sábado, octubre 21, 2017

El asesinato de Jaime Garzón

Por @ruiz_senior

Solipsismo
La posibilidad que tiene cada persona particular de cambiar el mundo es ínfima, casi nula. Pero es aún menor la que tiene de entenderse a sí misma y entender el mundo. Al respecto todos viven en una especie de autoengaño del que es muy difícil sacarlos. Tal vez los filósofos que concibieron el solipsismo, la doctrina del idealismo extremo que supone que no ocurre nada fuera de nuestra mente, partieran de esa percepción, de que el problema es la conciencia de cada uno. No en balde decía Kant que "los secretos juicios de la razón común" son "el negocio de los filósofos". Es un tipo de pensamiento turbador y que a la mayoría de la gente la aburre, ya que sólo busca confirmación de sus certezas y aprobación de sus opiniones. Que el problema son esas certezas y opiniones es lo que me propongo denunciar.

Deudos
 
La inmensa mayoría de los colombianos que han ido a la universidad, es decir, de los colombianos de clases medias y altas, condena rotundamente el asesinato del humorista, sin que propiamente a ninguno le interese averiguar qué ocurrió realmente: les da igual, el hombre resulta un gigante, el candidato a Gran Colombiano de la izquierda, gracias al bochinche de sus partidarios. Se considera que lo mataron por sus chistes, y si fue por otra cosa no les importa, porque de lo que se trata es de explotar al mártir para legitimar la paz y el socialismo que ven venir y que apoyan (si al menos hubieran leído a Marta Harnecker sabrían que esa adhesión que reciben como propaganda y presión gregaria lleva en sí algo que no detectan de forma patente: el interés de clase). Como ya expliqué al principio, el misterio que interesa no es el de la novela policiaca sino la conciencia de esas personas, porque Colombia está a las puertas de un genocidio mucho mayor que el que ha tenido lugar hasta ahora y ocurre porque los genocidas cuentan con la adhesión de la "clase dominante".

Otros
Pero la gente que no comparte esos fines tampoco tiene mucho interés en entender qué pasó, algunos justifican que el humorista fuera asesinado por ser miembro del ELN (sobre lo cual nadie se toma el trabajo de buscar pruebas) mientras que otros lo atribuyen a los propios terroristas o a un marido celoso, naturalmente sin preocuparse de demostrar nada (soy un adicto a la serie "Forensic Files", seguramente por lo fascinante que encuentro la pasión por la verdad de los investigadores. En Colombia una investigación seria resultaría inconcebible, además de peligrosa sería laboriosa y nadie la reconocería, cada uno tiene su verdad y no necesita pruebas).

Hechos
En aquella época internet era una novedad y yo dedicaba buena parte del día a leer prensa colombiana. Era la peor época del Caguán y la agresión terrorista era una amenaza cada vez más cercana para la mayoría de los colombianos. El año siguiente se registraron sólo en Bogotá casi diez secuestros diarios. El gobierno de Pastrana insistía en negociar con las FARC que sencillamente se habían apropiado del territorio "despejado" para multiplicar sus crímenes y sus negocios ilícitos, y recibía la presión de los medios del clan López-Santos-Samper para que cediera más y así llegara a la paz (es muy posible que Tirofijo o Jojoy hubieran querido ceder a cambio de salir ricos e impunes, pero los amos del país los jaleaban y les prometían un triunfo seguro). Una de las propuestas que más se oía era despejar también un territorio en el sur de Bolívar al ELN, y con ese fin se creó en julio de 1999 una "Comisión de Facilitación Civil" cuyo promotor era Jaime Garzón. En el forcejeo de diversos sectores contra ese nuevo despeje es donde hay que buscar el origen de ese asesinato. Un año después atentaron contra Wilson Borja, que también formaba parte de esa comisión.

