va a explicarles que las FARC son sólo el movimiento estudiantil? Todos se quejan de la "infiltración" del terrorismo en las universidades, como si fuera algo externo a ellas y no su expresión típica. Sencillamente, el Estado es desde siempre la fuente de rentas para los dominadores y la universidad es el pretexto con el que pueden vivir del cuento. La principal tarea de las universidades públicas es formar personas capaces de hacer presión para aumentar el gasto educativo (como ocurrió con la Constitución de 1991, que empezó con la "séptima papeleta", organizada por los grupos revolucionarios y promovida por los estudiantes, o con las presiones que condujeron al Caguán). La "refundación de la patria" que adelanta Santos con las FARC cuenta previsiblemente con ese refuerzo, y si el caos que viene fuera suficiente las milicias universitarias dominarían las ciudades. Es decir, plantearse el fin de las universidades públicas no es sólo la condición del desarrollo económico, sino también de la supervivencia de la democracia.

¿Viene a significar algo que eso es completamente opuesto a lo que piensan los colombianos? Claro, es una visión distinta. No es tan inexplicable que en casi toda Sudamérica dominen los chavistas, en todas partes las castas dueñas del Estado encontraron la oportunidad tras el repliegue estadounidense y avanzan hacia sociedades como la cubana, pero con grandes cantidades de recursos naturales. Colombia no es tan diferente, no faltaría más. Ni siquiera Chile, ni siquiera España: ambos países están amenazados en su desarrollo por la ideología estatista. Colombia aplazó el socialismo al triunfo de las guerrillas, que siempre contó con resistencias de elementos conservadores y tradicionalistas. Ahora se consuma ese triunfo en forma de componendas del gobierno con los asesinos, y no será el lloriqueo de los que perdieron el poder el que lo va a remediar.

Emigren, y si no pueden o no quieren sepan que si quieren que Colombia se integre en el mundo civilizado y no se hunda en el chavismo no pueden creer en soluciones a medias, en caudillos equívocos, en "derechos" basados en la suposición de que los bienes son el fruto de los decretos ni en ninguna "paz" que no sea la aplicación de la ley. Aunque la verdad no hay ninguna esperanza de escapar al chavismo, y da lo mismo lo que quieran engañarse.

(Publicado en el blog País Bizarro el 6 de septiembre de 2012.)

domingo, noviembre 25, 2012

La paz es la prioridad de Colombia


El día que se posesionó Santos anunció que negociaría con los terroristas, los que se escandalizan ahora son los que no han visto a Santos ir construyendo su plan a punta de campañas de calumnias en la prensa, de alianzas perversas con los peores criminales de la política tradicional y con el hampa judicial, aparte de Chávez y compañía, de persecución contra los militares y benevolencia con el avance terrorista... Santos empezó a hacer la paz desde el día que se posesionó y se encontró con una sociedad adormecida y conformista a la que pudo manipular. A los políticos los compró y los perseguidos no estaban para deslegitimar el sistema, con lo que sólo han ido en retroceso.

Hay que decir que la "paz" tiene muchos partidarios, no la mayoría, pero la mayoría es pasiva y ni siquiera vota; tampoco la mayoría de los que votan, pero los que no están con ellos son los que sólo ven una esperanza en reelegir a Uribe en 2014 (la inmensa mayoría) y se puede decir que no opinan mucho ni votarán unidos, como se demostró en las elecciones de octubre de 2011. Pero entre los que opinan sí que hay una mayoría abrumadora a favor de la negociación, por eso la obsesión por Uribe.

Y eso se explica porque en realidad el oficio de millones de colombianos es opinar, no sólo el de los periodistas, sino también el de los profesores universitarios... ¿Cuántos hay? ¿Cien mil? Hay que incluir ahí a los de las universidades privadas, pues gracias a la prohibición del lucro esos profesores son de hecho empleados estatales. Bueno, pero los maestros de secundaria también viven de opinar, y los típicos lagartos bogotanos, que han recibido de Santos miles y miles de nombramientos para que opinen a favor de la paz en sus fiestas y aun en las redes sociales. Ser partidario de la paz más que una opinión es una forma de vida y dado el poderío que la paz anterior dio a los guerrilleros y sus amigos, los sempiternos partidarios de la paz son en Colombia una clase rica que cada vez es más difícil distinguir de la vieja clase de los criollos, sobre todo en Bogotá y alrededores

Una de las ventajas de la paz es la educación, aparte de la prensa. Un colombiano que ahora tenga treinta años tenía quince en 1998 y no leía por entonces la prensa ni prestaba atención a las tertulias, por eso puede que no esté acostumbrado al lenguaje de la paz que se estilaba entonces, y que ha vuelto. Para animar un poco la discusión voy a evaluar esos argumentos, insisto, son un poco más directos los de todos los antiuribistas de la prensa, puede que la gente tenga hasta curiosidad por leer los periódicos de entonces.

En Semana apareció este artículo

Presidente Santos: la paz es la prioridad de Colombia 
Por Luis Eduardo Celis*
OPINIÓN Si el presidente Santos le puede anunciar al país que se abre un proceso de concertación con las guerrillas, es una extraordinaria noticia.
Invito al lector a ir entendiendo los argumentos del columnista y hasta su situación personal para entender cuál es la autoridad que tienen para recetarle remedios a Colombia.
El conflicto armado persiste en muchos territorios y afecta de manera grave a muchas comunidades. Si bien las FARC y el ELN, han sido reducidas de manera importante en los últimos diez años, no están derrotadas y su fin no está a la vuelta de la esquina a pesar de que son combatidos por unas fuerzas armadas: grandes en tamaño y con inmensos recursos y un apoyo político impresionante. Nada les falta. Aún así, la contra parte no es manca ni boba: allí siguen, dando guerra, contra combatientes y civiles, afectando la vida social, política y económica de un país cansado de tanta violencia.
Para ser de la Corporación Nuevo Arco Iris, el columnista debe de haber tenido alguna relación con el ELN. Dicha "corporación" no es más que una parte del ELN que encontró más rentable pasar a la legalidad para cobrar las proezas de sus compañeros y de paso crear un vasto poder político a partir de las alianzas que establecieron con quienes les brindaron impunidad. No son traidores al ELN porque a los traidores y liquidacionistas los matan, como ocurrió con Jaime Arenas y Rodrigo Lara Parada.

De modo que como dirigente de una organización relacionada con el ELN viene a advertir que las acciones de esa banda "afectan de manera grave a muchas comunidades" y que "afectan la vida social y política de un país cansado de tanta violencia". Bueno, es exactamente el caso del que se acerca a la cajera a advertirle del tipo de gafas y sombrero, que tiene una pistola. O mejor, algo que el señor Celis o sus compañeros de su "corporación" hicieron muchas veces, el cobro de un secuestro: también el padre resulta culpable del sufrimiento del hijo y el negociador lo persuade del encanto de la compasión y el trauma de un niño amenazado de morir. No es más.

Dice que las FARC y el ELN han sido reducidas, pero es que esas bandas sólo han adquirido poder gracias a la negociación, eran insignificantes cuando Belisario Betancur quiso legitimar a las FARC y buscar una alianza con los comunistas que tal vez, esperaba, habría conducido a un nuevo bipartidismo, favorable a su partido. De modo que siendo que esas bandas hacen daño, que fueron reducidas durante los ocho años de Uribe y se han recuperado durante los dos años de Santos, la propuesta de negociar sólo quiere decir que se fortalecerán de nuevo. Se han fortalecido durante estos dos años precisamente porque Santos les ayuda para legitimar su negociación, en la que propiamente los rústicos no obtendrán nada y sí se ensanchará el poder de la familia Santos y sus redes clientelares.

Además de amenazar, el "señor" Celis propone desistir de la democracia, pues ¿qué es democracia? No puede ser que las leyes se negocien con personas cuya representación es el daño que hacen. Eso es lo que han estado buscando todo este tiempo los antiuribistas de todos los disfraces. El resultado será mucha más violencia que la que se ha visto hasta ahora y lo más probable la imposición de un régimen chavista, con la cocaína explotada por el ELN o alguna disidencia y los líderes terroristas rivalizando con los de la Corporación Nuevo Arco Iris por las columnas de la prensa.
El presidente Juan Manuel Santos ha dicho desde el primer día de su gobierno que está dispuesto a buscar una salida negociada con las guerrillas y todo parece indicar que ha venido avanzando en una prenegociacion secreta y discreta con ellas. De ser cierto, esto es una buena noticia y el país, de manera mayoritaria, debe apoyar este proceso para que llegue a buen puerto y cerremos este medio siglo de violencia guerrillera.
Hombre, hombre, ¿cómo no va a ser una buena noticia que el gobierno haga tratos con unos criminales a espaldas de los ciudadanos? Es una excelente noticia, pero ciertamente el premiar el crimen sólo envalentonará a todos los asesinos, como ocurrió desde que los gobiernos de los ochenta se dedicaron a buscar aliarse con ellos para salir pacificadores y desfacedores de entuertos por las buenas. Puede eso sí, es lo que espera Celis y lo que probablemente ocurrirá, que cierren este medio siglo de violencia guerrillera con un triunfo. Se pasaría al terrorismo de Estado, con muchísimos más muertos, claro está, pero sin guerrillas. ¿Alguien diría que China estuvo en guerra en los años sesenta o Rusia en los años treinta? 