Evaluación
Yo no soy detective ni fiscal ni me intereso por el castigo de ese asesinato ni por el descubrimiento de sus autores. Sólo quiero llamar la atención sobre una cosa: ¿qué era lo que hacía la Comisión de Facilitación Civil? Intermediar para que se premiara al ELN, una organización que había asesinado y secuestrado a muchos miles de colombianos inocentes. La búsqueda de la paz de esa comisión sólo era el cobro de esos crímenes, la legitimación del poder obtenido por esos medios. Más o menos lo mismo que ir a cobrar los secuestros, sólo que en el caso de Jaime Garzón no era metáfora sino precisamente lo que hacía y que cómicamente los medios colombianos adornan como "mediación humanitaria" y otras bellezas. ¿Cómo va a ser menos lícito el asesinato de quien busca la suspensión de la ley para que se premie a unos asesinos, entre los cuales objetivamente hay que contarlo? Ése es el misterio que no requiere ciencia forense sino un corazón limpio. Limpio de lo colombiano, de esa brea inmunda que paraliza los sentimientos y pensamientos de la chusma. Para los del bando de Jaime Garzón ese crimen es intolerable porque los otros asesinatos son atribuibles al conflicto (el grado de legitimación depende del nivel cultural de la persona y de la rentabilidad que obtiene del genocidio comunista: los más viejos, más cultos y más ricos saben que son responsables pero les compensa suficientemente). Los demás aman a Uribe o son de derecha y tampoco quieren saber qué pasó sino librarse de la presión de los deudos del mártir.

Futuro
Esa noción de "pueblo elegido" que puede matar pero al que no se puede matar es tradicional en los comunistas y está presente por ejemplo en la indignación de los progresistas colombianos cuando el abogado Abelardo de la Espriella planteó la necesidad de matar a Maduro. ¿Qué han dicho de toda la gente a la que han matado los colectivos chavistas? Son de los suyos y pueden matar, o se lamenta que ocurra pero se culpa a los que protestan, o se olvida mientras se maldice a Uribe y a Trump. La implantación de la tiranía cubana en la zona andina llevará a esa situación en que ya está Venezuela: no va a ser posible recuperar la ley ni la libertad sin matar gente, como en todas las guerras. Que no vengan los que mienten sin cesar para sacar provecho de miles de atrocidades a escandalizarse: ellos son los primeros asesinos, las clases medias y altas colombianas han promovido y usufructuado cientos de miles de asesinatos y han mentido sin cesar para legitimarlos, por ejemplo llamando "defensores de derechos humanos" a Piedad Córdoba o a Iván Cepeda y considerando que la impunidad y el premio de los sociópatas de las FARC es "la paz". Han creado un infierno y serán los primeros en huir, pero el mundo les resultará cada vez más hostil: no en todas partes van a encontrar juventudes serviles e indigentes a las cuales adoctrinar con sus infamias.

Prohibición
Respecto de la pena de muerte un humorista exclamó "Ustedes primero, señores asesinos". Tarde o temprano la opresión en Venezuela dará lugar a una resistencia violenta, y los tiranos se indignarán y hablarán de "terrorismo". Como en todo atraco, y eso es toda la revolución comunista en América, la víctima se ve arrastrada a una situación en la que no tiene otra salida. ¿A cuánta gente habría matado el ELN si Jaime Garzón se hubiera salido con la suya y hubiera una república independiente en el sur de Bolívar? Esos muertos no les interesan a los justicieros que lloran al humorista, que a fin de cuentas sólo era un propagandista del narcoterrorismo (como el Samper Ospina de la época) cuya promoción se debía al interés del gobierno de Samper. Baste recordar que el guionista de Godofredo Cínico Caspa era Antonio Morales Rivera. Quien quiera que impere la ley no puede empezar premiando a quienes la violan. Y es que el gran crimen no es el asesinato de Jaime Garzón, ni siquiera las atrocidades de las bandas a las que promovía, sino esa "ligereza" en la conciencia de los colombianos de clases acomodadas.

(Publicado en el blog País Bizarro el 14 de agosto de 2017.)

domingo, octubre 08, 2017

Diecisiete años de unidad


No me vengan a decir que un candidato que propusiera defender lo que el pueblo votó el dos de octubre de 2016 no podría ganar porque sólo reproducen lo que se decía hace diecisiete años, que un candidato al que se acusaba de nexos con los "paramilitares" y de ser de "extrema derecha" no podría ganar. Quizá son demasiado jóvenes para recordarlo, pero a mediados de 2000 fue cuando comenzó a materializarse el descontento con el Caguán y a aumentar la intención de voto por Uribe, que hasta entonces no pasaba del 1% en las encuestas. La gente descontenta aplaudía a Carlos Castaño o anhelaba un golpe de Estado militar o una intervención estadounidense. Nadie creía que un triunfo electoral podría hacer retroceder a los terroristas y reconstruir el país.