De modo que se repite una vieja mentira, la de que gracias a la negociación se va a reducir la violencia, eso era lo que decían los mismos propagandistas en los mismos medios durante los años 1998, 1999, 2000 y 2001. El fin está a punto de llegar, pero ¡qué curioso", cada día matan más gente. Si el gobierno tiene que mostrarse comprensivo por ejemplo ante el asesinato de críticos, como pensaban hacer con Fernando Londoño, dirán que antes que nada hay que avanzar en la creación de confianza, y como los crímenes cada día son más, dirán que "las partes tienen que llegar fuertes a la mesa de negociación".
El conflicto armado tiene raíces en un mundo rural excluyente y unas faltas de garantías para la competencia política, donde al que disiente lo asesinan, le roban las elecciones o la competencia es demasiado desigual. Estas son las raíces del conflicto, y si queremos cerrarlo, hay que atenderlas, de manera democrática e incluyente. Se requiere un campo donde puedan coexistir indígenas, afrocolombianos, campesinos, pequeños, medianos y grandes productores, y donde para competir en política se pierdan elecciones pero no la vida. Y todas las ideas y propuestas de país puedan competir con garantías.
Falso de toda falsedad. El único origen del conflicto armado es la expansión soviética y la cantidad de aventureros inescrupulosos que siempre ha habido en Colombia. Mucho antes de 1948 los comunistas crearon bases armadas en regiones rurales en las que había grupos enfrentados y cometieron muchísimos crímenes. ¿Cuáles eran las faltas de garantías? En las elecciones de 1960 el líder comunista Juan de la Cruz Varela era el segundo en la lista que encabezaba Alfonso López Michelsen. Quienes no han tenido garantías han sido los que se les oponen. La manera democrática de atender los problemas es encarcelar a los asesinos y respetar la libre voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas, exactamente lo que no hace Santos. Eso de perder la vida, ¿es otra amenaza? Los que pierden la vida son los que incomodan a las bandas terroristas de las que Celis es portavoz. Y ciertamente se perderá mucho más cuanto más se las premie. No sólo es una amenaza, es una mentira.
Si hay una prenegociacion en curso, el país debe alegrarse. Es buena noticia: significa que el presidente Santos y las guerrillas de FARC y del ELN han vuelto al camino civilizado, donde las personas y las organizaciones, con el valor de la palabra, la inteligencia, razones y propuestas, pueden construir una obra compartida, la obra del acuerdo político, que nos permita salir del conflicto armado, en donde lo que se busca es acabar con el adversario, donde la lógica es eliminar e imponer. En ese camino llevamos medio siglo, y los logros, siendo importantes, no son nada halagüeños. Volvamos a darnos la oportunidad de recorrer el camino del dialogo y de los acuerdos.
¿Qué es "el país"? Cada vez que alguien dice "el país" debemos suponer que miente, que pretende algo impropio recurriendo a esa generalización. Es buena noticia para los terroristas, que ven acercarse el poder. ¿Cómo se atreve a hablar del camino civilizado? El camino civilizado en todo el mundo es aquel en el que los asesinos y secuestradores pagan penas severas por sus crímenes. Lo que hay en la magia, burda y cínica, pero sobre todo tediosa porque era la norma durante los años del Caguán, es el anhelo de hacer equivalente al Estado y a las bandas de asesinos. Las razones y propuestas que ponen los terroristas son sus crímenes crecientes, a los que, hace AÑOS  lo denunciamos, les colabora el gobierno favoreciendo las infamias judiciales contra los militares y legitimando su avance a través del CRIC (al que promueve el Incoder). ¿Qué acuerdo político va a salir con unos asesinos que pasan de cometer crímenes a convertirse en amos.