Esa hegemonía en la opinión popular que alcanzó el uribismo en los meses siguientes hasta las elecciones de 2002, que ganó en primera vuelta, representó una fuerza que podría haber enderezado el país porque el gobierno pronto empezó a mostrar resultados que entonces eran como de ensueño, ciertamente por el apoyo estadounidense en el contexto de la guerra contra el terrorismo, por la consolidación que habían tenido las fuerzas militares durante el gobierno de Pastrana y por el aumento de los precios de las primeras materias. El caso es que el país renació y el apoyo a Uribe aumentó hasta el punto de que en 2006 ganó la reelección con un 63% de los votos.

Pero fue entonces cuando el hombre llegó a su límite, desaprovechando el liderazgo y la hegemonía. Ojo: no fue Uribe sino Colombia quien falló: ¿cuántos colombianos recordaron que la Asamblea Constituyente de 1991 fue elegida por menos del 20% del censo electoral, que la convocatoria fue una clara violación de la ley y que el interés de proteger a los jefes de las bandas de traficantes de cocaína era evidente, a tal punto que en la carta máxima del país se prohibió la extradición con ese fin? En aquel momento no le interesaba a nadie, el gobierno resistía a la presión de los medios y del poder judicial, pero a la vez contaba con columnas diarias en El Tiempo y en los demás medios. Convocar una constituyente para hacer frente a un texto infame que autoriza a matar gente para revocarlo era algo que no se podía esperar de Uribe porque él mismo era un importante senador en 1991, y para los demás lo importante era la unidad.

Ese orden instaurado por esa constitución es en realidad la conquista del poder por los comunistas, lo que se materializa en la garantía de gasto público en las clientelas de funcionarios que había llegado a controlar la CUT gracias al poder y los recursos de las bandas terroristas, señaladamente en la educación "superior" y sobre todo en la Universidad Nacional. Al cabo de una década el coeficiente de Gini había subido diez puntos, gracias a que esa casta parásita había asegurado sus rentas mediante esas garantías de gasto y también mediante la tutela. La única persona próxima al gobierno de Uribe que recuerdo que se interesara por eso fue el ex ministro Alberto Carrasquilla, pero en el contexto de una discusión semiacadémica.

Ese segundo gobierno de Uribe es el origen de todo lo que pasó después. Se justifica que antes de 2006 se centraran los esfuerzos en aumentar la seguridad y recuperar la economía, pero la raíz del terrorismo y el contexto en el que se desarrolla no se explican sin atender a otros elementos. El gobierno de Uribe fue el que más invirtió en universidades públicas, quizá porque la relativa abundancia de recursos permitía intentar tener apaciguado a ese sector (que multiplicó el adoctrinamiento de nuevas hornadas de activistas afines al terrorismo). Y a pesar del control de la principal fuente de ingresos de los medios, que es el erario, no hubo ni el menor atisbo por parte del gobierno de contrariar a la mafia que los posee, bien reduciendo la inversión, bien favoreciendo la aparición de otros que ostentaran alguna independencia. El gobierno estaba feliz con que le dieran a sus voceros una columna diaria (junto a cinco de abierta propaganda terrorista, por no hablar de las noticias).

Y lo mismo se podría decir del fuero militar y de muchas otras cosas: TODO lo que hacía falta para regenerar a Colombia y construir una democracia genuina se desechó porque nadie iba a cuestionar la UNIDAD. Realmente se le olvidó a todo el mundo porque se había encontrado la piedra filosofal: el culto de la personalidad del líder, siguiendo el modelo maoísta de la camarilla del MOIR y el PCC-ML que rodea a Uribe. El fervor por el líder era la panacea, no hacía falta complicarse la vida cambiando el país porque bastaba con sacar el santo redentor y todo se arreglaba (sobre todo los negocios y carreras de esos próceres). De ahí surgió la patochada de la segunda reelección, las listas de hampones que elegimos (por la UNIDAD) en 2010 como nuestros representantes en el legislativo y sobre todo la candidatura de Santos.

Lo que nunca ha faltado en Colombia es la unidad. Ha faltado decencia, eso sí, porque nadie ha querido darse cuenta de que el CD no se opone a la infamia de premiar el terrorismo (no vaya a ser que les digan que pueden dividir), ha faltado sensatez y dignidad, porque por cada persona que se da cuenta de que el hampa cada vez avanza más hay cien que atribuyen todos los renuncios de Uribe a la "estrategia" (esa ridícula manía colombiana de que para que algo salga bien debe llevar trampa), pero unidad siempre ha habido.

Tampoco ha habido en realidad ninguna amenaza a la unidad porque Uribe prometa no revocar lo acordado en La Habana, traicionando el voto, que no era por "modificarlo". Pedirles a los colombianos que renuncien a la unidad es como pedirles a los monos que hablen: ¿qué importa para donde se va si vamos todos juntos? Los más grotescos ultraderechistas resultan de repente patéticamente serviles ante Uribe porque así contribuyen a la unidad. Toda noción se olvida, entre otras cosas porque muchos cuentan con que siendo solícitos con el Gran Timonel podrían resultar favorecidos en las listas de futuros senadores y representantes, eso sí, por detrás de los parientes de Angelino Garzón o de Sigifredo López.
La unidad resulta simplemente un elemento que paraliza la respuesta al narcorrégimen, pues todos se someten a los intereses particulares de Uribe, que podría ser rehén del hampa judicial. Y a su visión errada, como me propongo demostrar ahora.

En las elecciones de 2018 hay un montón de candidatos de la "izquierda" y de la "derecha". El más probable candidato del CD es Iván Duque, aunque si fuera Nieto Loaiza nada cambiaría porque es un personaje tan equívoco como Duque o como el otro mequetrefe, Holmes Trujillo. Da lo mismo, son personajes de segunda que esperan prosperar a la sombra de Uribe. ¿Nadie recuerda que Uribe no traslada sus votos a otros candidatos? Baste recordar las elecciones de 2011, o las de 2015. ¿Cuántos alcaldes y gobernadores uribistas hay? A la hora de la verdad Duquieto es una figura que compite por el voto no comunista con el poderosísimo Vargas Lleras y con el imponente Pinzón. ¿Cómo va a ganar? Su discurso no es más de rechazo a los cubanos ni a "la paz" que el de ellos, porque ya han mostrado que no es lo que les interesa. Pero están los medios, que promoverán a los que convenga y le montarán escándalos a los del bando de Uribe (en las elecciones de 2002 registré que Garzón aparecía en El Tiempo ocho veces más que Uribe, que obtuvo ocho veces más votos). Y están las maquinarias, con miles y miles de cargos de alcaldías y gobernaciones controladas por Vargas Lleras y con clientelas formidables que tienen recursos formidables gracias a su alianza con las élites regionales. Sencillamente, un candidato uribista no tiene ninguna posibilidad de ganarle a Vargas Lleras, y ni siquiera de convencer a mucha gente de que es más firme que Pinzón.

¿Cómo fue que Uribe sí consiguió imponerse en 2002? Ahí está el detalle: en ese momento era el único que encarnaba el rechazo al Caguán, es verdad que ni siquiera proponía acabar con el despeje pero ya en febrero lo acabó Pastrana. Hoy en día los uribistas no se distinguen de los demás candidatos de la "derecha" y expuestos a la manipulación de los medios están en absoluta desventaja.

Precisamente como ganó Uribe en 2002 es como podría imponerse un candidato (de momento el único que podría representar ese camino es Ordóñez) que pudiera plantear una elección entre FARC y anti-FARC. Entre sumisión a Cuba o Independencia. Entre democracia o Atraco. Entre una constitución legítima o la que impusieron los cubanos aliados con Pablo Escobar. Esa dualidad es evidente para muchos, pero DIOS MÍO, NO PUEDE SUCEDER SIN APARTARSE DE URIBE. (Ya escribí un post sobre las tentaciones de Ordóñez.)

Si ese candidato contara con el apoyo de los activistas de las redes sociales, toda la campaña de estigmatización y calumnia le serviría, como ocurrió con Trump. PORQUE TIENE A SU FAVOR LA VERDAD. 



Pero es perder el tiempo: ya verán de qué modo la segunda vuelta de 2018 es entre Vargas Lleras y De la Calle, y cómo ganará éste gracias a los escándalos que le sacarán al primero. De ustedes no se puede esperar sensatez ni decencia, no vaya a ser que se los acuse de traicionar la unidad. Hasta el final seguirán engañándose y soltando los habituales eructos sentimentales con proclamas de amor al Gran Timonel y lamentándose de la traición de Santos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 30 de julio de 2017.)