En ese camino de no aplicar las leyes Colombia lleva medio siglo y ésta es la ocasión en que los terroristas triunfarán: ya conquistaron el poder judicial, ya poseen las universidades y colegios, la mayor parte de la función pública les obedece y ahora cuentan con el ejecutivo y el legislativo. A los militares los someterán porque no tienen la costumbre de hacer política y la entienden muy mal, por no hablar de los incentivos y castigos. Lo increíble es que haya tantos que no lo entienden. La última oportunidad de hacer frente a las maquinaciones criminales de la prensa fue el montaje para dejar impune a Sigifredo López, con la mayoría de los uribistas a favor del exdiputado.
Lograr un acuerdo con las guerrillas no es tarea fácil, pero tampoco imposible. Si hay apoyo político y ánimo de reformas que atiendan las raíces que originaron el levantamiento armado, al inicio de los años sesenta del siglo pasado, es posible cerrar este medio siglo de política con armas.
Esas reformas que atiendan las raíces que originaron el conflicto son un nombre para la abolición de la democracia: el reconocimiento del poder terrorista como fuente de derecho. Bueno, Celis y su "corporación" saben lo bueno que es eso, llevan mandando, riquísimos y hasta prestigiosos casi dos décadas. Lo que no se puede es pensar que después de dar poder a las FARC van a cesar y a volverse buenas personas.
Si el presidente Santos le puede anunciar al país que se abre un proceso de concertación con las FARC y el ELN para poner punto final a la violencia, es una extraordinaria noticia, merece nuestra gratitud y felicitar sus gestiones.
Lo cierto es que la violencia se ha multiplicado desde que empezaron a reunirse, pero obviamente se multiplicará a medida que negocien. El ejército está desmoralizado, dividido, descontento y lleno de elementos sobornables. El avance terrorista en una orgía de sangre mucho peor que la de Escobar es sencillamente seguro. La desfachatez con que este filántropo habla de "poner punto final a la violencia", renunciando a toda justicia y convirtiendo a los secuestradores en gobernantes es exactamente la misma que predominó durante cuatro años en la prensa. las mismas personas que las firmaban fueron las que después divulgaron las calumnias incesantes contra Uribe, las mismas que convencieron a la chusma de la inocencia de Sigifredo López contra todas las pruebas concebibles. Lógicamente merece la gratitud de la "corporación", claro, como cobradores de los innumerables crímenes venideros progresan más.
Si el presidente Santos cierra el conflicto armado tiene asegurado un lugar principal en la historia colombiana, como lo tiene el expresidente Uribe, que logró contenerlas y llevarlas a decidirse por el pacto y dejar sus sueños de poder global.
De modo que alguien sale a matar gente y si la víctima se defiende o llama a la policía hay un conflicto armado, y el momento en que los fines del asesino se hacen realidad se convierte en el cierre del conflicto. Es exactamente la retórica de un atraco. El que entrega la cartera recupera la paz, pero en esa escala en que realmente no habrá ningún policía al cual acudir, sencillamente el atracador convertirá en esclavos a todos. Ni siquiera importa Santos, es la sociedad la que se acomoda a eso, la que no hace nada y se ilusiona con remedios absurdos.
Ahora, esperemos las buenas noticias por la boca del presidente Santos y que la serenidad acompañe al expresidente Uribe, para que aporte en este complejo proceso que requiere su concurso, para liderar los intereses del mundo rural que le acompañan y deben participar de este esfuerzo, en un momento crucial de la vida colombiana.
Después de toda la persuasión anterior, la noticia de la negociación resulta "buena". Lo mejor es que Uribe resulta como el representante de ciertos intereses del mundo rural. ¿A quién representa Santos? Fue elegido por los uribistas, se alió con los asesinos para sacar provecho del crimen, la sociedad debería reaccionar pero no lo hará, empezando por el señor Uribe que lleva más de dos años de consultor espontáneo del gobierno (casi todos los columnistas amigos suyos hacen lo mismo) y alienta entre sus partidarios sólo el lloriqueo y la nostalgia. De modo que estos criminales se burlan.
La paz es posible y vamos a lograrla, combinando la acción sostenida de las fuerzas armadas y el entendimiento político.
Eso es lo que producirá la paz, que esta "corporación", que puede haber matado a muchos miles de soldados y policías, resulta diciendo "vamos" en algo en lo que incluye a sus víctimas.
*Luis Eduardo Celis es coordinador de incidencia política de la Corporación Nuevo Arco Iris.
Contra ese atraco debería levantarse la sociedad, pero no lo hará. Cuando hayan caído en el infierno de terror buscarán salidas desesperadas, como en tiempos del Caguán soñaban con la intervención estadounidense, se ilusionaban con un triunfo de Carlos Castaño o pedían un golpe militar. ¿Se acordarán de todos los renuncios de esta época? ¿Se acordarán de todos los amigos de Uribe que fueron elegidos en 2010 y se volvieron sencillamente socios de los terroristas? La fe ciega en el caudillo infalible terminó siendo una trampa gracias a la cual los criminales se apropiaron del país.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 24 de agosto de 2012.)

miércoles, noviembre 21, 2012

La última claudicación

Como se sabe desde el mismo día de la posesión, Santos busca negociar con las FARC. Ahora anuncian en forma de rumor que hay reuniones en Cuba, y uno se pregunta qué estaría pasando si en lugar de buscar esa concordia se hubieran concentrado los esfuerzos en someterlas. En la jerga de los delincuentes bogotanos la palabra impuesto designaba la parte del robo que se daba al policía, que terminaba siendo el socio del ladrón. No otra cosa hace el señor Santos, aliarse con los secuestradores para ayudarlos a volverse ciudadanos respetables a la fuerza, y en últimas hacerse su socio. (En un país legal nadie respetaría a León Valencia ni a los del M-19, la imagen de estar delante de quien ordenaba secuestros y asesinatos haría sentir mal a la gente: necesitan la violencia para que sea peligroso mirarlos como secuestradores y asesinos.)

La forma en que un gobierno sacrifica con todo el descaro del mundo su programa electoral y se compromete a someter las leyes al escrutinio de una organización de criminales cuya única legitimidad es el miedo que inspiran y la simpatía de la izquierda radical internacional, hará que todo el mundo se pregunte qué está pasando en Colombia. Lo verdaderamente maravilloso no es que los colombianos toleren que les "cambien el chip" y el gobierno practique lo que ellos querían evitar, el pastranismo, sino que el principal recurso de Santos para legitimar su política es perseguir a Uribe usando las acusaciones que se usaban contra él hace tres años por los falsos positivos. En aras de legitimar su curiosa variación, se desespera por encontrar pretextos para enlodar a Uribe. Es a su influencia a lo que se debe que en El País saliera este titular. Santoyo era tan subalterno de Uribe como de Santos; de nuevo, hábilmente, se explota algo con un sesgo calumnioso y perverso.

Pero el caso es que la negociación está aquí, y es una escenificación que requiere un plan minucioso y unos actores bien coordinados. Para las FARC sería una descortesía que se las considerara derrotadas, de modo que conquistan territorio y acumulan dinero a la vez que masacran y humillan a la fuerza pública. ¿Hasta qué punto quiere llevar Santos la derrota del Ejército? Al ejército desmoralizado lo reemplazarán las FARC, debería saberlo. Si no queda como un fracasado queda como el peor criminal, el que le abrió el camino a la tiranía totalitaria y a la mala literatura de las revoluciones tropicales.

Eso deberían preguntárselo los colombianos, ¿qué les va a pasar? Por pura lógica, hay que pensar que Santos busca el avance de las FARC. Si fuera un demócrata, se habría enfrentado con las cortes que encarcelan a Arias y dejan libre a Piedad Córdoba y habría convocado una Constituyente que lo dejara como el redentor del país. Pero prefirió legitimar toda esa red de complicidades del samperismo y hasta nombró en uno de los cargos más sensibles a una abogada cristiana que se enamoró de un guerrillero y lo acompañó a asesorar a los paramilitares puede que a cambio de una buena suma, pero persona del todo favorable a Ernesto Samper en su guerra contra Uribe. Santos llegó al poder a hacer la guerra contra el bando que lo eligió y para eso sacrificó la legalidad tolerando los desafueros crecientes de las cortes y favoreciendo a un señor de turbio prontuario cuya legitimidad electoral es ínfima. Eso es lo que tendrá que escribir cualquier historiador de finales de este siglo. Los que no lo quieren ver ahora, es porque tienen algún proyecto de vida en el que prefieren sacrificar las leyes y tratan de alcanzar el mayor confort posible en un mundo en el que no se cumplen.

Y es mi pregunta, ¿hasta cuándo van a quedarse los colombianos viendo en la televisión pintarse su ruina y humillación en ciudades dominadas por los asesinos, canonizados en aras de la paz? ¿Cuánta gente ha perdido a un ser querido a manos de las FARC? No, entiéndanlo, ellos no van a llegar a juntarse con los demás colombianos, sino a ocupar puestos públicos bien pagados y a recibir grandes sumas del gobierno, por ejemplo en forma de subvenciones a ONG y puestos en las universidades públicas, como de hecho ocurre desde los noventa con las otras bandas. Y desde esa posición de poder buscarán la paz con los que sigan luchando, para los que hay una fortuna incalculable esperando en forma de cocaína que se puede exportar a través de Venezuela, país que gracias al debilitamiento del ejército colombiano se convertirá en la potencia regional. Si varias personas soñaran con mejorar su condición social en los años setenta y se evaluara qué actividad resultó más eficaz, la respuesta inegable es: matar gente. A León Valencia y Angelino Garzón los lisonjean los oligarcas, si hubieran optado por poner un restaurante o una carpintería, serían pobres diablos de los que, si viven en regiones apartadas, terminan dejando ir a sus hijos a la guerrilla o a la mafia; la primera es una secta que a punta de adoctrinamiento e intimidación obtiene mártires adolescentes para el juego de poder de los oligarcas de la izquierda.

Pero ahí está, lo que los colombianos menos quieren es pasar incomodidades y correr riesgos, y hasta terminan creyendo en la propaganda de sus verdugos como los indios del siglo XVI terminaron creyendo en Dios crucificado. El día en que los engañan y se burlan de ellos, les infligen la mayor humillación, ya se admitieron inferiores. Eso es lo que pasa con la historia de Sigifredo López, que les dicen lo que deben creer y lo creen. Incluso los supuestos analistas críticos terminan favoreciendo un montaje burdo para no resultar extravagantes, intolerantes y sectarios. Por ejemplo, Alfredo Rangel:
Descubrir falsos testigos desbarata procesos de farcpolitica,pero no contra militares: libertad para Cnel Plazas acusado por falsos testigos.
Quiere denunciar el sesgo de los jueces diciendo una gran verdad, pero ¿dónde está la evaluación seria de los testimonios? Claro que hay muchas formas de sobornar o intimidar testigos para que digan que mintieron, o escoger entre todos los testigos a aquellos cuyo testimonio es evidentemente falso o se puede interpretar de modo que parezca falso, pasando por alto a muchísimos otros, como los pobladores de Pradera y Florida. ¿Por qué el señor Rangel va dando por sentado que son falsos o que no hay otros a los que no se interroga para producir el efecto de que el proceso era un montaje? El escándalo es que la supuesta conjura importe menos que el crimen que origina el proceso. ¿Qué fue lo que pasó realmente? ¿Quién es el del video? ¿Está demostrada la inocencia de Sigifredo López como para poder dar el caso por cerrado? Resulta que el coronel Plazas Vega está condenado y no es preso preventivo, y cuando uno pide que lo traten con la misma benevolencia con que se trata a Sigifredo López, que podría ser el del video y el que planeó el secuestro, está poniendo a Plazas Vega, un héroe nacional, por debajo de un criminal. Lo que hay que pedir es enviar a la cárcel a los que condenaron a Plazas Vega, porque esa condena es un crimen, una persecución política que envilece al Estado colombiano. Es esa resignación al corto plazo lo que lleva a confusión hasta a los más lúcidos comentaristas.

Lo que hay que pedir es que se demuestre la inocencia de Sigifredo López con algo más que la falacia de que ha sido víctima de error judicial, conjura, atropello, etc. Que uno pueda creer que ese futuro ministro realmente no planeó el secuestro de sus compañeros a los que acompañó hasta su lugar de cautiverio, con la necesaria intención de matarlos en algún momento porque sería imposible que vivieran y no lo delataran. Yo no lo puedo creer, me atrevo a decir que los que se niegan a creerlo realmente y no obstante no lo justificarían, son personas cobardes, que se esconden en una mentira en lugar de la certeza plena, demostrada por dictámenes periciales definitivos, de que hay un ciudadano que después de secuestrado fue encarcelado. Pero, acuérdense de mí, algún día alguien demostrará que la acusación era cierta: que Sigifredo López es el tipo del video. ¿Qué sentirán los crédulos? Deberían ir cayendo del zarzo. Hay un gran poder de los medios, el gobierno, las cortes, el clero universitario, la "izquierda" y hasta la Iglesia que busca que el tipo quede impune y maquina para que nadie se pregunte por qué no cotejan las voces, o por qué no enviaron una inspección judicial a interrogar a los testigos de Pradera y Florida. Con los aires de "paz" que hay hoy en día, los crímenes se multiplicarán porque pueden quedar impunes, y eso será mucho más terrible a medida que se aproxima la noticia oficial de la negociación y de su propósito y programa. Lo más importante es que la guerra no se acabe antes de las elecciones de 2014 porque Santos es listísimo y no va a cometer el error de Churchill. La agenda de paz es la agenda del asesinato permitido. Eso lo ha sido siempre desde Belisario Betancur, pero los colombianos se han dejado adoctrinar para estar siempre dispuestos a permitirlo.

Pero insisto en que lo más importante que ha ocurrido es lo de Sigifredo López, porque demuestra lo desprovista y acobardada que está la supuesta oposición. Ante el terrible prevaricato de no averiguar la verdad para no resultar linchado por los medios que, por suponer lo menos, comete el fiscal Montealegre, los críticos del gobierno ceden automáticamente, como Rangel, que da el caso por cerrado sin detenerse a pensar qué va él a decir cuando le pregunten si cree que Sigifredo López es culpable. Otro renuncio, es general.

Eduardo Mackenzie dedica una columna al tema, dando por sentada también la inocencia de Sigifredo López, y el caso por cerrado, e incluye esta frase:
La justicia colombiana tiene ahora la oportunidad de enmendar definitivamente esos errores y las faltas procesales cometidas en el caso del Coronel Plazas y reconocer plena y definitivamente que los supuestos “testigos” que la instrucción y la juez de primera instancia trataron de hacer valer no son más que falsos testimonios de la peor especie.
Nótese la expresión de cortesía: "Limpien la casa ahora, den ejemplo de que son justos y magnánimos". Sometiéndose a brindar reconocimiento a los que ordenaron la iniquidad de la condena contra Plazas Vega. ¿O es que Mackenzie desconoce la "Comisión de la Verdad" formada por tres expresidentes de la Corte Suprema de Justicia, cuyo informe está lleno de citas de dos autoras del M-19, y que fue concebida para que legitimara la condena contra Plazas Vega? El castigo por oponerse a unos asaltantes es terrible pero los que cometieron el crimen, antes los del M-19 y esta vez Sigifredo López, darán clases de moral.

Ya sé que pretende denunciar la iniquidad, también es un rasgo endémico: la transmisión solemne de la noticia de que está lloviendo. ¿Cómo va a ser posible que vayan ellos a la cárcel por aprovechar sus cargos para ejecutar una venganza política y Plazas Vega al liderazgo nacional que se merece?, eso es lo que Mackenzie no se pregunta. Mackenzie se presenta como su buen consejero, pero a quien deben oír es al policía que los capture. Es ridículo invocar la ley y la justicia cuando uno ha mostrado estar dispuesto a pasarlas por alto. Plazas Vega está preso por defender a la sociedad contra una banda criminal exactamente como hizo el fiscal de Cali que llevó a cabo la investigación contra Sigifredo López, el uno sufre la prisión a manos del hampa judicial; el otro, ostracismo a manos del poder terrorista que controla los medios y las redes sociales. El poder ha llegado con Santos a un grado superior, crea la realidad literalmente. Hay millones de entusiastas de la inocencia de Sigifredo López. No leen la prensa buscando información sobre lo que ocurrió, sino confirmación de lo que les vendieron como deseable. Leen la prensa para saber cómo va su equipo. El fiscal reconoció el error, ya podemos respirar tranquilos.

 No creo que esa actitud de Mackenzie vaya a dar ningún resultado, creo que hay que aplicarse en serio a defender la democracia, a abolir el poder terrorista que se hizo con el Estado en 1991. La actuación de la Fiscalía en el caso de Sigifredo López daría para denunciar al Estado colombiano, no en busca de indemnización sino para que todo el mundo viera en qué manos cayó la administración de justicia, pero parece que hay muchos que prefieren esperar a ver cuándo pueden negociar con los magistrados, a lo mejor cuando les salga un nuevo agravio que denunciar.

Más lejos va Rafael Nieto Loaiza, que ya en junio dio muestras asombrosas de su insobornable interés por la verdad.
Y de repente, acosada por los medios, la Fiscalía, en abierta violación a la reserva del sumario, filtra la “prueba reina”, un video en el que alguien que se ve de costado describe el recinto de la Asamblea y como podría realizarse el secuestro. La voz y el perfil de quien instruye podrían coincidir con los de López, sugieren. Pero no están seguros y hay testimonios de que el responsable sería un tal JJ, guerrillero de las Farc, con fisonomía parecida a la de Sigifredo. Y están los mensajes entre los comandantes del grupo criminal después del asesinato de los diputados, de los cuales se deduce que López sería inocente.
Por favor, lean de nuevo la frase en negrita y piensen en lo que preocupa a Nieto Loaiza que hayan asesinado a esos diputados. Vamos viendo que el que aparece en el video, JJ, obviamente muerto, no sólo se parece físicamente a Sigifredo López sino que tiene la misma voz, la misma dicción, el mismo lenguaje de político, el mismo conocimiento de la guardia que había en la zona y en el edificio, de las rutinas de los diputados, del sitio por el que entraba uno siéndolo... Es imposible dudar hasta tal punto de la inteligencia del señor Nieto Loaiza, que sólo pretende reforzar la presión de la prensa para dejar impune a Sigifredo López. Esclarecer el caso haría retroceder el crimen y el poder terrorista, pero ése es un objetivo que Nieto Loaiza sacrifica para que lo vean como magnánimo.

Ni cortos ni perezosos, los directores de Semana y hasta Pedro Medellín se han dedicado a acosar al fiscal Montealegre, en realidad para reforzar esa idea de que encarcelar a Sigifredo López y aun acusarlo fue el crimen. La misma desfachatez con que León Valencia da clases de moral y de democracia, con que Petro es una estrella parlamentaria que denuncia a los corruptos y gracias a eso llega al segundo cargo del país, con que tienen preso a Plazas Vega y encarcelan preventivamente por un largo período a Andrés Felipe Arias por delitos por los que, si lo fueran, deberían procesar a muchos otros ministros, incluido el actual. El que se somete a los criminales no sólo tiene que soportar su impunidad y su poderío, sino su desprecio. Es lo que espera a los colombianos por haber claudicado ante el poder de los medios en ese caso. Tal vez el mayor ultraje que ha sufrido la democracia colombiana en su historia, la impunidad descarada del responsable de secuestrar y asesinar al legislativo de un departamento, impunidad obtenida a punta de persuasión a pesar de que millones de personas pudieron ver por ejemplo el video del hermano de Jairo Hoyos, y aun analizar los motivos del hijo de ese diputado para hacerse tan entusiasta defensor de Sigifredo López. (Tienen que verlo, si no lo han hecho, lo dice todo: el señor Hoyos que habla, desapareció. ¿Por qué creen?)

Pero en fin, a Nieto Loaiza no le importa mucho que se esclarezca la verdad y acepta la versión del resto de la prensa. Pero no está solo, sus textos aparecen reproducidos en Debate Nacional, la página oficial del uribismo.

Claro que Nieto Loaiza es el mismo que en otra ocasión decía que "sólo los criminales desean que a Santos le vaya mal", cosa que convierte en criminales a quienes no quieren que premie los asesinatos y en anticriminales a los asesinos. ¡Quiero que te vaya bien, que desistas de ser tú, que no cumplas tus designios! Sólo expresa esa actitud tan corriente en el uribismo de buscar caminos de conciliación, de advertirle a Santos que podrían no votar por él en 2014, incluso, así, poquito a poquito, a admitir una negociación en la que los intereses del país estén bien defendidos y se escuche a la mayoría que no apoya la negociación y sigue aprobando a Uribe, más ahora que las encuestas le fueron mal a Santos. Una negociación controlada por ciudadanos capaces de hacer escuchar a la mayoría es peor que dejar a la otra generación esta guerra, como dice María Isabel Rueda.

¿Cómo es que los familiares de los diputados asesinados proclaman su fe en la inocencia de Sigifredo López? Pues porque el crimen no sólo sirvió para decapitar a la sociedad vallecaucana y mostrar el poderío de las FARC, sino también para someterla. Los familiares se acostumbraron a seguir la consigna de exigir la libertad al gobierno, con la promesa que les transmitía la esposa de uno de los secuestrados que les presenta a sus amigos y a los abogados que podrían presionar hasta que el gobierno negocie, y a partir de eso, de dejarse utilizar como elemento de presión, le entregan su vida a la conjura organizada. Eso se comprobó en los discursos odiosos y violentos contra Uribe de la madre, la hermana y los hijos de Íngrid Betancur. Pero es una vieja costumbre. Cuando al final del Caguán había cientos de alcaldes desplazados de sus pueblos, que en cierto momento se organizaron para exigirle al gobierno solución política negociada del conflicto social y armado. Con decir que uno de los fundadores de una organización de víctimas del secuestro, Asfamipaz, cuya líder, Marleny Orjuela, lo acompaña desde hace al menos una década, es Iván Cepeda Castro, ya podemos imaginarnos hasta dónde llega la capacidad de persuasión que tiene un secuestro. Y la amenaza de repetirlo, por ejemplo a algún niño. Ya se vio en El padrino, Los Soprano y en sus precursores, los bolcheviques que ejecutaron los procesos de Moscú.

En definitiva, hay una formidable conjura de los medios para tapar la impunidad de Sigifredo López y por eso mienten sobre el informe del FBI, como he explicado en mis entradas anteriores. Nieto Loaiza ya había mostrado sus pocas ganas de hurgar en esa información y se apresuró a comprar la invalidez del video dictaminada por el FBI. Y a partir de ahí, prácticamente todos los que escriben en las redes sociales.
La otra prueba alegada contra López ya fue desechada: el FBI no pudo afirmar que era de él la voz de la grabación en donde se explica a los guerrilleros la distribución de las oficinas en la Asamblea del Valle.
El FBI no pudo afirmar que ésa era la voz porque no la evaluó porque el material era inútil. La prueba desechada demuestra la mala fe de la Fiscalía, empeñada en salvar al exdiputado, no la inocencia de éste.

Pero todo eso es gravísimo, la dominación de una masa por una máquina de divulgar mentiras. Por ejemplo, el informe descrito en este video, que daba por demostrada la culpabilidad de Sigifredo López a partir del cotejo de su voz con la del hombre que habla en el video, sencillamente desapareció. ¿Cuántos columnistas han escrito sobre Sigifredo López y cuántos han intentado refutar el informe de ese video. Es evidente que quieren engañar. (Es corto, menos de dos minutos)



Una condena de Sigifredo López no sólo sería una cuestión de justicia sino un golpe a la máquina de dominación que tienen las FARC en el Valle del Cauca, que es la que permite el silencio generalizado sobre el tema del exdiputado, sino también contra la prensa que ha mentido sin cesar sobre el tema. Si alguien me mostrara una noticia de los grandes medios de junio de 2012, tras la detención, cuyo sesgo yo no pudiera demostrar, me retiraría de opinar. Los invito a buscar en google cualquier noticia de cualquier día en algún medio del poder en que se habla de Sigifredo López en que no se intente favorecerlo. La gente se deja manipular.

Renunciar a aplicar la ley y a esclarecer la verdad, como hacen casi todos los colombianos pues casi ninguno quiere saber quién cometió eso, si el cotejo de voces es definitivo (como debería serlo) y si por tanto la inocencia del tipo es incuestionable, parece un atentado contra la presunción de inocencia. Realmente es un atentado contra la presunción de estupidez de la gente, atreverse a pedirle que piense un poco en lo que le dicen.

Naturalmente, la negociación de Santos con las FARC no será contestada por varios millones de manifestantes, y con toda certeza ni siquiera por varios cientos. La novela de Sigifredo López sirvió a los medios para estar de parte de los que quieren negociar, después de acompañarlos en la cruzada por la liberación del prócer. El señor Uribe siempre está a la defensiva, y realmente no tiene ganas de castigar la inagotable lista de prevaricatos del poder judicial, sino de buscar la paz entre el pueblo y las autoridades a través de la solución política negociada del conflicto, pues ¿en algún país democrático del mundo tienen derecho los jueces a prevaricar sin que sus víctimas pretendan que se castigue ese delito?

Me han dejado impresionado los que invocan la presunción de inocencia de Sigifredo López. Es la que exigen los medios, a costa de no llevar a cabo las pruebas, que por lo demás nadie pide. No quieren saber qué pasó, creen que generan menos disenso "practicando" el "deje así", y sólo expresan a la perfección el espíritu con que se claudicará ante las FARC, pues el secreto de la negociación es crear un vasto partido hegemónico de "centro izquierda" a partir de la negociación, el cual incluiría a congresistas con relación con el Partido Comunista y las guerrillas, léase a Iván Márquez y otros pensadores del tipo de los que publican en Razón Pública. Un partido hegemónico controlado por los Santos-López-Samper, presente en todas partes en forma de exguerrilleros y funcionarios revolucionarios, los fecodistas pero con el papel que tienen en Venezuela actualmente, y unos partidos para el decorado, como en la Polonia comunista había partido campesino y partido demócrata cristiano, que siempre votaban lo que mandaban los comunistas.

Ya lo saben, claudicaron fatalmente ante las FARC el día que no quisieron buscar la verdad y la justicia, el día que creyeron las citas tendenciosas de los propagandistas de la prensa, en lugar de buscar dónde están los argumentos actuales que refutan las acusaciones que la misma Fiscalía produjo, y por qué no se presta atención a todos los demás testigos, sino que se los incomoda. En lugar de creer los parrafitos de Semana o de los columnistas, deberían pensar cuándo fue refutado lo que dijo la misma Fiscalía. Léanlo. (Enlace documento Fiscalía.)

(Publicado en el blog Atrabilioso el 22 de agosto de 2012.)